Por Fermín López.
¡Ah
mi Pereirita querida! Una Locombia pequeñita ahí, llena de
resabios, recobecos y carestías. Me hicites coger monte y exiliarme
en una montaña de Antioquia. Con esos pasajes urbanos tan costosos;
mas caros que en Bogotá, Medellín y Cali que sí son ciudades
grandes; pero vos, mi pueblito de dos avenidas, toda aceleradita ahí,
con ínfulas de ciudad grande...Vas de la mano te tus tristes
dirigenticos que te zamarrean pa allá y pa acá; pero vos seguís
loca como siempre, rebelde, creciendo y haciendo lo que te da la puta
gana. ¡Así es que es que es!...No te dejés mandar de nadie, y
menos de esas avecitas carroñeras; políticos ineficientes,
corruptos y retrógrados.
¡Ah
mi Pereirita! Que me arrancás mas de un suspiro mientras llegan a mi
mente estartazos de recuerdos de mi juventud caminando tus callecitas
pequeñas y estrechas que atraviesa uno de dos zancadas; callecitas
de pueblo, invadidas por anhelos de grandes metrópolis. Ah vos
siempre tan precoz home Pereira, a las putas carreras a toda hora,
creciendo y llevándote a mas de uno por delante. ¡Calmate
ventarrón! Todavía falta mucho trecho por andar...
¡Pereira!
La ciudad del monoriel de los Simpson, te enredaron con ese
Megaestorbo, que no tiene ni como pagarle a los choferes que les toca
hacer paro a cada rato. Mejor dicho, tiene mas futuro la semana
pasada, que ese transporte masivo. La última vez que fui hace
algunos meses vi esas estaciones sin luz y maquilladas con puro hollín negro,
ya no hay ni como pagarles a las aseadoras pa´ que mantengan las
estaciones relucientes como al principio. Ni que decir del
intercambiador de Cuba; alguien que sepa y vaya a medir el grado de
contaminación en ese hueco donde los resignados pasajeros esperan
sus rutas alimentadoras respirando los pedos de los megabuses. ¡Ah
megaestorbito! sos un negocito de tus malditos bandidos. Desmejorates
la calidad de vida de mis paisanos donde el transporte era bueno y
rápido con las buseticas. No era sino reacomodar la rutas por la
carrera cuarta y la tercera para darle mas espacio y no hacer tanto
taco en tu centrico de diez cuadras. No era sino hacer eso y quitarle
los malditos pasacintas a las busetas o meter un decreto para
prohibir en los buses los vallenatos modernos, las rancheras y la
salsa motelera; y que sólo se pudiera sintonizar la emisora cultural
Remigio Antonio Cañarte... ¡Ah don Remigio, si vieras en lo que se
ha convertido tu pequeño caserío!...
-“Eh
pero este berriondo Fermín es todo radical hasta con la música...”,
dirán algunos, y sí. Que Dios libre mis oídos de Shakira, Juanes,
Maná, Andrés Cepada, Jonnhy Rivera y otros terroristas de la
música...¡Ah y el maldingo reguetón! Como escribía una amiga en
su carelibro: “Dado
que el regueton es considerado el género urbano, me declaró rural!
Yo soy radical con la música... Y me acuerdo Pereira, de uno de tus
ilustres habitantes, el profesor Benjamín Saldarriaga (si la memoria
no me falla y me traiciona con el apellido), para quien la música
había muerto hace tiempo, una de sus frases decía: “Creo en Dios,
en Bach, en Mozart y en Beethoven”...Y la nostalgia se me sienta
ahora al lado cuando llegan a mi mente las magistrales clases de
don Benjamín sobre la historia de la música, donde nos ponía sus
viejos y gastados cassetes mientras su mente prodigiosa volaba y nos
llevaba de viaje deslizándonos por partituras de operetas,
sinfonías, cantatas y overturas observando los pormenores de la
historia, y más de la mitad del salón bostezaba, esperando el
timbre del recreo y sólo unos cuantos alcanzábamos el nirvana
oyendo sus clases...
Pero
volvamos a vos mi Pereira, la ciudad del monoriel, me la enredaron pa
chicaniar con un transporte masivo que trajo trancones que no habían
antes, que quebró a mas de un negocio, sino vea esa carrera sexta
que espantan después de las seis de la tarde. Y que decir de la
Avenida 30 de Agosto, diseñada visionariamente por tus habitantes de
mediados del siglo pasado, adelantados y soñadores. ¡Tres carriles
a lado y lado hijuepuerca! Pa los pocos carros que habían en esa
época, pero pensados para el futuro. ¡Para que vengan ahora en
pleno siglo XXI estos pobres urbanistas retrógrados y vendidos a
quitarle prácticamente dos carriles a cada lado? ¿Ah? Señores
urbanistas de mi Pereirita ¿Acaso el cartón profesional les salió
en unos Kellogg´s?
