martes, 17 de abril de 2007

Tan fuerte como la muerte

Por: Fermín López
Abril 2007


“¡Oiga, pero qué traga tan brava!”, me escribe Paty en la ventanita del messenger mientras cambio el ícono de conectado por no disponible y despido a otros dos amigos que tenía en el chat. Necesitaba orientación para poder entender una vez más la psiquis femenina que cada día me sorprende en mayor forma. Y Paty es la indicada. “Y entonces ¿sí le dijo que la quería?”, me escribe mientras un chistosito ruido acompañado de una luz intermitente me hace saber que llegó el mensaje. “¿Usted qué cree?”, le escribo a Paty y le envío una carita feliz de esas que están predeterminadas ahí en el messenger para acompañar los mensajes. Son las únicas que mando, las caritas. Yo no sé de donde diablos bajan una cantidad de figuras y simbolitos de los mas graciosos: que el Chavo del Ocho, que un muñequito que parece que caminara y no pasa del mismo punto, que el señor Burns, que florecitas, que miquitos, hasta un signo de interrogación que se convierte en la frase “¡te hice una pregunta, boludo!” y un sin fin de emoticones… ¡Sí! Ya me acordé, así se llaman. Emoticones. ¡Ah! y hay otro que me pareció muy bueno de una rubia haciendo strep-tease (ese me lo mandó Luis una vez que chateábamos sobre lo perversos que eran Caracol y RCN)…



Ya se me perdió el hilo, o más bien la ventanita del messenger…ah ya. Entonces me escribe Paty “Conociéndolo como lo conozco…no creo que le haya dicho que la quería.” Y me manda una figurita de esas raras que les decía, ésta tiene forma de chigüiro del parque Puinaway… “Es que yo no sé qué me pasa con esta vieja. Parezco un adolescente.” Tecleo y le oprimo la tecla enviar. De pronto se me acerca Juan mientras lanza una risotada y dice: “¡Véalo ahí pegado del maldito messenger como un pobre adolescente!” y pasa la mano varias veces frente a la pantalla del computador para desconcentrarme. “¿Qué hubo hombre?... no jodás que este chat es de vida o muerte, hablamos ahorita” le digo sin despegar los ojos del monitor. “Lo perdimos” dice carcajeándose mientras da la vuelta y entra a la sala de redacción.



“¿Y entonces qué pasó?”. Me pregunta Paty. Y le cuento con pelos y señales lo que ha sucedido. En resumidas cuentas que yo soy muy petardo para expresar los sentimientos, y frases como “te quiero” o “la amo” se me hacen recursis, y mi lengua se niega a aceptar las órdenes de mi cerebro… sí, del cerebro, yo ya no creo en esos cuenticos del corazón y esas meloserías; el corazón es un músculo que bombea sangre, y pare de contar. Me acordé de una amigovia que tuve y me decía: “te quiero” y yo le contestaba: “gracias, lo mismo” y ella ahí mismo se reía dándome un puño en el brazo y exclamaba: “Vos si no tenés remedio, ¡vos sos un palo!”.



Pero el palo se está desastillando. Llevo varios meses que esta nena me está moviendo el piso. Si hasta la última vez que me encomendé al razonamiento dejando las cosas quietas, sonó el teléfono de la casa y era ella invitándome a jugar ajedrez un viernes por la tarde; a mi mamá casi le toca recogerme con cuchara. Ese día me derritió y mandó a volar la razón a la puta mierda mientras el mariconcito de Cupido volaba alrededor del cable telefónico y me disparaba sus flechitas a diestra y siniestra. ¡Angel guevón!



Yo no sé que hacer. “Porque el amor es tan fuerte como la muerte”, una vez leí eso en la Biblia y pensándolo bien, esto es como la muerte, esta vez pasé por las mismas etapas: la negación, la rabia, la depre y la aceptación. Primero la negación: “No, yo que voy a estar enamorado, yo estoy muy… ¿cómo es que dice un amigo? Ah ya me acordé. Yo ya estoy muy jecho para esas pendejadas, no, no, no. Lo que estoy es encaprichado”. Luego la rabia: “¡Hijueputa! ¡Vea pues! Yo con tantas cosas que hacer y dizque enamorándome.” Luego la depre: Es uno como ido, caminando mas calles pudiendo abordar el monorriel, digo el Megabús ahí a una cuadra, y lo agarra a uno la pensadera y el miedo y suponiendo esto y aquello y mire pa`l suelo y uno es tan salado que por esos días llueve y todo es gris y ¡que depre tan áspera!.


