“Buenas doña Margarita, ¿Ya salieron las empanadas?”
inquiero a la dueña de una fondita que hay acá arriba al lado de la carretera,
frente a la escuela y bajo un gran árbol que con esta chispa tan verraca,
ofrece una celestial sombra en la veredita las Brisas, unos kilómetros más arriba
de la vereda donde yo vivo. -“Si don Germín, ya salieron las empanaditas” me
contesta. –“¿Y cómo a qué hora volverán?” Le respondo burlonamente a doña
Margareth. Me quito el sombrero y saludo a un combo de jornaleros reunidos en
la fondita quienes sueltan la carcajada con este apunte viejo que le copié a mi
amigo Adolfo…-”Mentiras home, yo es por charlar doña Margarita, haceme un
favor, regalame un par de empanadas y una limonadita bien fría, yo embolato la
gurbia mientras llego a la casa a preparar algo, que acabo de bajar del pueblo
a pie porque me dejó el carro”
“Claro, bien pueda acomódelo ahí en esa banquita y
mira las noticias mientras le sirvo” Me contesta doña Margarita amablemente y
sonriendo aun por la chanza que le hice.
-“Vea a esas dos viejas chismosas de Caracol y RCN otra
vez despotricando, desinformando, sembrando cizaña y comerciando con el dolor
ajeno” lanzo un vozarrón que se extiende por todo el corredor, donde algunos campesinos ven televisión, y acostumbrados a mis gimoteas
sonríen y se preparan pa echar caja un rato con mis alegatos”. –“¿Cómo los ve
pues don Ferma? ¡Ahí andan todos achicopalados en el noticiero dizque porque
perdimos un poco de agua y unos cayos! Vusté que es ilustrao explíquenos que
fue lo que se perdió que yo por lo menos (como muchos de los compañeros acá) no
conocemos más que los callos de los pies y los de las manos de tanto voliar machete y azadón. ¡Además ese
charco grande que llaman mar, nunca lo hemos visto!…
“!Ah home Alejandro!…”, le respondo más o menos
intuyendo como fue la cosa, pues leí algo de noticias en internet en mi
teléfono móvil ahora que venía del pueblo…-“Cómo les parece pués…”, les digo
mientras acomodo el banquito hecho de un tronco de árbol, en la mitad del
corredor y los campesinos se voltean a
verme y le bajan volumen al canal televisivo, unos interesados y otros
esperando sacarme la chispa pa tirar caja con mis rabietas….
- “No sólo perdimos la medalla de bronce en el fútbol
sala, donde sólo se hizo propaganda con bombos y platillos cuando clasificamos
a la semifinal después de ganarle 3-0 a un equipo sin arquero (antes no, los
pobres jugadores fueron ignorados y nadie sabía de ese torneo, salvo los
familiares del equipo que madrugaban a ver el cotejo) hasta que Caracol y RCN
(Ah como me dañan el genio este par de canales hijueputas) empezaron a jugar
otra vez con la ilusión de un pueblo, no contentos con un merecido y honroso
cuarto puesto sino que pedían descaradamente la medalla de Oro o la de Plata
ignorando poderosos equipos como Brasil (Campeón) España e Italia…
¡Se perdió Interbolsa! Que pa´ que les hablo de esa
vaina que eso es más largo que una semana sin carne y más complicado que la
cagada de un tullido, pero que les puedo resumir con la palabreja que ya es
sinónimo de Locombia: Corrupción…Y perdimos, como muy bien dice usted don
Alejandro, un poco de agua por allá en unas islitas que tienen los hacendados
de esta finca llamada Locombia, porque esas islas no son de nosotros, esas islas
son un pedazo de tierra que tienen por allá los ricachones dueños de este país
pa pasar vacaciones y cada que quieren salir a meditar sus fechorías del poder;
porque déjenme decirles mucharejos que nosotros como pobres y como ciudadanos
de a pie de esta llamada “nación” ¡No tenemos es nada! El petróleo y las otras
llamadas riquezas son de multinacionales extranjeras que además de robarnos,
nos venden al doble y al triple y más, lo que antes era de nosotros. Vean
ustedes por ejemplo el caso de la gasolina. Como quien dice, 500 años después nos
siguen cambiando oro por espejitos…
El Locombiano de a pie sólo tiene deudas, impuestos, malos salarios, malos trabajos,
mala educación, mala salud y segura, la
muerte. ¡Estamos es vacíos! Nosotros, como nuestros hermanos Sanandresanos sólo
somos los hacendados de esa manada de triplehijueputas que nos tienen
trabajando de sol a sombra pa mantenerles el reinado...” -“¡Hijiiiiiiii!” Se
carcajea con un chillido Manolo, un joven campesino que es feliz viéndome echar
madres y viéndome como me pongo colorao cuando se me sube la bilirrubina.
