domingo, 16 de agosto de 2009

¿Sabré olvidar?

Por: Fermín López


“…la temperatura, sube, sube, sube la temperatura…” se oye desde el andén tronar el equipo de sonido con las notas de los Hermanos Lebrón en Las Fuentes, un lugar en Cali que me recuerda a El Pavo. El Pavo es una clásica cantina en Pereira donde suele ir no sólo la gente de edad, sino una desbandada de jóvenes universitarios que sagradamente acuden cada fin de semana por su dosis de cebada con alcohol a la que les envició don Julito Mario Santodomingo (uno de los dueños de la finca Locombia) y su empresa cervecera. La música es lo de menos, para algunos lo que importa es el bajo precio de la birra, y que la plata rinda, “pa´ seguir chupando hasta caer enroscados como unas culebras de lo borrachos”, como dice un amigo.


A diferencia de El Pavo, donde mucha gente se sienta en el andén a disfrutar de su fría así no se alcance a percibir la música de adentro, acá la música si importa y retumba hasta afuera y las personas que no alcanzaron mesa al interior ni pista de baile, terminan sentados o bailando en el anden y en la calle de Las Fuentes, rindiéndole culto a la diosa Salsa, que ha reinado por décadas en la tierra del champús y el pandebono. Acá la salsa es una religión. Por eso mi amigo William (pelo largo, jeans gastados, camiseta y botas negras), natural de esta tierra es tildado de blasfemo cuando dice que no le gusta la salsa, que no sabe bailar y que prefiere la música rock. Lo descomulgaron, dice él.


Sentado en un murito me deleito viendo bailar mientras las melodías más clásicas de la salsa salen disparadas a la noche que suena a Héctor Lavoe, El Gran Combo de Puerto Rico, Cheo Feliciano, Rubén Blades o a Celia Cruz. Salsa viejita, de la buena, no esa salsa motelera con la que suelen torturarnos en muchas emisoras. Salsa na´ má. Y uno que otro son cubano (la raíz de la salsa) que le hace mover el esqueleto al más tieso; como un gringo que veo al fondo tratando de seguirle el paso a una negra que parece sacarle fuego al piso mientras suena la flauta de Jhonny Pacheco.


De pronto siento que se me acercan por detrás y unas manos me tapan los ojos y una voz femenina me dice: “¡Adiviná quién es, ve!”, -“Una valluna.” respondo de inmediato sin tener la más puta idea de quien sea. “Ja, ja, ja, vos si sos muy bobo, ve” me dice y agrega: “¿Tan ligero te olvidaste de mí, oís? Playa, vacaciones, faraones inmortales…”. -“Ja, ja, ja” me río y le cojo las manos y me volteo mientras pongo en orden los estartazos que me da el cerebro al encontrar ciertos recuerdos en algún rincón de mi cabeza y pone en mi lengua el nombre de una vieja conocida: “¿Isabel? ¿Andás haciendo milagros?” le digo. “Milagros que vos no hacés, ve” agrega la despampanante morena que conocí hace un tiempo en un viaje al Pacífico, ¿la recuerdan?, con la que hablaba de los bancos, esas pirámides legales…


“¿Qué andás haciendo acá, oís? ¿Vos no vivís en una finca por allá en Antioquia?” me interroga sentándose a mi lado mientras me revuelca el pelo. “Por acá trabajando hace unos días, me resultó algo aquí en la sucursal del cielo y dejé el cielo por unos díitas” le respondo. “Nunca me llamaste, ve, ¿se te perdió mi número?” agrega. “No, ahí lo debo tener anotado, que pena, lo que pasa es que yo soy malo pa´ llamar y soy demasiado lento y se me pasa el tiempo pensando bobadas y diciendo y haciendo tonterías. Pero pensaba llamarte…un día de estos” digo apenado. “Ja ja ja, ¡cómo no! A mi me robaron el celular, oís y ahí se me fue tu número, pero yo sigo teniendo el mismo, regalame el tuyo otra vez”. Tic tuc tic tic tuc tuc tic tuc tic tuc. “¡Qué bacano verte, ve!” me dice mientras desde Las Fuentes empiezan a saltar los timbales, el piano y las voces de la Zafra en un tema de Richi Ray & Bobby Cruz. “¿Bailamos?” Me dice la morena. “¡Uy no! Eso es salsa pa´ negros; esperate que suene uno mas suave y lo bailamos, este se lo dejo a los profesionales”.


