miércoles, 1 de octubre de 2008

Los mercaderes de la muerte

Por: Fermín López

-¡Ay Dios!-, exclamo tranquilo al volante del viejo willys mientras estaciono el cacharrito en la plaza de un pueblito de Antioquia. En una vereda a veinte minutos de allí vivo hace unos días. Casi no llego, esa carretera está a punto de perderse entre el lodo y la maleza, además las volquetas que deberían mandar cargadas de trabajadores y materiales pa´ que arreglen la vía están cargando reinas y borrachos en un pueblo vecino…colombian people.



¡"Güenas don Fermín!", me saluda don Toñito (un agraciado anciano que se parece a Geppetto) cuando entro a su granero que se encuentra bajando la plaza y que tiene a la entrada este poderoso letrero: "se bende panela, arros, frijoles, asukar, leche, queso, pomadas, machetes, cabuyas, oyas, alpargatas, baigón y otros comestibles"…



-Don Toñito, le regalo el don, ya le he dicho que me llamés Fermín, así, a secas…no es que me sienta viejo con el don sino que esa vaina es como de respeto, como de jerarquía, de experiencia. ¡Don!, usted don Toñito y los de su generación que le han aguantado el paso a esta vida tan dura y desde pelaos la cogieron por los cuernos. ¡Don!, mi papá y mis tíos, yo los veo en esas fotos cuando apenas tenían veinte años y que cara de patrones, uno con treinta años y esta cara de guevón... "Ja ja ja, este Fermín y sus ocurrencias" dice don Toñito mientras me estrecha la mano. Dice usted don y me acuerdo del Don: don Vito Corleone, el Padrino, ¿se acuerda? Le interrogo. -"¡Claro! La película que me emprestó hace unos días, muy güena! ¡Eso si era mafia!, qué organización, qué honor, qué respeto, qué elegancia, no como los de agora que eso es al que más cadenas de oro tenga colgadas del pescuezo, al que más tiros descargue, al que más lora dé por ahí con viejas tetonas, carros, rancheras y vallenatos a todo taco", me responde el cuchito echándose pa´ atrás de la cabeza un mechón largo de canas que cuelga de su calva.

Y ¿qué va a llevar Fermín? ¿Lo mismo de siempre? "Si don Toñito, el mercado pa´ la semana". -Y ¿cómo se ha sentido por acá? Me pregunta mientras pesa el maíz en una vieja báscula carcomida por los años. Muy bien, le digo. El cambio fue muy bueno. La ciudad está imposible. Allá todo el mundo es a toda mierda, donde sólo se ve la ley del codazo y sálvese quien pueda. Además que la plata ya no alcanza. Todo está por las nubes. Los servicios públicos llegan cada veinte días, y a veces cobrando cosas que no son o cobran de más y vaya pues haga el reclamo. Eso son filas y filas y filas de gente, parece Cuba. Además a las casas llegan a cada rato revistas de los grandes almacenes embaucando a la gente pa´ que compren y compren y compren y compren como si eso fuera la única razón de la existencia. Y uno que en vez de adquirir lo necesario termina comprando güevonadas que acaban en la basura o desechadas porque al otro mes ya salió otra vaina y eso es un círculo vicioso, una adicción legalizada. Y quiébrese el lomo como un burro para comprar lo que la televisión dice y todos como hipnotizados del trabajo al sillón de la tele y de ahí al hiperalmacén y otra vez pal trabajo y pal sillón de la tele y después pal hiperalmacén y otra vez pal trabajo y vuelve y gira "la rueda de la fortuna", y la plata que no alcanza, ¡que va a alcanzar con esa puta gastadera!, porque eso sí, los hiperalmacenes dan tarjetas, plazos, créditos, "facilidades" con tal de que no se les seque la tetica", le contesto sentado mientras mi mano izquierda sostiene mi rostro caído con la mirada perdida.

"Pues si está duro por aquí Fermín, que los servicios y los arriendos son baratos, que no hay buses porque el pueblo es tan chiquito que uno camina. O dada la situación en algunos veredas han vuelto al trueque, si no hay plata cambian panela por aguacates o maíz por leche; ¿qué será por allá que todo es pagando y tan costoso?." Dice don Toñito mientras pesa y empaca los fríjoles. –"Y no sólo eso", le respondo, "…sino el ritmo de vida. Uno allá es a las carreras y a veces no se tiene tiempo de comer o de dormir. "¿Cómo?" me dice el anciano abriendo los ojos mientras se rasca la barbilla. "Eso si es grave. Pa´mi primero el buche y mis ocho horas diarias de sueñito. Yo nunca he entendido lo de ese relojito que empieza a chillar y a interrumpir el sueño, si uno tiene que madrugar, pues se acuesta temprano. Cómo es de güeno levantarse uno voluntariamente" me dice mientras enciende su vieja pipa. -"Eso es cierto, don Toñito ¿quién putas se inventaría los horarios y ese aparato diabólico del despertador? Le digo sonriendo. "Sí, es que el sueño y la comida son fundamentales pa´ la salú; véame a mí con ochenta abriles y nunca he ido donde un médico ni me he tomao una pasta pa´ un dolor de cabeza" dice el cucho inflando pecho. "Y véame a mí con treinta años don Toñito y con el nochero lleno de remedios", le confieso mientras saco un bocadillo de un frasco que está sobre la vitrina llevándomelo a la boca, y agrego con la boca llena: "Essa ess la otrrra, sse ennferrrma unno y vayya quue lo atiendddan…". Trago el bocadillo y continúo: "… fuera de pagar un seguro bien caro, se alivia uno es como de rabia del servicio de salud tan malo y la deshumanización. "¡El carné de la EPS!", le gritaban a un pobre hombre inconciente en una camilla, con la cabeza ensangrentada y los ojos desorbitados y el desdichado más al lado de San Pedro porque a este lado no lo atendían hasta que mostrara su carné e ingresaran y verificaran en el "sistema" su EPS…colombian people. ¿Seguro? ¡Con este sistema de salud, segura la muerte!". -"¡Qué crueldad!", exclama el viejito y se sienta en un taburete al lado de una vieja vitrola y pone a sonar un tango: "..el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis, en el dos mil también…".

Saco otro bocadillo y me despido: "Gracias don Toñito, guárdeme ahí el costal con el mercado yo voy a comprar la carne y al Internet a mandar un trabajo y ya vuelvo pa´que juguemos dominó un ratico antes de irme pa´ la finca".

Camino por el pueblo contemplando un balcón lleno de flores y me timbra el celu. Es Vanesa, (¿la recuerdan? La de los ojos grises, el pelo rojo y que cuando aparece me desordena el pasado). ¡Hola! ¿Cómo vas? ¿Qué tal Toulouse?, le digo… ¡Ah! creo que no les he contado lo de la ida de Vanesa ¿cierto?...bueno a veces se me pasa contarles cosas que les pasa a mucha gente que por acá pasa: por estas líneas de palabras gastadas y repetidas que se han convertido en mi exorcismo. Creo que también los dejé en vilo con lo de la otra nena que me tenía en jaque, ¿la recuerdan? la que me empezó a mover el piso antes de que volviera Vanesa…bueno, pues esa también se fue. Todos nos estamos yendo, huyendo, no sé. En estos casos prefiero no ahondar en detalles. Entonces los actualizo así a las carreras: Vanesa. Beca. Música. Francia. "¿Te vas conmigo?" Dice ella. "Je ne parle pas français", le digo. "No importa", agrega. "Dejame yo aprendo el idioma y luego te caigo" respondo. "Tan bobo", me dice y se ríe. Caminamos una tarde por el centro. Un domingo hablamos escoltados por nuestros miedos. Un lunes le ayudo a empacar. Un martes la acompaño al aeropuerto. Un avión despegando. Un hombre cobarde y triste tira una nota al suelo y mete sus manos en los bolsillos. Fragmentos de lluvia. Un papel escrito a mano que dice: "mi ángel, mi todo, mi otro yo, unas cuantas palabras y a lápiz" (una frasecita de una peli sobre Beethoven). El papelito hundiéndose en un charco.