-“Y entonces ¿Qué vamos a hacer don Ferma?” Inquiere un
parcero del campesino burlón dando coba pa que yo siga alegando y echando madres…-“Entonces…
entonces invitame a otra limonadita home que con esta seca que tenía ya me
bogué la que me trajo doña Margarita y no tengo con que pasar esta otra
empanada…” El joven se levanta riendo, le hace señas a doña Margarita y me
entrega otra limonadita y se vuelve a sentar y yo paso con un trago un pedazo
de empanada que tenía aprisionado entre mis caninos e incisivos y continúo con
mi cantaleta:
“Mucharejos..¡Perdimos!, así como perdimos el canal de
Panamá cuando nuestros abuelitos tenían a nuestros papás todavía en la güevitas.
Eso fue por allá el 22 de enero de 1903, un jueves por la mañana si la memoria
no me falla, cuando Locombia y Estados Unidos firmaron el tratado Herrán-Hay
representando a nuestro país uno de nuestros ilustres y siempre incompetentes
congresistas: Tomasito Herrán, que mi diosito lo tenga en los infiernos
ardiendo a fuego lento por falseto, así como hervirán algún día toda esa manada
de ladrones de cuello blanco que tienen a mi pobre Locombia desangrada y de las
güevas...” “¡Essssooooooo!” exclama y ríe otro campesino, mientras otros
sueltan algunas risotadas viéndome como me paro y manoteo con la mano derecha
alegando y echando maldiciones con mi cara roja y hablando como pastor evangélico
poseído por el espíritu santo…
“¡Hoy perdimoooooos!, como perdimos Panáma por allá un
3 noviembre del mismo 1903 por la tardecita, con un sol inclemente como el de
hoy cuando Panamá (que se llamaba Departamento del Itsmo) al ver este desorden
de nosotros los locombianos, armó rancho aparte y nos dejó fraccionados,
gracias a la incompetente dirigencia de este pueblo que aun hoy, maneja este
país como si fuera una finca, como señores feudales en pleno siglo XXI!”
-“Cálmese don Jermín…”, me dice doña Margareth dándome
palmaditas en la espalda como sacándole gases a un niño recién nacido y me pasa
un par de servilletas pa secarme el sudor. Tomo aire y me siento en la
banquita, me zampo otra empanada mientras otro campesino dice al fondo: -“¡Pásale
otra limonadita de mango ahí al viejo Fermín que yo invito!”
Miro a la gente de esta vereda, y a un grupo de
estudiantes que se acerca después de salir de la escuela para ir a almorzar a
sus casas. Algunos se quedan entre interesados, la recocha y las risas, en lo
que se ha vuelto una costumbre cada vez que coincido con algunas comunidades de las veredas en rededor, en mis ratos libres, noches frescas y tardes
soleados como hoy, a departir y practicar el deporte nacional por el cual aún
cobran impuesto: hablar mierda.
