Por: Fermín López
-“¡Por fin conocí el mar!, uno si es muy montañero”, le digo a Vanessa por el celular mientras me tomo una agüita de coco y miro a una despampanante morena en una playa del Pacífico. -“¡Ah! ¿No estás en la finca? Vos si andás más que el judío errante”, me dice Vane mientras se despide dizque porque tiene clase de piano temprano y en Toulouse ya es tarde (aunque le noto el tono de voz como si estuviera molesta). ¿Será que pensé en voz alta lo de la despampanante morena?, creo que la cagué…y tan bien que íbamos. -“Ok Vane, mucha suerte con tus cosas, la próxima vez te llamo yo, au revoir”. Cuelgo. La despampanante morena se me acerca y sorprendido le sonrío preguntándome mentalmente si es la loción (pero me acuerdo que loción no uso), la barba de tres días, o mi sombrilla (que parece puesto de perros de lo grande, con dibujos de El Príncipe de Egipto, la peli de Disney) la que le hizo acercarse. No tardo en averiguar el motivo de su aproximación. -“Bonita sombrilla, ¿puedo sentarme?” me dice y ahora veo la morena a contraluz. -“Claro, hacele” le digo.
Se sienta a mi lado y minutos más tarde saca un protector solar de su bolso, invitándome con su mirada coqueta a aplicarle un poco en el cuerpo. -“Y ¿vos que hacés?, ve” me interroga con un acento valluno. -“¿Moi? digo mientras una parte de mi cabeza piensa todavía en Vanesa. -“Perdón, ¿Yo?” le contesto concentrándome ahora en sus piernas y volviendo a tierra. -“Si vos, ¿a qué te dedicás?“. –“Pues no sé, a sobrevivir, supongo. También a llevar un poco la contraria viendo las cosas desde otra perspectiva y tratar de hacer lo que quiero, de eso se trata ¿no? de ser libres… Y ¿vos?”, le interrogo mientras mis manos se impregnan en crema preparándose para navegar en su piel canela. -“Terminando
Al otro día me dice que si la puedo acompañar al pueblo porque necesita un cajero automático. –“¡Uy! Qué pereza ir por allá” le digo. –“Perdóname la franqueza pero qué mamera moverme de acá ¡y a un cajero! ¡Peor!, ¿necesitás mucho dinero? mejor te presto”, le digo tirado en una hamaca viendo el paisaje como si estuviera apreciando un cuadro de Edward Hooper y agrego: -“ Pa` llegar allá y que el cajero no te dé plata y luego te descuenten como si te hubiera dado y no te dé recibo y el banco cerrao, y nadie contesta el teléfono y el vigilante te diga: “toca el martes en el banco donde tiene la cuenta, en horario de oficina señorita”…y se te dañen las vacaciones porque se te va a perder la platica; tiempo sobra. A un amigo se le robaron como seis palos, ¡si! seis millones de pesos, un cajero loco, y ahí quedaron sus vacaciones y sus ahorritos. Se los chupó el banco cuan personaje de Bram Stoker”. –“¿Entonces vos no tenés tarjeta, ve? Me interroga mientras pienso que cuando le diga lo paupérrimo que soy saldrá despavorida como el Correcaminos. –“¡No! Ni tarjeta, ni chequera, ni cuenta corriente, ni de ahorros, ni CDT, ni nada de eso. ¡Qué miedo! Bien escaso el dinero, harto trabajo que cuesta conseguirlo pa´ llevárselo a los bancos a que trabajen con él y se tapen en plata mientras que en cada diligencia que hace uno la van descontando (cuando debería ser obligación de la entidad que presta el servicio): que consulta del saldo ¡juáquete! se fue un viajao, que retiro del cajero, ¡chas! le hacen otro descuento, que una transacción ¡chuaz! venga pa´ acá, que solicitud de tal cosa ¡chángala! perdió, que tiene que pagar el talonario ¡Zas! mate, que la chequera vale tanto ¡Splast! esto es pa nosotros, que el cuatro por mil Pssst! pase a ver…Estornuda uno o se saca un moco dentro del banco y es uno azarado porque a lo mejor eso también tiene tarifa (debe estar estipulado allá en las letricas pequeñas que nunca se ve en los papeles que uno firma). Dentro de poco cobran la fila.
Poco a poco se van mermando sus ahorros. Todo lo paga uno. Y cuando usted va por su platica resulta que le debe al banco. Como le pasó a unos vecinos en la vereda donde vivo, que guardaron la platica del acueducto comunitario en un antro de estos, como dos milloncitos y cuando fueron al tiempo a retirar pa´ comprar unas vaquitas y hacer una reunioncita, ¡Oh sorpresa! le debían al banco como ciento cincuenta mil pesos. Bancos ¡HIDEPUTAS!, como diría Cervantes. A ver si comparten sus exuberantes ganancias. NA-DA. ¡Ni un puto centavo pa´ sus ahorradores! TO-DO PA E- LLOS. Yo mi poca plata no la llevo pa´l banco, eso es una pirámide legal. Esa gente no se toma un tinto de parte mía. ¡MALPARIDOS! Yo prefiero los escondites caseros como los abuelos: el colchón, un baúl, un cojín feo, el zarzo, una guadua…”.