Ah
mi Pereira home, que me arrancás otro suspiro así como me arrancás
muchos recuerdos. Aunque ya no vivo allá, allá moran mis cuchos, el
abuelo y un puñado de amigos con los que pasábamos largas jornadas
hablando mierdita en los barcitos de la sexta, donde don Olmedo y el
indestructible Pavo. Me cansé de la sexta, dando vueltas como un
bobo por la sala de Pereira, me harté de los mismos ruidos, las
mismas noches, los mismos sitios. Eso sí no me canso de hablar
mierda, el día que me canse de eso no digo nada, cierro el facebook,
mato el blog y listo el pollo. No pasó nada. ¡Pa cuatro lectores
que tengo!
Vos
mi Pereirita anárquica. Tan pinchada ya dizque con ciento cincuenta
años, como pasa el tiempo, que hace que estabas gateando y de nudito
atrás. Ya son ciento cincuenta años, alcanzaste la mayoría de
edad, o como cuando las mucharejas cumplen los quince y dejan de ser
niñas para convertirse en mujeres. Ya entrás en otra etapa y de acá
pa adelante los años se te van a empezar a notar mas.
¡Pereira!
Pueblito amañador donde habitan personas de todas parte de Locombia
que llegan a vos porqué estás cerca de todo, con sueños de salir
adelante por tu afamado comercio o huyendo de las balas, los enredos
de las grandes ciudades y amores no correspondidos. Pereira libertina
donde convive el bambuco, el rock, la salsa, la música clásica, la
trova cubana y los infaltables ritmos terroristas: Vallenatos
modernos, rancheras y guascas de tercera. Así sos vos, dándole
espacio a todo y a todos sin importarte nada. Vayan pa Pereira, la
ciudad sin puertas y donde todos somos pereiranos. ¡VENIOS TODOS!
¡En Pereira todos cabemos!
Mi
pueblito amado, que me demostraste que la anarquía si es posible,
cada uno por su lado, abriendo trecho, donde reina la ley del codazo,
sin importar los apellidos, la sociedad o las creencias. Sólo la
pujanza, entendiendo por pujanza ese sobrevivir y la
incertidumbre y la carestía del día a día en medio de ese
torbellino de mierda y ese desorden tan hijueputa de tus politiqueros
corruptos, ineptos y desalmados.
Mi
pereirita, sos una Locombia pequeña, toda pispita ahí, con tus
paisajes y gente buena y sencilla, pero con unos dobleihueputicas que
tienen a los buenos trabajando de sol a sombra dándoles látigo. Los malvados son
sólo un puñao de corruptos, ambiciosos y despiadados; que mi
diosito los haga arder algún día en los profundos infiernos.
Pereira, “Como vamos vamos bien, decía un borracho y lo llevaban
de las güevas”...
¡Ah!
Mi querendona, trasnochadora y morena, debo reconocer que te extraño,
en medio de este aire fresco y la tranquilidad de este campo. Añoro
tu caos, volver a vos de vez en cuando para comerme un helado una
tarde cualquiera caminando tus calles llenas de vendedores ambulantes
guerreros del rebusque diario, mientras el sol cae y te alumbra con
esa luz imponente que sólo he visto en tus atardeceres.
¡Pereira!
Hace años me hicites exiliar con tanto desorden y me mandates a esta
vereda, prueba fehaciente de que el anarquismo sí funciona, pues acá
cada uno tiene el poder de su pequeña parcela, respetando el espacio
del otro y compartiendo solidariamente. Desde acá, desde alguna
montaña de Locombia, te deseo un feliz cumpleaños. Ciento
cincuenta, pero parecés de trescientos, tenés mas mundo que San
Benito. Así loquita como éste país desvirolao, desordenado y
vendido te quiero y te extraño en la lejanía: “...pueblito de mis
cuitas, de calle pequeñitas..” cómo recita el pasillo vals de don
Chepe Morales: su inmortal Pueblito viejo.
2 comentarios:
Nuestra bella Pereira, un libro para recomendarte Cronologia de una Raza de Luis Enrique Giraldo Arias.
Fascinado con este elogio a la libertina, noctámbula y tiznada Pereira.
Lástima esos pobres urbanistas retrógrados y venidos a menos.
Las noches de Pereira en el centro son únicas.
Sus calles solitarias un domingo en la tarde tienen la magia de lo indescifrable.
Hay mi Pereira, suspiro por recordarla.
Gracias.
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