¡Listo! actualizados. Entonces hablo con Vane por el celu, me cuenta de París, de la beca, de su pasión: la música. Le cuento de mi nueva casa, del pueblo donde una vez la traje a que conociera la finca del abuelo. Le digo que todo sigue igual, que Locombia no mejora, que todo el planeta va pa´l caño, que ¡esto se acabó! "¡Pesimista!", me dice. "Realista" le contesto. "¡Loco!", dice. "Anarquista", le aclaro. "Te extraño", me confiesa. "¿Aló? ¿Aló?" Le respondo, mientras al otro lado ella ríe y dice: "¡Vos no cambiás, sos un palo!"

Compro la carne y entro a una cafetería a comer algo. Lo que me faltaba: una noticia extra de Caracol o RCN, no recuerdo cual canal era, da lo mismo, iguales de dañinos y perversos. "¿Será lo de la caída del Dow Jones?" pienso. ¡Ingenuo!, esos de eso no saben, sólo saben de muertos y chismes. Es lo único que les interesa, es pa´ lo que les pagan. ¡Ah! y a veces cuando se "aparece" la Virgen en una puerta, en una pared o en una empanada… colombian people

Preciso, un muerto. Un niño. Otro de los tantos miles que enfilan la lista de nuestro país. Este apenas es el iceberg que asoma sobre los goles, la farándula y la política. Porque gracias a ese periodismo superficial, sensacionalista y mercantilista de estos dos canales, la montaña de muertos seguirá creciendo. Sólo falta que aparezca Pirry con su vocecita lastimera y su cara de comadreja dándoselas de cronista. Peor, sale la nota y el camarógrafo que se lambe por enfocar el cuerpo. Y los periodistas en el lugar de la noticia como gallinazos y demás aves carroñeras. Luego el zoom in al rostro de la madre. ¡Pobre mujer! Se me sube la bilirrubina y estoy a punto de lanzar el pocillo al cíclope que ahora introduce un tema musical de la película Corazón Valiente como diciéndole al televidente: "¡llorá pues hijueputa!", el dueño del local cambia el canal evitando que lance mi desayuno a la pantalla. Pero igual, el otro canal sigue la misma fórmula, sólo que con una pieza musical de piano que tiene el mismo mensaje: "¡lloren pues hijueputas!". ¡Qué irrespeto!, ¡Qué bajeza!, ¡Qué porquería! ¡Qué canallada! El solo hecho de la muerte de un niño es ya en sí una tragedia y una vergüenza para un país insensible con su infancia. El reflejo de una sociedad decadente. ¿Qué necesidad de volverla espectáculo? ¿El apetito de fama y un cheque con varios ceros les hizo borrar de la cabeza las palabras ética, análisis, investigación, humanidad, respeto al dolor ajeno? …¡Caracol y RCN!: ¿Porque no dejan descansar los muertos y a sus dolientes que los lloren en paz? ¡Mercaderes de la muerte!

martes, 8 de julio de 2008

En la tierra de las sombras

Por: Fermín López


Que si le puedo regalar un artículo hablando de Superman, me dice un viejo amigo entusiasta de las historietas por el chat. ¿Superman? Le respondo, ¿ese pobre héroe que terminó criticado, señalado y abucheado como los grandes mártires y hombres que nos demostraron que en medio de tanta mierda el hombre puede ser un mejor ser humano? -El mismo que vuela y salta me responde el parcero por la ventanita del messenger. Ok, le digo, veré que puedo hacer. –“Ah!...cortico mijo, que usted a veces se pega unas estiradas…”, me aclara mientras me manda un emoticón con una mano cerrada y el pulgar arriba y me acuerdo de mi amigo Junior, nativo de Juiz de Forá, el brasilero que siempre indicaba con la mano cerrada y el pulgar arriba cuando decía tudo bem.



Luego, mientras espero el metro en Alpujarra y miro a una paisita que me devuelve una sonrisa bajando las escalas al otro lado de la estación, empiezo a escarbar en los recuerdos de la infancia: Cuando me tiré del descanso de las escalas de la casa con una toalla amarrada en la nuca y los calzoncillos por fuera del pantalón y casi me descalabro; cuando sentado frente a la tele blanco y negro veía unos capítulos protagonizados por George Reeves (una vieja serie de los cincuenta) mientras mamá nos regalaba chocolate con pan (a mis tres hermanos y a mí…ah! Y a media docena de vecinitos que se daban cita en mi casa porque la tele iba con refrigerio incluido); cuando me cogía la tarde para llegar al colegio porque me quedaba frente al espejo sacándome el “corrusquito” para quedar peinado como Superman, o cuando casi ahorcamos a Coronel (el perro de la finca de mi abuela) con un mantel cuando jugábamos a los superhéroes y a Coronel le tocaba ser Kripto.



Mas tarde atravesando el puente de Bello miro la vieja estación, y sus trenes oxidados me recuerdan el: “más rápido que una locomotora”…y de pronto retumba la voz de mi abuelo cerca al occipital desconcentrándome del tema: “…cof, cof, cof…mijito la locomotora, ese maravilloso invento sentenciado a muerte en este país de mafias. Quien sabe que congresista tenía por ahí su guardadito de mulas, camiones y gasolineras o que amigotes movieron sus influencias para acabar con el caballo de acero…cof, cof, cof….es que eso no pasa sino aquí…que desperdicio de transporte. Mire por allá en otras partes del mundo que en vez de acabar con el trencito lo mejoraron y puede uno cruzar ciudades barato y sintiendo esa sensación de libertad que sólo se siente en el tren cuando uno saca la cabeza por la ventana y siente el viento en la cara y el sonido chu!, chu!, chu!... porque vaya uno a sacar la cabeza en un pullman y verá como es que le rosa la cabeza pero otro carro y sólo se oye el: -¡oiga viejo loco! esconda la cabeza que se la van es mochando-…cof, cof, cof…”


Al otro día me bajo del metro en Berrío y camino hacia las librerías y pregunto que donde puedo encontrar algunos comics y recuerdo cuando en Pereira iba con mi amigo Orlando a comprar las revistas de Memín y Superman con lo que ahorrábamos del “algo”, y luego nos sentábamos a leer y releer las historietas que coleccionábamos; entonces el frío del tiempo me recorre la espalda hasta llegar al cerebro que automáticamente me dibuja en la cara una sonrisa con aire de nostalgia y me veo reflejado en el vidrio de una vitrina como un viejo fantasma.


Sentado junto a una gordita de Botero, ojeo una revista de Paul Dini y Alex Ross con un dibujo hiperrealista que me hace creer que Superman si existe. ¿Y si existiera? Siempre ha existido ¿no? Hércules, Sansón, Arturo…también muchos otros con ideales de verdad y justicia (esos que vocifera nuestro héroe tildado de pelmazo y boy scout) que suenan tan ficticios en estos tiempos donde como escribiera Camus: “…vivir por encima de los otros sigue siendo la única manera de que los demás lo vean y lo saluden a uno…” ¡Ay Dios! los ideales, esos por los que han matado a más de uno, desde tiempos remotos alrededor de esta loca esfera.


Y es que junto con los tiempos, los valores van mutando ¿Ideales? ¿Que es eso?, preguntará un desprevenido periodista televisivo de noticias Caracol o RCN que no le llega ni a la uña del dedo meñique del pie a Clark Kent, el alter ego de Superman criado a finales de los años treinta en una remota granja de Kansas por dos viejos ancianos que le enseñaron que el ser humano a pesar de lo lacra que es, tiene esa misteriosa capacidad de redimirse y ayudar a los demás. Clark Kent, periodista de la vieja escuela de esos que difícilmente encontramos en el cíclope que escupe fútbol, política y farándula o en pasquines donde el chisme es la nueva pornografía, como escribiera Woody Allen.


Cae la noche y vuelvo a experimentar ese viejo placer de observar historietas (con las que aprendí a leer) antes de dormirme. Compré varias hoy para tratar de ponerme al día con mis héroes de antaño. Aunque siempre he preferido los héroes oscuros como Batman, incomprendidos como Hulk o fríos como Wolverine debo admitir que Superman, lejos de ser el “símbolo yanqui” con que suelen calificarlo, para mí ha significado esa chispita que brilla en la tierra de las sombras.

domingo, 3 de febrero de 2008

Al lado del camino

Por: Fermín López

-“¡Oye Fermín! ¿Vas a asistir a la marcha del 4 de febrero?” Me pregunta Vanessa mientras se me sienta al lado en una manga donde hemos ido el domingo a recordar viejos tiempos. –“¿Esa que andan promoviendo contra las FARC?, no, ¡que pereza!, yo que voy a chupar sol o agua por allá”, le respondo mientras acostado bajo un árbol me tapo los ojos con un libro entreabierto de Spinoza y trato de quedarme dormido.