Sorprendentemente Isabel (que así se llama la despampanante morena) sigue ahí al saber que soy paupérrimo y se me sienta al lado de la hamaca sonriendo tímidamente y diciendo: “Eso es cierto, y vaya uno a prestar plata y tiene que demostrar que no la necesita, o cobran unos intereses elevados que termina la gente en la calle…y el estado persiguiendo las pirámides que si comparten sus ganancias con la gente. ¿Que pensás de lo de DMG?”
-“Pues la verdad yo sólo creo en la plata que te ganás vos mismo trabajando, con esfuerzo y dedicación. ¡Ah! Y haciendo lo que te gusta, creo que es lo más importante. Pero desafortunadamente el narcotráfico nos dejó esa cultura de la plata fácil, y es a toda escala ¿oiga?, desde el Senador de
-“¡Jueputa! Yo si hablo mucha mierda ¿no? A ver si me enruto de nuevo…¿en qué íbamos?...¡ah ya!” le contesto.
-“Esa vaina de las pirámides pasa acá cada rato. Gracias a nuestra cultura de la plata fácil de la que te hablaba. Pasan dos, cinco, diez años y la gente vuelve y cae en las pirámides. Ahora la cosa es mas dura, creo yo, pues como las “pirámides legales” o sea los bancos, no dan rendimiento, pues la gente confía sus ahorros al primero que le ofrezca una buena rentabilidad. Culpa del mismo Estado y los bancos ¿no? Además si analizás en este país todo funciona a partir de pirámides: ¿Qué es el sistema de salud sino una pirámide?, ¿las loterías? ¿las pensiones? Esa si que es una pirámide muy áspera. Vos guardando tu platica dizque pa´ tu pensión, ¿a los sesenta?, ¿sesenta y cinco años? No se…cada vez aumentan los años pa´uno pensionarse. Cuando el promedio de vida acá en Locombia va pa´atrás, yo creo que la generación nacida del setenta pa´cá no llegamos a los cincuenta. Con tanto estrés, tanta contaminación, viendo noticieros decadentes, durmiendo mal; tomando gaseosas y comiendo porquerías, y a deshoras, para trabajar como mulas porque el poseer se volvió la razón de la existencia…nunca veremos esa pensión. Esa platica se perdió. Yo por eso el dinero de la pensión lo meto en una alcancía y cada que puedo aprovecho me vuelo a pasear y conocer y no esperar una edad de jubilación que terminará embolatada en el ajetreo de la esclavitud moderna de estos locos tiempos…
Tonces no sé, por lo que oí del man de DMG deberían darle más bien un Nóbel de economía, pues poner a la gente a ganar plata en el Putumayo con electrodomésticos en vez de raspar hoja de coca, es una hazaña la hijueputa ¿no? El hombre es un genio. Ahora que el man estaba lavando plata, pues vaya usted a saber, a lo mejor el negocio sí era rentable, y si no, si lavaba dinero, pues por lo menos compartía las ganancias con la gente. Es que aquí también nos mata la doble moral. A ver si alguien decía algo cuando los carteles lavaban plata con empresas fachadas en los ochentas y los noventas donde todo el mundo comía. Desde los presidentes hasta los albañiles y guachimanes.
Ahora, sí la vaina era ilegal entonces ¿porqué tenía los documentos al día y pagaban impuestos y todo? Entonces que
Habrá que esperar a ver que pasa con don David, que sorprendentemente nos demostró que aquí es imposible el sueño americano, todo lo del pobre es robao, pero también nos mostró que el sistema se puede tumbar, o por lo menos hacerlo tambalear sin secuestros, ni muertos, ni oxidadas revoluciones. Sólo se necesita una fórmula financiera, que le de duro a los bancos y los grupos económicos (los dueños de esta finca). Porque está demostrado, que lo único que les importa a los colombianos como al resto del planeta es la plata. No más.
Por ahora, seguirá un pueblo esclavo esperando su Moisés, trabajando de sol a sombra, construyendo con su trabajo y su dinero estas “pirámides legales” donde los únicos que ganan incalculables cifras son los dueños de los bancos: los Faraones Inmortales…de parte mía y millones de colombianos va este: ¡DOBLESTRIPLESCUATRUPLESQUÍNTUPLESHIJUEPUTAS!”.
La despampanante morena se ríe mientras el cielo pinta ahora un atardecer que suena a Eric Clapton cantando “I Shot the Sheriff”, la song de Marley. Isabel y yo quedamos hipnotizados disfrutando del paisaje mientras la brisa del mar hace sonar la madera de las pocas cabañitas rústicas de esta playita escondida en algún punto del Pacífico.
2 comentarios:
Cambio los pesos que no tengo y los que nunca tendré en Los Faraones Inmortales por escuchar ése Clapton-Marley atardecer.
AnaBel.
me gusta el atardecer del pacifico alrededor de los mulatos con sus miradas de conformidad y de futuro incierto de la patria que los tiene abandonados, pero paradojicamente se respira PAZ,y que solo nosotros desde el diario vivir podemos reconocer que es una paz a medias mientras mis hermanos del pacifico carecen de justicia que necesita mi bella gente porque ellos si conocen de hambre y miseria..magnifico relato, de todo un poco habria para hablar y evocar de mi patria en donde cada dia todo esta mas revolcado, enredado y al borde del cataclismo.
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