“¿Qué más puedo decirles mucharejos? Perdimos hoy no sé
cuantos baldaos de agua de un territorio que muchos ni sabíamos que existía y
que el gobierno nacional a lo largo de su historia nunca se ha preocupado ni
administrativa, ni cultural, ni ambientalmente.” Entonces corro la banca un poco hacia atrás y
saco el machete y rayo un mapa de Colombia en el piso de tierra que se parece
más a un oso hormiguero (porque yo pa dibujar soy como negao, sólo me quedaban
bien hechos los dibujos en la escuela cuando los calcaba en papel calco, o me
los hacía mi hermana Luz que es una dura pa´los mamarrachos).
“Perdimos…” Continúo mientras señalo y la gente mira
de reojo el mapa trazado y el recorrido de mi machete -“…así como perdimos con
Venezuela zonas aledañas entre la Guajira y Maracaibo, el mar Caribe, el Orinoco
y el Amazonas, por allá en varios
tratados incluido el tratado final de fronteras de 1941. Por estos laos también
se ha perdido tierrita mucharejos..." Y sigo trazando en la tierra "...por el Ecuador donde en 1916
hubo un tratado fronterizo…” Digo y les explico luego que Brasil y Perú sacaron
su buena tajada mientras menciono el tratado Mosquera-Piedemonte de 1830 y otro
de por allá de 1953. Finalmente agrego un par de trazos al mamarracho en el
piso pa explicarles cómo era la Nueva Granada y como nos fuimos
desintegrando “¡Ahí sí que perdimos territorio!” Añado.
-“Bueno mucharejos, no les doy más lata ni mas
cháchara ya veo que es hora de regresar a las labores del campo y a mí también
me espera una tarde de deshierbe de unas maticas de maíz que me sembré estos
días. Y ustedes mucharejitos…” Señalo a un grupo de estudiantes, “…se van pa sus casa a hacer tareas pa que
salgan bien en el estudio. El estudio no da plata, pero eso sí, les da opciones
y si ustedes aprenden como son las cosas, podrán idearse formas de salirse un
poco de un sistema trazado e ideado para el beneficio de unos pocos.
“¡Así mucharejos que a cuidar sus tierritas, antes de
que algún avivato se las arrebate!” Vocifero, y Ancízar, un joven jornalero que
viene de la vereda Las Lomas, recostado junto a la vitrina de las empanadas
dice tirando desde su jeta arroz por los aires: “¡Don Jermín yo la única tierra
que tengo es la que tengo en la orejas!” Y todos soltamos la risotada.
“Vean mis pandechócolos!, Paren pues gónadas: Tierrita
que según estos datos que me aterrizan acá en el celular ha perdido Locombia:
Aproximadamente 2´583.000 km2 hasta 1830, y de ahí al año 1950: 1´440.000 km2 y
del año 50 pa acá: 1´151.000 km2. ¡Sumen!
¡Jueputa si nos estamos es desapareciendo! Pero más triste que perdamos
mar, tierra, cielo, plata, recursos naturales; es lo que pierde este país todos
los días: Vidas, justicia, dignidad, igualdad, tradiciones, identidad, sueños y
esperanzas…” Digo mientras la tertulia se desintegra y cada uno paga su cuenta a doña Margarita.
“¡Sigaaaaaamos montando a esas bestias ignorantes de
mandatarios allá en el poder que lo único que hacen bien es rascarse las güevas
y gastarse la platica del pueblo en carros lujosos y negocios personales!” Exclama
don Tiberio, un anciano sentado en una banca, y escupe parte de su tabaco en
un rastrojo. Veo al fondo a algunos jornaleros que guardan sus portas de almuerzo
para continuar con la jornada de trabajo mientras uno exclama sonriendo: “¡Este
Fermín habla más que un perdido cuando lo encuentran!”
“¡Pero vean!...” Grito ahora desde el otro lado del
alambrado junto a la carretera destapada donde he empezado a coger el camino pa
mi vereda y seguir pa´l rancho. “…!Les voy a decir tanto como esto:!…” Y todos
voltean a mirar atentos desde la fondita de doña Margarita a lo lejos. Los miro,
se me va la paloma y pierdo el impulso, entonces sólo levanto las cejas, me
pongo el sombrero, encojo los hombros y
digo: “¡Perdimos!”
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