-“No es que yo defienda a esos maleantes”, le digo a Vanessa, -“esos hijueputas no merecen ni siquiera una marcha, apenas pa`que traigan unos carrotanques llenos de Baygón y los fumiguen, junto con los paracos, por plagas. O mejor dicho a las cabezas, porque recordemos que muchos militantes de ambos bandos son simples peones; jóvenes y niños campesinos que terminan en las filas, ya sean obligados, amenazados, por falta de oportunidades o por tener un arma y un uniforme que los haga sentir poderosos y reconocidos. ¿Ideología? ¡Ideología las polainas! Aquí la mayoría de los que empuñan un fusil no sabe ni porque pelean, y hablo de todos. Los que si saben son las cabezas que se tapan en millones de dólares con el narcotráfico y el estado que recibe platica del otro lado pa`la guerra. Que dejen ese jueguito de policías y ladrones. Aquí no hay buenos ni malos. Guerrilla, paracos, políticos, narcotráfico, grupos económicos, medios de comunicación, iglesia, todos se arropan con la misma cobija: “La siete tigres de la guerra”, mientras nosotros el pueblo les servimos de colchón, que digo de colchón, ¡somos las tablas! De nuestra guerra también chupan los gringos, cubanos, venezolanos, árabes, israelíes, irlandeses que comercian con armas. Oíme bien Vanessa: aquí en Locombia el mejor negocio es la guerra y no les conviene acabarla. Ve a la biblio y mira cuantos libros escritos del conflicto hay. O poné en google: el conflicto en Colombia a ver cuantas páginas te salen. Léelas. Por eso yo la verdad no creo en marchas, eso es tapar el sol con un dedo”.



-“Yo creo que es bueno hacernos oír”, me dice Vanessa. –“Pa`oirnos nosotros mismos tiempo sobra”, le replico. –“Todos los de la siete tigres se hacen los de la oreja mocha. Nuestros problemas son muy graves como para resolverlos con una marcha. Si acá no sirvieron las marchas por allá en los 60`s cuando se revolcó el mundo y se creía en la utopía, y el sonsonete de “el pueblo unido, jamás será vencido” no estaba tan trillado, mucho menos ahora que la guerra tomó ventaja y se volvió el mejor negocio de los que se hacen los orejimochos. Además con una marcha que se van a conmover esos genocidas fríos y sanguinarios".



Con ese cuentico de la paz vienen hace tiempo; desde que me conozco he escuchado lo mismo, cuando yo apenas era un crío y Belisario nos puso a pintar palomitas de la paz en las calles de Locombia, mientras el M-19 se le metía al palacio de justicia. De la paloma se inventaron una cintica verde, después que las imágenes violentas en las noticias las iban a pasar en blanco y negro, que el No Mas, que la camiseta, que esto, que aquello y así de artimaña en artimaña de una quimérica paz van pasando las generaciones mientras las bacterias siguen en la raíz y sólo limpiamos la hojas de esta hecatombe.



-"Aquí ha habido un sin fin de marchas, fuera de las tradicionales del disquito rayado de “esos son, esos son, los que roban la nación”, se han hecho otras cuando han caído compatriotas: Lara Bonilla, Carlos Pizarro, Carlos Mauro Hoyos, cuando liquidaron a la UP, cuando asesinaron a Guillermo Cano, Jorge Enrique Pulido, Luis Carlos Galán, Jaime Garzón…la lista de sacrificados es interminable: periodistas, policías, sindicalistas, campesinos, indígenas y miles de compatriotas anónimos asesinados o desaparecidos que no nombran las noticias porque no son “importantes”, y sus nombres son corroídos por la polilla y el olvido esperando la justicia; millares de compatriotas que viajaron con “…la brisa de la muerte enamorada, que ronda como un ángel asesino” le canto a Vane un pedazo de una canción de Fito Páez.



-“¿Y entonces que hacemos? Nos quedamos sentados sin hacer nada?” Me pregunta Vanessa mientras me quita el tratado teológico político de Spinoza de la cara poniéndolo en el césped y sus ojos grises me miran con rabia y la hacen ver mas linda. -“¿Que hacer? Esa es una muy buena pregunta. Sólo que como sabés yo ya perdí toda esperanza”, le respondo. –“Que marchen los que quieren hacerlo, es un derecho que tienen, no discuto eso, pero para mi”, le digo mientras me acerco a su cara y le acaricio la ceja izquierda, -“…no tiene sentido. Si muchos salen porque Caracol y RCN se los dicen sin tener idea de la complejidad del conflicto, y si Caracol y RCN les dicen que se tiren de cabezas por un barranco…los descalabrados son muchos. Otros salen por safarse del trabajo o el estudio. A ver si convocan a una marcha un domingo a las 8:00 de la mañana a ver cuantos salen; irán los que de verdad tienen convicción. Aquí ni siquiera conocemos las raíces y el laberinto de nuestros problemas. Primero hay que instruirnos. Si analizamos un poco, aquí habría que hacer marchas todos los días del año, no sólo contra el secuestro y la violencia, sino contra muchos más problemas: los desaparecidos, la pobreza, la corrupción, el hambre, la injusticia. Contra los medios de comunicación que se limitan a informar y no analizan, que comercian con el dolor ajeno. Por las mentiras y las falsas estadísticas. Contra la falta de oportunidades, pésima educación, mala salud, privatizaciones, salarios irrisorios, desempleo, atropello a los indígenas y negritudes, alto costo de vida, etc…-“En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos” entono otro pedacito de la melodía de Fito, y vuelvo al césped y quedo en posición fetal.



-“Hace 60 años un 7 de Febrero”, le digo a Vane “…hubo una protesta contra la violencia (recorderis de historia patria de la que no nos enseñan en el coquito: esa violencia azotaba la provincia y las áreas rurales, miles de muertos, liberales masacrando conservadores y viceversa con el beneplácito de la iglesia, y véalos ahora todos de pipí cogido; cuantas vidas humanas sacrificadas para que los que andaban peleando terminaran uña y mugres alternándose el poder. No me extrañaría que en unos años paracos y guerrillos esten junticos y amangüalados haciendo de las suyas mientras miles de sacrificados yacen en fosas comunes o archivos de la fiscalía)".



-"¿En que iba?" Me volteo y le pregunto a Vanessa que se acuesta a mi lado, y los dos boca arriba miramos las nubes mientras estas hacen diferentes formas en el cielo. –“Una vaca…” me señala con su mano izquierda, -“ibas en lo de la marcha del año 48”. –“Ah sí, mi abuelo cuenta que ese día salió mucha gente en silencio a agitar pañuelos en blanco, ¿oíste? Una marcha en silencio, que bonito, no como ahora que marchan con conciertos y cantantes y artistas famosos y la protesta se vuelve es una pachanga, un fashion. -..."en silencio", me contaba el abuelo mientras se le encharcaban los ojos y su espíritu parecía viajar en el tiempo”. –“¿Y que pasó?” Me pregunta Vanessa mientras señala una nube y dice –“¡Un oso!”. –-“¿Que pasó?, pues que dos meses y dos días después le dieron materile al pobre Jorge Eliécer que había encabezado la marcha y la había culminado con un discurso en la plaza de Bolívar de Bogotá. Y ese día a la una de la tarde cuando mataron a Gaitán se terminó de formar la chupamelame; mira un ornitorrinco macho del sur de Australia...”, le señalo con la mano derecha al firmamento. "¡Bobo!". Dice Vanesa riendo y dándome un golpecito en el brazo...