Y por fin, tiempo después llegó la aceptación: “Bueno mijo, ya está hasta el cuello, ahora si mande a volar el miedo y enfrente la situa”.


Entonces cómo yo soy malo pa´decir esas cosas, preferí raptar unos versos (para nada melosos) –“te ofrezco menguadas calles, desesperados ocasos, la luna de los andrajosos suburbios, te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado muchas veces la luna solitaria”- para que me ayudaran un poquito. Aunque cómo que la espanté, hubiera buscado algo de Bécquer, Neruda o de don Felix Rubén García (más conocido en los bajos fondos como Rubén Darío), pero ahí sí me hubiera espantado yo; además la verdad yo no sé porque ando en estas si después de la última enamorada en la que me fui en volqueta me volví mas racional (lo más de bueno) y parecía que había exorcizado al fantasma del amor. El amor, “¡el amor es una vaina que concibieron para propagar la especie!, eso se lo inventaron por allá a finales de mil ochocientos donde una manada de desocupados le dieron más importancia a los sentimientos que a la razón, ¡el amor! Con ese cuentico se tapó en plata Delia Fiallo y nos dejó ese cáncer llamado telenovelas que carcome a la gente en horario triple A haciéndole creer que existen los happy ends”, consolaba yo a un amigo una vez que lo dejó la novia y tenía una tusa más brava; pobrecito, eso como duele.



“¿Pero entonces que le dijo ella?” pregunta Paty. “Pues no. Me dejó en ascuas, ni me mandó a volar diciéndome que tenía novio, ni me dijo la temida frase de “te quiero como a un amigo” o si de pronto sentía algo por mí; ¡ni nada! Que incertidumbre tan boleta. Yo no creía en el limbo hasta ese día cuando le entregué el papelito con los versos y me dijo que hablábamos luego y hasta el sol de hoy.” Escribo en la ventanita y cuando voy a espichar la tecla enviar entra Chepe todo acelerado y me quita el mouse mientras dice: “!que hubo! ¿Ya descargaría la peliculita de Crystal Hunter que puse a bajar?” “¿De quien? dejá de estorbar hombre!...eche pa´ allá cual película ni que ocho cuartos, estoy en algo importante” le digo mientras lo empujo a un lado. “Esperate yo abro la mulita (así le dice al eMule) a ver si ya bajó”. “¡Después, después!” le digo mientras forcejeo con él por el control del mouse. Finalmente gano la posesión del dispositivo y presiono la tecla enviar mientras que con el pie izquierdo logro dejar fuera de juego a Chepe que con el empujón llega hasta el escritorio de Francisco, el redactor de deportes. “Ahhh!” me responde Chepe con un gracioso acento susurrando mientras estira ambos brazos señalando el monitor. “Pero así no podemos compadre, ahí desperdiciando el Internet chateando… ¡dejame ver un videito de Aria Giovanni siquiera!”. “¡Vea! ¡Pilas! Que llegó don Heliodoro” le contesto mientras con la cabeza le señalo al director del periódico que viene subiendo las escalas.



“Y yo que pensé que me había curado del virus del amor ¡y vea! Me dio una recaída. ¡Que vaina! Y eso que lo pone a desvariar a uno y todo” le escribo a Paty mientras en la ventanita aparece escrita su risa con unos breves “jajaja”. Y luego escribe:"Mijo, lo mandaron a coger café con linterna”. “¿Con linterna? Más bien con un fosforito…Hablamos luego, debo entregar un articulito antes de que acabe el día, un abrazo…” le respondo y le mando una carita triste. Paty se despide y me manda otra figurita que tiene pinta como de abrazo. Me enderezo en la silla y le sonrío a don Heliodoro que pasa al lado de mi escritorio justo después de que yo cierro el messenger y queda en pantalla el documento de Word que lleva por título: “¡Mirando al diablo!”. Cuando el jefe entra a su oficce, vuelvo a dar doble click donde dice Windows Live Messenger, inicio sesión y escribo en el espacio para compartir mensajes personales unas líneas de Michael Ondaatje que vienen a mi mente:” ¿Cómo puede ocurrir algo así? Enamorarse y quedar desmembrado?”. Luego cierro sesión. Desconectado.

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