Me acordé de la semana pasada que fui a la Telefónica a hacer un reclamo con el abuelo por 2.500 pesos de más que le estaban cobrando en la factura, -“…pueden ser 100 pesos", decía mientras levantaba su mano derecha con el índice hacia arriba y los otros dedos cerrados, -“no es la plata, es el hecho de que lo roben a uno de frente. De 100 en 100 se van tapando estos desgraciados cof cof cof…” decía el abue a viva voz dentro del edificio inteligente que anda estrenando la telefónica. –“¡Que inteligente este montón de concreto! ¡Vea que congestión tan verraca, de inteligente no tiene un ladrillo!”, protestaba el abuelo después de una hora en la fila para reclamar la ficha y eso que tocaba esperar por ahí otras tres horas para hacer el reclamo.-“Sentate abuelo que yo reclamo el turno”, le decía yo. –“Agilidad! Agilidad! Por Dios ¡que el tiempo vale y no es de ustedes!”, manoteaba el viejo mientras se sentaba en un murito de una ventana baja porque los puestos estaban al tope. Y la mayoría callados. De las cientos de personas que había allí sólo dos apoyaban al abuelo. Unos se hacían los bobos, algunos cuchicheaban, otros se reían y yo con mi desesperanza guardaba silencio y sacaba del morral un libro de Fernando Vallejo para leer mientras avanzaba la fila. -“¡Pero esa niña que está dando los turnos está muy biche!”, señalaba don Ramón (que así se llama mi abue) a la chica de los turnos que tenía una cara de quinceañera y se iba sonrojando –“…es que mírenle la carita no tiene ni dieciocho añitos. Y la pobre ahí sola, traigan a alguien que le ayude. ¡Agilidad por Dios! ¡Agilidad!...cof, cof ,cof…” –“Calmate abuelo que te va a dar un patatús”, le decía yo con señas desde el otro lado del local.



-“Un caso cotidiano como este muestra nuestra idiosincrasia”, me dice Vanessa. Así es aquí, cuando alguien protesta y quiere hacer valer sus derechos, sin cámaras de televisión, ni cantantes, ni publicidad, ni facebook, los demás bajamos la cara como corderos, nos reímos sin hacer nada o guardamos silencio. Pero si los grandes medios convocan salimos en desbandada a la calle sin ni siquiera documentarnos del problema. Y a los tres días parte y olvido. Muchos ni recuerdan a que salieron a la marcha de Julio del año pasado”. Expresa Vanessa mientras el atardecer nos pone más juntos.



La pincelada de la noche cubre el día y Vanessa y yo seguimos hablando -“Y dado el milagro que se acabe las FARC, vuelve y aparece otra plaga. ¿Se acabó la violencia cuando mataron a Sangre Negra, a El Cóndor, al Capitán Venganza, a Rodriguéz Gacha, a Pablito? ¿Dejamos de sufrir con la muerte de Jacobo Arenas, de Carlos Castaño? ¿Con la supuesta desaparición de algunos carteles de la droga? Nuestro conflicto tiene raíces más profundas”, le digo. –“Entonces ¿no me vas a acompañar a la marcha? Dice Vane abrazándome. –“No”, “…yo ya no pertenezco a ningún istmo, me considero vivo y enterrado”, le susurro al oído la canción de Fito abrazándola: “…me gusta estar al lado del camino, me gusta sentirte a mi lado, me gusta estar al lado del camino, dormirte cada noche entre mis brazos. Me gusta estar al lado del camino, es mas entretenido y más barato, al lado del camino”.



viernes, 26 de octubre de 2007

¡El Poder de la Verdad!

Por Fermín López


-“¿Aló? ¿Si? ¿Ya me oye? Si, yo estoy bien. Aquí adaptándome. Medellín es una chimba. Y por allá ¿como están? ¿Aliviados todos? Que bueno. Varios meses, si, como pasa el tiempo. Si estoy bien, fresca. Bueno, chao. Yo también. Un abrazo mamá”.


-“¿Cuanto le debo?” Le pregunto a la muchacha del café Internet que me mira sorprendida –“Un minuto, son doscientos pesos”; me dice. No se aguanta y me clava sus ojos inquisidores diciendo con ironía: -“Le hubiera regalado otro minutico a su señora madre..” –“Ja, ja,ja, ja” suelto la risa. –“No le encuentro la gracia”. Me dice la chica. -“Yo si”, le respondo y me voy.



Siempre me pasa, cuando no hay cabina y llamo a casa por celu, (de esos que es ahí todo el mundo oyéndole a uno la conversación). A mucha gente se le hace raro que no dure más de dos minutos hablando por teléfono con los cuchos. En mi casa hablamos poco, por eso nos llevamos tan bien. Por ejemplo cuando me voy de viaje llamo apenas llego a mi destino pa´decir que he llegado, luego otra llamadita por allá a los ocho días y ya. Eso de estar reportándose a cada minuto yo no le veo la utilidad. Por eso no me duran las novias. Por que las llamo cada quince días o cada mes. Me mal acostumbró la cucha, y si no molesta ella, que le voy a aguantar pataletas a otra. Pero es que analice, se pone uno a llamar a toda hora y el día que no entra la llamada o está uno ocupado o pasa algo o se le olvidó, pues lo que hace es preocupar a los demás, o se le arma a uno el lío mas verraco. Así que yo llamo poco.


Pero bueno, ya era hora de llamar, hace unos meses estoy viviendo en Medallo; “Metrallo”, como le decían en la época negra, donde esta ciudad tocó fondo y le tocó vivir una de los episodios mas caóticos de nuestra guerra, de nuestra historia, esa que no nos enseñan en la escuela, pues siguen anclados a los hechos de los próceres que nos liberaron de España. -“¡Valiente gracia!, ¿quien mandó a Bolívar y a su combo a liberarnos? ¡Por culpa de esos mancitos ahora no estamos ganando euros!” decía un amigo todo indignado un siete de agosto mientras veíamos un desfile militar que conmemoraba la batalla de Boyacá.


En las clases de historia de la escuela solo hablan de Colón (que andaba mas perdido que el hijo de Limbert), del grito de independencia y las guerras libertadoras. A ver si se menciona la separación de Panamá y del tratado Herrán-Hey que autorizaba el traspaso a Estados Unidos de los derechos para construir el canal de Panamá (ahí aprovecharon los separatistas panameños pa` salir de este desorden). O si en los salones de clase se menciona la masacre de las bananeras de 1928, o hablan del general Rafael Reyes que decía: “Menos política más administración” y cerró el congreso; ¡eso si es un señor presidente! (ay! Rafaelito como hacés de falta en estos tiempos). O si los profesores hablan de según mi abuelo: -“El mejor mandatario que ha tenido este sufrido pueblo… cof, cof, cof… el señor Rojas Pinilla, ¡que gobernante!...Pero mijito, este país es tan inmanejable que ni los dictadores duran, cof, cof, cof... Se amangualaron Lleras Camargo y Laureano Gómez porque Rojas Pinilla si iba a arreglar este chiquero en un santiamén y se le iba a secar la tetica a los partidos tradicionales…cof, cof, cof, si hasta en el año setenta Misael Pastrana, el papá de esa otra plaga de Andrés le robó las elecciones, cof, cof, cof…” le brillan los ojos a mi abuelo mientras rebobina el casete de sus recuerdos. Descansa en paz general Gustavo Rojas Pinilla, que en la prodigiosa memoria de mi abuelo, seguirás siendo el más grande.


Volviendo a la escuela, a alguno de ustedes le enseñaron acerca de la violencia de los cincuentas, de los sesentas, de los setentas, de los ochentas, de los noventas… o le explicaron ¿quienes eran los Pájaros? O de donde putas salieron esos cánceres de la guerrilla y los paracos?….o le hablaron de la Catedral, la cárcel de donde Pablo Escobar salía a rumbear a las discotecas o armaba fiestas en sus celdas. Y ¡que celdas! ¿Acaso les han hablado de las guerras civiles, los fraudes electorales, los millares de desaparecidos, secuestrados y asesinados? ¿No será que alguna editorial se le mide a sacar un libro de historia pa`colegios con estos y muchísimos otros hechos que hacen parte de nuestra historia y que sería bueno saberlos desde las aulas de clase pa`no repetir los mismos errores? Además que los colombianos tenemos memoria de gallina...



¡Pero vea! Salí hablando de historia. Con razón reprobé redacción como tres veces en la U, pero bueno, la intención es hacerse entender, como sea. Eso lo aprendí de don Mario Moreno, el siempre querido Cantinflas.



La verdad fue que llamé a la cucha para saber si estaba en casa y darle la sorpresa. Llegué hace dos horas a mi pequeña ciudad. La ciudad del monorriel de los Simpson. Monorriel, así le decimos unos amigos al Mega-estorbo que trajo trancones, caos y desmejoró la calidad de vida de los habitantes de mi tierra, donde el transporte era muy bueno y lo único que se debía hacer era reubicar las rutas y quitarle los pasacintas a las busetas pa´no escuchar vallejartos y ese maldito reguetón y ya. Me la enredaron pa` chicaniar con un transporte masivo que trajo problemas, no soluciones; y como dice mi abuelo: -“…eso le chilla a este pueblo. Eso es pa´ciudades grandísimas. Eso es como meter un pullman a una finca. ¡Eso pa`que!” dice él y sigue montando en buseta, así ahora se demore en pasar.


Antes de ir a casa camino por mi pequeña urbe; la olfateo, la percibo, la recorro. Varios meses sin verla y se extraña, se anhela en la distancia. Aunque ya no vivo aquí, acá moran mis recuerdos y un puñado de amigos. Por sus calles se respira ese airecito fastidioso de esta época que se respira en todo el país: políticos dadivosos y pedigüeñitos. Con sus risitas hipócritas (como de presentador de noticias) y sus infames propósitos. Si, infames ¿o le parece poco que cada concejal, alcalde o gobernador que sube al poder coge y pone todo patas arriba y hacen lo que se les da la gana?, eso tumban y vuelven a hacer y –“adoquinemos el centro” y –“cambiemos el parque de Bolívar otra vez” y –“métame esa obra que atraviese el centro de la ciudad que ¡hay que mostrar!“. y –“serruchemos con este contrato” y –“hagamos mas bolardos” etc. etc. etc.


-“¡No son todos Fermín!” dirán algunos. Cierto. No son todos. Pero son los que mas se reproducen, como ratas; los inextinguibles, que sobreviven hasta a una guerra atómica como las cucarachas. Muchos disfrazados con otros partidos, otros lemas, otros discursos. Pero ahí están inconfundibles. También los nuevos lobos que entran con piel de oveja con el beneplácito de los medios de comunicación que en su mayoría perdieron la brújula y le vendieron el alma al diablo, dando pantalla, haciendo encuestas, elogiando, sacando trapitos sucios a los rivales de sus candidatos, chismoseando y manipulando a este sufrido pueblo, para subir al que mas les convenga. ¡Que tristeza!


Veo las vallas y los afiches pegados por doquier (casi ninguno contrató un publicista). ¿Han visto alguna vez carteles con propaganda política de los alemanes, los rusos, los gringos, los españoles? ¡Esos si son carteles!: Encuadre, movimiento, color, luz, tensión, equilibrio, ¡composición! Aquí, La mayoría los diseñaron en las litografías donde regalan el diseño para coger el negocio. Dan risa los afiches, los diseños, los colores, las foticos. La mayoría de candidatos salieron en la foto con tortícolis. Se ríen de no se que hijueputas (de sus picardías quizás). A otros el photoshop les quitó veinte años y cuando la gente los ve en vivo y en directo se desilusionan, como le pasó a mi prima Gertrudis que fue a la plaza a ver al bizcocho que salía en el pendón y quedó mas desinflada...dijo que ya iba a votar en blanco. Una señora aparece en una valla de quince años y a las dos cuadras de cincuenta abriles. Algunos parecen que estuvieran posando para la carátula de un CD o una foto de quince. Aunque pensándolo bien que diseños mas apropiados para gente de esa calaña.


¡Pero no son todos Fermín! Cierto, también están los poquiticos que de pronto sirven y se salen del montón, pero que siendo honestos sabemos que nunca llegarán ni a ver la orilla del poder que se erige como un Everest y los aísla y no les da las mismas garantías y oportunidades que a sus títeres, que mojan pantalla o tienen abiertos mas micrófonos y columnas de periódicos. Es más, muchos ni los conocemos. Aquí todavía “los dueños de esta finca” ponen los gobernantes, gracias a su dinero, sus grandes medios y la ignorancia del pueblo. Y cuando digo “esta finca” me refiero a todo Locombia.


¿Democracia? ¡Democracia mis calzones! ¿Sabemos aquí el significado de esa palabra? Aquí democracia es una guachafita con chiva rumbera a bordo, donde se vende y se compra el voto. Donde los difuntos resucitan cada que hay elecciones. Donde no se valora a conciencia ese derecho y ese deber que se tiene. -“…Es que lo que hace falta es un dictador bien malo que nos haga comer mierda a todos cof, cof, cof…” danzan las palabras de mi abuelo sobre mi cabeza. -“…Como en Chile, Argentina, España y muchos otros países que si valoran el privilegio de la democracia, porque un día la perdieron cof, cof, cof y se comieron toda la mierda del mundo. ¡Aquí No! Aquí muchos votan por inercia, por moda, por un ladrillo, por una teja, por un tubo de PVC, por un bulto de cemento. Muchos cambian su privilegio por un plato de lentejas, ¡descendientes de Esaú! cof, cof cof”. -“Calmate abuelo que te va a dar un yeyo” le decíamos al viejo una vez que se puso a sermonear a unos manes en una urna, defendiendo la democracia.


Yo personalmente prefiero la anarquía. Que ¿qué es anarquía? Pues pa´ muchos el caos total, la hecatombe, la desorganización, el armagedón….-”¡Ave maría purísima!” se persignaba la tía Dolores cuando me oía pronunciar la palabrita. Pero la verdad es otra, es el sueño de la libertad personal, la autonomía y la autogestión. Pa`que me entiendan ahí va una buena definición de anarquía por Alan Moore: “…Anarquía significa “Sin Líderes”, no “Sin Orden”. Con la anarquía llega la edad del orden real: es decir el orden voluntario. El orden involuntario alimenta la insatisfacción, madre del desorden, padre de la guillotina…” “…Desde los albores de la humanidad, un puñado de opresores han aceptado la responsabilidad de dirigir nuestras vidas. Esa responsabilidad nos pertenecía. Al hacerlo, nos arrebataron el poder. Como no hicimos nada se lo entregamos. Ya hemos visto que su camino nos conduce al matadero a través de campos y guerras. La anarquía nos ofrece otro camino. Con la anarquía surge una nueva vida de las ruinas y se restaura la esperanza.” O según Pierre Proudhon: “…el individuo en su grado máximo, sin métodos violentos, una sociedad evolucionada hacia una organización anárquica…” Palabras sabias…pero al ser humano le falta mucho trecho para comprenderlo, la especie humana es extraña, se encierra a sí misma.


Llego a casa y –“Hello!, sorpresa!”, -“que mas mijo ¿como está?” –“Bien cucha y vos?, Que hubo viejo! que hubo hermanito (no vayas a poner caracol o rcn por fa)”, se sonríe maliciosamente mientras coge el control remoto. Se va la luz, ¡Dios existe! Hablamos un poco de esto y de aquello, sólo un poco. Mientras todos en la cocina servimos el almuerzo le pregunto a mamá que si va a votar y me dice: -”¡Claro!, es un derecho y un deber como ciudadano. Aunque...eso siempre es lo mismo, los mismos con las mismas. Todos peleándose ese huesito como perros hambrientos. Lo mejor es votar en blanco” dice lúcidamente la cucha que tiene tercero de primaria….y plum! Se me prende el bombillito. Buena decisión. Si los inconformes, los incrédulos (como yo), los abstencionistas y los indecisos votamos en blanco pues zas!!! ¿Que pasaría? Eso de que los votos en blanco se le suman al que vaya de primero ¡es mentira!, ¡ES UN MITO! Oígamen bien! ¡ES-UN-MI-TO!.


No hace falta que vengan los Mythbuster (cazadores de mitos) de Discovery pa`comprobarlo. Lo que pasa es que no conviene hacerle bulla. Si gana el voto en blanco tocaría repetir las elecciones, ¡con candidatos distintos! Que maravilla ¿no? Si gana el voto en blanco por lo menos le prestarían más atención que al alto porcentaje de abstencionismo que es el gran protagonista y pasa desapercibido. La verdad es que son más los inconformes y los que no ejercen el derecho y el deber de la verdadera democracia.



Señor abstencionista, señorita incrédula, don indeciso, el que anula el voto (pa´que vota? A ese no le paran bolas, no cuenta), el que vendió el voto, el que está presionado, amenazado; el que vota por inercia, el que vota por el papelito pa`l descuento en la matrícula de la U, o pa`que le den el día libre, pa´que le regalen una camiseta, un par de medias, una loción; el que vota pa´que lo tengan en cuenta pa´un trabajo, el que vota por el señor del sombrero por recochar, el del plato de lentejas; exprese su inconformismo, su ira, su descontento, su esperanza, su desesperanza, lo que sienta!. Vote en blanco. Usted tiene el poder. ¡El poder de la verdad!



sábado, 7 de julio de 2007

Final, final...¡No va mas!

Por: Fermín López


-“¿Tres uno?.Ganando Argentina, me imagino”, le digo a Pedro quien me hace señas para que me siente a ver lo que queda del juego, mientras recuerdo cuando no me perdía ningún partido; eso podía ser Sporting Cristal Vs Alianza Lima, Lanceros Vs Dinastía de Riosucio o Carniceros la 18 Vs Estilistas la 32…no perdonaba cotejo. Tiempos aquellos en que el fútbol invadía mis venas y cualquier objeto con forma esférica era disculpa para jugar al fútbol con mis amigos. Me aprendía los nombres de los mejores jugadores y siempre que jugaba -por lo general en el arco- imaginaba ser los guardametas que más admiraba: Julio César Falcioni, Héctor Oscar Quintabani, Sergio Goycochea, René Higuita o Lev Yashin (la legendaria araña negra). Siempre veía en la sección de deportes las tablas de posiciones, biografías, resúmenes y estrategias, hasta un día me topé con un excelente cuento escrito por el jugador argentino Jorge Valdano. Recuerdos que salen ahora a flote para comparar, como lo hace mi abuelo cuando habla del “Ballet Azul”, de Alfredo Di Stéfano, de Alfonso Pedernera, de Julio Cozzi o del 4 a 4 de la selección Colombia con la Unión Soviética en Chile 62…


“Pero eso es ¡mucha mula!” exclama Pedro mientras se levanta de su silla. “¿Y ese quien es?” le interrogo, pues hace mucho tiempo le perdí el interés a la selección Colombia y al fútbol, exactamente el día que mataron a Andrés, si, Andrés Escobar, el 2: el Caballero. ¡Que defensa central!, ¡que clase!, ¡que elegancia la de Francia!, ¡que calidad de jugador! “Andrés Escobar, ¿quien fue ese?”, dirán algunos; otros dirán: “Ah claro! Verdad! El viejo Andrés”. No es de extrañar, pues ya hace parte de la lista de colombianos asesinados y olvidados. “¡Mataron a Andrés Escobar!” nos decía Javier con un nudo en la garganta y la radio pegada a su oreja en el Nevado del Tolima, una noche de julio cuando un grupo de amigos decidimos desafiar la naturaleza y subir cerca de las nubes, muy cerca de donde debe estar Andrés mirando como su país se asesina entre si…


Me embolaté…que les estaba contando? Ah ya, que le pregunté a Pedro por el jugador al que llamó mula. “Ese es Rodayegua, consiguió plata y se le olvidó jugar” me responde Pedro, mientras se tapa los ojos con su mano izquierda y baja la cabeza moviéndola de un lado para otro mientras dice: “no, no, no….!que vergüenza este equipo colombiano!”. “¿Cual?” Le digo yo, mientras recuerdo el buen fútbol de hace muchos años antes de que se convirtiera en otro producto de ventas y cuando los jugadores figuraban por sus pases, amagues, inteligencia, goles, jugadas esplendorosas y no por cuantos millones valen, donde juegan o cuanto ganan por partido. - “¿Cual equipo? Ahí no hay nada”, le digo con la autoridad de estar viendo varios minutos y donde veo un Argentina con un esquema planteado y bien organizado y un Colombia mas perdido que el hijo de Lindbergh y parecido a un equipo que se arma de improviso en los partidos de barrio, la popular “recocha”.


“¿Todavía dan esas verracas propaganditas al lado de la pantalla? Que irrespeto con el televidente” le digo a Pedro al ver un anuncio publicitario y se me empieza a subir la bilirrubina cuando escucho al “Vilasco” narrar con ese acentico como si estuviera anunciando la segunda llegada de Cristo. “Pero este está que se descose, todavía tienen ¡esa maldita manía de narrar!, estos narradores de segunda!, no demora en decir: “¡Ay Dio Mio!” o “¡Póngame una cumbia!” -Jajaja suelta una risotada Pedro mientras dice: -“Es lo único que falta”. -“Ahora mete la cucharada el comentarista y a rajar con su lengua viperina. Quitale volumen a esa vaina mas bien” le indico, -“Es lo mejor”.


Esa gente tiene una lengua ponzoñosa y sin objetividad, lo único que les interesa es mantener su empleo y cobrar sus jugosos cheques. Por culpa de esos bastardos tenemos este fútbol tan podrido, ellos, ¡si! Ellos que desde sus micrófonos sembrando cizaña y discordia truncaron procesos, hicieron rodar cabezas de grandes técnicos y jugadores; creen tener la razón y saberlo todo de un deporte que ni practican. Y por culpa de ellos se ilusiona un país con nuestro fútbol que hace mas de diez años volvió al retroceso. ¡Traficantes de sueños!, engañadores que manipulan con falsas esperanzas, anunciando un equipo con bombos y platillos sólo para que Caracol y RCN ganen rating y millones con sus transmisiones y noticieros donde el fútbol ocupa la mayor parte del espacio para los deportes, allí ni se mencionan los logros del patinaje, judo, lucha libre u otras disciplinas deportivas. Aquí los cronistas y narradores del deporte solo quieren hablar de fútbol y la gran mayoría (excepto algunas pequeñísimas excepciones) no saben, óigame bien: no sa-ben.


No les interesan otros deportes, o si les toca hablar de ellos, le mezclan ese hijueputa tonito de narrador de fútbol que “¡me lo pela!” como diría un amigo. Todavía me acuerdo cuando María Isabel Urrutia estaba levantando las pesas para su medalla olímpica y estos mequetrefes transmitían como si fuera un partido de fútbol, ¡que desfachatez!”. ¿Como serán en una partida de ajedrez?, ya me los imagino ahí junto al micrófono: “…levanta el alfil señores, ¡que movimiento! ¿Si vieron esa mano?; ahora desplaza el alfil tres cuadros y queda en diagonal con el rey!, Atención el rey no puede moverse!, ¡no puede! pues esta rodeado por la reina y un caballo…a ver, ¡puede ser!, ¡puede ser! ¡Siiii! ¡Jaaaaqueeeee Maaaaateeeeeeee!!! ¡Ay Dió Mio! ¡Jaaaaaaque Mateeeeeee de Colombia!!!….¡póngame una cumbia.!!!”


Llega el segundo gol de Colombia y luego la puntada final de Argentina para su merecido triunfo. “Perdimos” dicen achicopalados los comentaristas. –“Pues claro”, le digo a Pedro. -“¿Que querían?, ¿Ganar con ese equipo?, ¿Que mas les pide el cuerpo?, esos jugadores llevan el fútbol en la sangre, pero tienen muy mala circulación".

Aquí en Colombia, el fútbol hace tiempo perdió su identidad. Los últimos equipos han sido el reflejo de nuestra sociedad, cada uno por su lado (directivos, futbolistas, periodistas, jugadores). Ya hay que dejar de ilusionarse con un deporte con en el que ocupamos los últimos lugares y difícilmente volveremos a esa privilegiada posición de hace tres lustros. Atrás quedaron para la historia las gambetas de Jhon Edison Castaño, la zurda de Jhon Jairo Trellez, los goles de Albeiro Uzurriaga (también asesinado), los cabezazos de Arnoldito Iguarán, las descolgadas de Osorio, los despejes del Chontico Herrera, la dupla Redín - Valderrama, el escorpión del genial Higuita, el gol del viejo Andrés en Wembley, el empate ante los alemanes en el mundial de Italia 90, el 5- 0 ante Argentina, la sinfónica de Maturana …Tiempos que no volverán gracias en gran parte a una manada de cronistas y comentaristas deportivos ineficaces, poco objetivos y venenosos. Ellos! Que se lavan las manos como Pilatos mientras reclaman sus 30 siclos de plata. Ellos tienen su gran cuota de culpa en el fracaso del fútbol colombiano.

Nuestra realidad es otra, no coma cuento, coma patinaje, tenis, golf, boxeo, ciclismo, béisbol, ajedrez, triatlón o cualquier otra disciplina deportiva, porque aquí señores, el fútbol ¡se murió!: “Final final…no va mas!”

lunes, 21 de mayo de 2007

Las palabras no bastan

Por: Fermín López
Mayo de 2007


“¿Pero Vanessa se le aguantó toda la noche a usted esa quejadera?” Me dice Luis (el encargado de la sección económica del periódico y uno de mis mejores amigos)
–“Pues, si”…le respondo yo. –“Es que usted si chilla más que un canastado de pollos, quéjese y quéjese de lo que hace y usa, de lo que oye, de lo que ve, de esto y de aquello, de ¡todo! Y la vieja talvez con ganas de…de…tener coito… ¿cómo es que usted dice?” me pregunta tímidamente. -“Pichar” le respondo yo y me río.



Hasta razón tendrá este man, yo si vivo es como quejándome a toda hora, pero a veces es bueno decir las cosas y desahogarse, así los demás no estén de acuerdo o no piensen lo mismo, pues de eso se trata ¿no? de ser diferentes y trocar ideas. ¿Qué tal todo el mundo igual a uno? ¡Que miedo!




“Oíste ¿y se volvió a caer el dólar?” le pregunto a Luís mientras la señora de los tintos nos ofrece azúcar. “si hombre, cayó otra vez”, me responde mientras se acomoda las gafas -“eso es bueno para mucha gente, por ejemplo los que compran materias primas en el extranjero, les salen más baratas y se les aumentan las ganancias, también se revalúa nuestra moneda. Por otro lado es malo para las grandes empresas exportadoras, obviamente se les reduce las entradas, así como para mucha gente que en Colombia vive de lo que mandan sus familiares del exterior”. -“¡Media patria!” Le digo yo mientras remojo la empanada en el café y Luis mira con asombro el pocillo. “¡Tam…Tampoco exageres, no son tantos!”…me dice tomándose un sorbo de tinto.
-” ¿No? yo creo que si. Dígame si no es verdad que cada colombiano tiene por lo menos un amigo o un familiar en el extranjero. ¿Ah? sume y verá.” le replico. -“Pues si, pero si se han ido es porque quisieron, nadie los echó. Aquí también se puede conseguir. Lo que pasa es que la gente es desorganizada. O dígame como no va a conseguir plata alguien en el extranjero si por allá trabajan como mulas de sol a sombra en lo que sea, no rumbean, no derrochan, viven con lo estrictamente necesario, no malgastan en lujos y ahorran… ¡Así consigue plata cualquiera!, haga usted eso mismo acá juicioso y verá que a la vuelta de unos años tiene dinero.” me responde.



“Eso si” le digo. -“acá además de gastar en lo básico que es bien costoso: agua, luz, teléfono, gas, cable, arriendo, etc. etc. etc. se derrocha plata que da miedo ¿oiga? Porque aquí: fin de semana sin rumba no es fin de semana, y ¡jarte bastante trago hasta quedar enroscados como unas culebras!, como dice un amigo. Además compramos cosas que no necesitamos, por impulso. Y eso llegan las revistas de los hiperalmacenes y “¡vamos a comprar!”. Que “Compremos otro televisor que es que esos dos que hay en la casa no dan a basto”, que “esas bolas de latex para hacer ejercicios están muy baratas“, que “no, mejor nos compramos esa elíptica cardiovascular o un escalador hidráulico”, que “hay que conseguir el equipo de sonido que lee mp3”, que “hay que comprar otros muebles porque esos no salen con las cortinas”, que la lamparita, que el exprimidorcito, que el cojincito, que el portaesto, que el guardaaquello... Y endéudense y saque créditos y llene la casa de aparatos, vainas raras y cosas innecesarias; una casa llena de condimentos y sin nada de comida, como decían en “El Club de la Pelea”. Y hay que conseguir el último celular que trae cámara, juegos con imagen casi real, música, 10.000 ringtones, video, bluetooth, una peineta y da la hora…tiene miles de cosas, pero no le entran o se le caen las llamadas, o cuando están en una finca les toca treparse a un árbol para que les funcione, como una prima mía, que en casa de la abuela le sonaba el cel y corría como loca media cuadra pa´l palo de guayabas y se trepaba bien arriba pa` poder coger señal, mientras mi abuelo descargando un viaje de leña la miraba y exclamaba: “valiente güevonada ese aparato”. -“Jajaja!” Nos carcajeamos Luis y yo mientras se nos acerca Juan (el fotógrafo del periódico) con una cara que nos frena en seco la risa.


“Que hubo Juan, y eso, ¿te robaron la cámara?” Le dice Luis preocupado. -“O pasó algo en tu casa…” le digo yo. -”No, nada de eso”, nos responde mientras de su maletín saca algunos libros, revistas y películas…”Gracias, ahí les entrego lo que me han prestado, muy bacano, miren que no falte nada. Mañana viajo.” Nos dice cerrando el maletín -“¿y eso, sacó vacaciones?” le pregunta Luís sorprendido. -“No, decidí irme del país” –“¿Cómo?”. Exclamamos Luis y yo mientras se nos sienta a un lado la tristeza. –“La verdad ya no resisto más. Para mí este país se está hundiendo y yo junto con él”. Dice con la mirada afligida. - “Fresco Juan, que de alguna forma salimos del fango” le digo yo no muy convencido.


Juan, buen amigo y la verdad un hombre bastante reservado, esa mañana se confiesa con nosotros, nos da sus razones: injusticias, carestía, amenazas, falta de oportunidades, crisis, deudas. Habla, llora, expone sus argumentos, maldice, está decidido. Luís y yo hacemos lo que deben hacer los amigos: escuchar. Luego par abrazos de despedida y algunas palabras de ánimo que se enredan con el viento.


Debería escribir más, o por lo menos pensar en cosas graciosas como las otras veces y mezclarlas y perderme y desahogarme y tratar de reirme y combatir la tristeza o la rabia o la incertidumbre o la depre o tantas cosas...pero esta vez, las palabras no bastan.

lunes, 7 de mayo de 2007

Que cosas ¿no?

Por Fermín López
Mayo 2007


“…como iba a suponer que estarías tocando allí, en el mismo piano diez años después para mí, noches de rabia y juventud, empapadas en un blues…la la la la”. La canción de Miguel Ríos recorre los laberintos de mi cerebro y queda clara unos segundos en mi mente después de ver a Vanessa al piano en un concierto de jazz en una ciudad vecina. Era un evento cultural importante, al periódico llegó un boleto de cortesía y bueno, teníamos que hacer una nota cultural, era un trabajo duro y alguien tenía que hacerlo. -“Vaya usted que le gusta ver soplar trompetas; cuando lleguen los pasecitos pa`ver a Chente (Vicente Fernández) me los regala a mí”, me dijo Chepe mientras recogía su chaqueta y salía a almorzar. “Of course”, le respondí entre dientes, “no lo dude, en otra visita de Vicentico me voy es largando bien lejos de juida” le decía con las palabras todavía atrapadas entre mis caninos e insicivos mientras le mandaba una risita hipócrita y luego con voz clara un honesto: -“Gracias Chepe, todo bien”.


Así que allí estaba en primera fila escuchando “soplar trompetas” y dándole un poco de buena música a mis pobres oídos, torturados la noche anterior por el estridente equipo de sonido de un vecino que disparó ese maldito regatón a toda mierda. El cuarteto cierra su presentación con Off minor de Thelonious Monk y cuando se para Vanessa junto a sus músicos a recibir los merecidos aplausos me tiemblan las rodillas y empiezan a desfilar en mi cabeza imágenes de archivo de ella varios años atrás salidas de mis hemisferios cerebrales. Van pasando una a una a milésimas por segundo.


Después de esperar un buen rato, por fin logro acercarme a saludarla: -“¡hey Vane!, buen concierto. ¿Cómo vas?” le digo sereno ocultando la sorpresa de volver a verla”. -“!Hola don seco!, ¿no me regalás un abrazo después de tanto tiempo?” me dice efusivamente mientras esboza una sonrisa y sus ojos grises me revuelcan el baúl de los recuerdos.

Salimos, caminamos, nos miramos, piso una mierda -“Jueputa!”, reímos, le presto mi chaqueta, me limpio el zapato en un charquito de agua, me muestra la luna, vamos a tomar algo, hablamos: Que -“cuando volviste al país”, que cómo supe del concierto, que -“que tal Barcelona?”, que si ya me casé, que -“bobo, vos no cambiás” que a que me dedico ahora, que -“cuanto te vas a quedar“, que ahora no tiene novio, que “¿Cómo? ¿te quedás del todo?”, que mi mamá que tal, que -“el pelo rojo te queda muy bien”, que si todavía odio a Caracol y RCN, que -“si, con todas mis fuerzas!”; que -“dame tu mail y tu celu”, que -“yo quiero un yogurt”, que -“y yo un kumis” que -“que bueno volver a verte”, que -“no querés comer algo?” que -“no, o si, una ensaladita de frutas, gracias” que -“cómo pasa el tiempo” que…que….-”que cosas ¿no? como dice Kiko el del Chavo del Ocho” que -“jajaja, bobo, ponete serio”.

En fin, hablamos y hablamos y hablamos; de la vida, de música, de recuerdos, de Locombia, de sueños, de frustraciones, de proyectos; mierda.

Mientras charlamos en mitad de un autoservicio de los que están abiertos 24 horas, se sienta al lado una pareja de pelados (de esos que se ponen los pantalones como cantinflas) y sólo están unos minutos en la mesa. Cuando se levantan para irse le dice uno al otro: “Mira que Taty me va a pasar su Ipod de 40 Gigas llenas de music”…y salen mientras le comento a Vanessa que bacano que los chinos de hoy en día homenajeen con su vestuario al gran Mario Moreno.

-“Oiste?” Me dice ella: -“¡40 Gigas de música!, que barbaridad ¿no?, ¿cómo harán?” “¡Que inmediatez!” le respondo yo, -“¡ahora lo quieren todo de una! Lo tienen todo y no tienen nada. ¡40 gigas de música!, ¿a que hora se va a escuchar ese viajao?, la oirá si, pero ¿escucharla? eso por encimita son como 35.000 canciones. Esperate yo hago la cuenta aquí en el celu.” Tuc, tic, tic, tic… menú, tic… extras, tic… calculadora. ”Cuanto dura una canción en promedio?” le pregunto a Vanessa. “No sé cinco minutos, puede ser?” me dice ella. “Ok” le digo y hacemos la cuenta. “Si, va a necesitar algo así como120 días sin dormir para oírlas todas; ahora, si le da por visitar el país de Morfeo pues se gasta casi sus 200 días…para oírla…ahora, para escucharla? lo coge el bautizo de su primer hijo y aun no acaba, creo yo.”


“¡Que vaina! Cómo cambian los tiempos (si, ya sé que soné a viejito) ¿Te acordás cuando íbamos a comprar música hace unos años?” le dije. “Cómo olvidarlo”, me contesta mientras sus ojos continúan requisando los fantasmas del pasado. “Era todo un ritual, de esos que se pierden con la modernidad, la tecnología y la prisa” me dice mientras se recoge el pelo rojo. “Aquellas largas tardes en la tienda de discos mirando, escuchando, anotando, comprando, coleccionando. ¡Que tiempos!” sonríe mientras come su ensalada de frutas.

En ese entonces tocaba comprar los CDS porque no existía la banda ancha por donde bajarlos gratis y encontrar buena música piratiada era un lío. Después de ahorrar e ir a comprarlo con esa emoción (parecida a cuando éramos chicos y nos llevaban a comprar el estrén, los útiles escolares o algún juguete) nos íbamos para su casa a escuchar la última adquisición. Un viernes cualquiera recuerdo que compramos el Unplugged de don Eric Clapton, el patrón de las seis cuerdas.

Esa vez le tocaba a ella romper el empaque. Teníamos un acuerdo, cada 15 o 30 días comprábamos música, nos intercalábamos. Y el que no compraba el CD, pues abría el CD y compraba un cassette TDK para hacer una copia de seguridad…si, ya sé, ¡pa` piratearlo! Pero ¿como se iba ir el otro para su casa con las manos vacías?; además, que tal que se cayera el CD y se partiera, o que hubiera un incendio y se quemara, o que el gato de Vane lo rayara después de encontrarlo por ahí en sus tardes de ocio -porque que animalito tan inoficioso, ¿lo han visto? Un puto gato ¡no hace nada! Se la pasa durmiendo, comiendo, haciendo pereza. Ni saluda el hijueputa y ¡por la noche se va de juerga! Un perro por lo menos menea la cola y lo saluda a uno o ladra y avisa si hay ladrones. Aunque la verdad pa`mi ¡los animales son pa`las fincas! Un animal en la ciudad es un pecado. Si mantiene aburrido uno que sale cuando le da la gana, ahora un pobre animal encerrado. Que estén por allá en una finca corriendo en una manga, cagando y meando tranquilos sin un humano ahí al lado dándoles periódico a diestra y siniestra madriándolos porque hicieron sus necesidades…en fin.-

En que iba? Yo soy el putas pa` perderme…¡ah sí! ¡ya! en la última vez que habíamos ido a comprar music, como Vane había comprado el Pulse de Pink Floyd un mes antes y me dio el honor de sacarlo de la envoltura transparente (todo un ritual ¿oiga?). Estuvimos como media hora sólo observando el bombillito intermitente que traía el estuche. Ahh ¡tiempos aquellos! “¡Que par de ancianos!” dirán algunos. Pero así era. Entonces ahora le tocaba a ella abrir el de Clapton. Eso era con todo el protocolo del caso. Sacaba uno el CD, lo miraba, lo remiraba, palpaba la textura sobre el CD, lo olía: -“¡huele a nuevo!” (claro guevón, pues si era nuevo).Luego empezábamos a oírlo, que -“devolvelo a ese sólo que está brutal”, que -“apagá la luz que así es mejor escuchar música...” que -“repetí la número tres que está de lujo...”, que -“oye, me dieron ganas de llorar con esa canción...” que -“se la compuso al hijo que se le murió, leí por ahí...”, que -“si escuchás ese piano al fondo?, esa pandereta?...”, que - "Si con esa canción no se enamoró Layla, es de palo..." etc etc etc…

Ahora es: baje de Internet y queme y corte y peque y échele candela, y adelántelo con un simple clic y ya. Oyó. Si. ¡Pero no escuchó un culo! Que -“lléneme este CD de mp3”, que “embútale mp3 a estas 4.7 gigas que le caben a este DVD, me lo llena ¡hasta la última mega!”. Que -“páseme acá a esta memoria VAIO de 4 Gigas que me salió pirata y sólo tiene 64 MB…” (pues con esas memorias VAIO tumbaron a mas de un ingenuo, 40.000 pesitos una USB VAIO Sony 4 Gigas, ¡por Dios! ¡Eso no existe! Que tumbada tan brava. Todavía se hacen foros en la web sobre la estafa). Que -“lleve su disco duro yo le copio la música”, que -“quémeme todo eso”, que -“róteme todo aquello”, que -“¡cómo que tiene todo lo de Sutanito!” que -“¿y todos los trabajos del grupo X?” que -“copie”, que -“pegue” que -“métale todo lo que le quepa a este Ipod de 60 Gigas! “…¡que vaina!


Acompaño a Vanessa en el taxi a su casa y le comento: “Si hasta uno cae en el juego, y eso tiene uno tanta música que ya ni escucha”. Como me dijo un amigo un día todo aburrido: “Parce, ya hice la cuenta, todo lo que tengo de música en Mp3 no lo alcanzo a escuchar en lo que me resta de vida. Debería vivir hasta los 102 años”. Se va perdiendo el ritual, la sorpresa, la capacidad de asombro, el análisis. Tenemos más tecnología y menos tiempo, ahora parecemos maquinitas. Que -“lo quiero TO-DO y ¡YA!” ¡Que inmediatez! Que afán de saberlo todo, de tenerlo todo. Que manía de ver y no observar, de oír y no escuchar, de hablar y no pensar, de no esperar…

En el taxi vuelve a pasar la melodía de Miguel Ríos por mi mente “Pensar que un taxi me empujó a sacarte del baúl, en naftalina conservo, tus caderas, el alcohol….la, la, la, la” y pienso: “esa canción se me perdió hace tiempo, mañana la bajo por internet”, Vanessa mira la ciudad a través de la ventanilla del carro chispoteada de gotitas de lluvia y me dice: “oye, estos días me quemás el Unplugged de Eric Clapton?, hace tiempo me lo rayó el gato”. “¡Fresca! Si quieres te quemo todo, tengo todos sus trabajos musicales en mp3…” le digo, nos miramos y reímos. Que cosas, ¿no?