Me cuenta como terminaron sus vacaciones, le cuento que ha pasado con mi vacilante existencia los últimos meses. Me pregunta que cuánto tiempo voy a estar en Cali y le digo que unas cuantas semanas quizás, me propone que si estos días la acompaño al Petronio Alvárez a bailar y escuchar marimbas y tambores. –“Super el plan”, agrego. –“He escuchado que durante ese festival toda la gente quiere ser negra. Bacano ¿no?, ser negro. La raza perfecta. Hitler estaba equivocao, estaba vertiendo líquido urinario en el exterior del orinal, o sea: estaba miando fuera del tiesto. -“Ja ja ja, salís con unas bobadas” dice Isabel volviéndome a revolcar el pelo. Y continúo: “La raza ideal es la negra: cuerpos perfectos, resistentes y fuertes, músculos grandes, huesos largos. Tienen dentadura pulcra, piel limpia y no se despeinan. Y aunque fueron sacados a la fuerza de su tierra pa´ llevarlos como esclavos y regarlos por el mundo haciendo los trabajos más duros e inhumanos sobrevivieron y no dejaron morir sus costumbres. Las adaptaron y fusionaron con otras culturas para dejarnos una riqueza cultural invaluable, especialmente la musical. ¿Qué hubiera sido de la música sin su aporte? Tendríamos mas Manás, Shakiras, Juanes y Jhonnys Riveras, ¡qué tortura! Los negros son los putas pa´la música: algunos ejemplos de los pioneros de la música en varios géneros distintos” señalo mientras enumero con los dedos de mi mano izquierda empezando por el pulgar: “… el señor Aguas Pantanosas más conocido en el ámbito musical como Muddy Waters tocando blues, Eliana Figueroa, más conocida en el jazz como Ella Fitzgerald, Roberto Martínez alias Bob Marley en el Reggae…” vuelve a reír la morena mientras sigo: “…Jimmy Hendrix en el rock, Gilberto Gil en la música do Brasil, Ismael Rivera en la salsa, y por supuesto el finao, que aunque murió blanco, era negro: el patrón don Michael, un Mozart de nuestro tiempo, así los mediocres noticieros como los de Caracol o RCN o los pasquines amarillistas y sensacionalistas le hayan dado más importancia durante la carrera de Jackson a su truculenta vida. Yo creo que el mundo no alcanza a percibir todavía lo que musicalmente ha perdido. Este era de los duros: cantaba, componía, bailaba, producía, innovaba, creaba. No como los de ahora que parecen salidos de….¿Cómo era que se llamaba ese reallity que daban por uno de esos perversos canales colombianos que iba la gente toda ilusionada a cantar creyendo que iban a ser la superestrellas mientras tres babosos y mediocres “músicos” se burlaban de algunos y criticaban a otros participantes?” indago. “El factor X”, dice Isabel. “¡Lo están dando otra vez, ve!” agrega, -“¡No jodás! ¿Es que la gente no se cansa de meterle mierda a su cerebro? Digo. “¿No lo has visto? ¿Vos en que planeta vivís, ve?” me interroga. “Lo que pasa es que yo esos canales los tengo bloqueados, en el menú de la tele hay una opción pa´ bloquear los canales que uno no quiera ver. Y yo bloquié los dos de acá fabricantes de estiércol, así cuando hago zapping sólo aparecen los canales que me interesan y no pierdo tiempo y evito que me agrien el momento esos mequetrefes y maléficos canales hijos de nuestros poderosos grupos económicos que mantienen dopado a un país con sus narcóticos televisivos…”



La morena sigue riendo con mis ocurrencias, me cuenta de su vida, le cuento de la mía, par cervezas, uno que otro chiste malo y uno bueno. Después me dice que está esperando a su novio que quedó de recogerla allí en Las Fuentes donde estaba con unas amigas; que me vio de lejos y quería saludarme. Minutos mas tarde terminamos en el andén bailando Asia de Willie Colón mientras la pista de baile sigue creciendo de la acera pa´ la calle frente a Las Fuentes casi deteniendo el tráfico. Luego nos sentamos en el murito y seguimos hablando mierda y de repente se para y dice señalando: “Bueno ve, te dejo, allá viene mi novio” y veo a media cuadra un lujoso auto que baja la velocidad y le digo sorprendido a Isabel: “¿El del auto rojo es tu novio?”.- “Sí” dice mientras se aleja. “Que carrazo de hombre” añado. “Ja ja ja tonto, llamame estos días, ve, de pronto cambio al carrazo de hombre…” dice y se pierde entre la multitud que ahora baila y corea al unísono “…no te has muelto…” un estribillo de una song de la orquesta TNT. Vuelvo a sentarme en el murito pensando si sería o no buena idea llamar a Isabel o mejor hacerme el guevón como siempre y sólo guardar los buenos momentos y no complicarme la vida. Y entonces empiezo a llevar el ritmo de la canción con mis manos golpeando mis rodillas y me uno al coro de la muchedumbre: “no te has muelto, seguiré por mi camino cantando, riendo siempre y así yo sabré olvidar, sabré olvidar mujer, sí, yo sabré olvidar”.

jueves, 21 de mayo de 2009

Aachussss!

Por: Fermín López


Por acá en Tabogo, la capital de Locombia, patria sufrida y en cuidados intensivos. Me la están enredando, me la están partiendo, me la están acabando. Le voy a dejar a mis hijos (si es que decido tenerlos) un país dividido, una colcha de retazos, la próxima Yugoslavia: un pedazo pa´ los paracos, otro trozo pa´ los guerrillos, otra fracción pa´ los políticos corruptos, otro fragmento pa´ la mafia, otra pieza pa´ los grupos económicos y sus canalitos de mierda (Caracol y RCN)… pedacitos pa´ todo el mundo y que cada uno arme su utopía…


Olvidemos las tijeras, les contaba que ando aquí en Tabogo, el abuelo se agravó de un momento a otro y tocó salir con él a las carreras, ¡qué susto tan hijueputa! Me llamaron y salí de la finca en el willys disparao pa´ Pereira, y ahí, a convencer al abuelo pa´ que se dejara llevar al hospital. -“¿Pa´que?...cof cof cof… ¿pa´ que? Pa´ ir a chupar frío a un corredor y ver heridos y oír quejidos y luego me revisen y sólo me manden ibuprofeno y acetaminofen tiempo sobra, cof cof cof. Mañana voy donde don Marcos por alguna yerbita...” refunfuñaba el cucho. Pero la vaina estaba grave y no podía esperar a las santas yerbitas de don Marcos. Así que tocó convencerlo: -“¡Vamos don Ramón! Que a usted sagradamente le sacan cada mes del sueldito su buena parte pa´l seguro ¿Pa´ que deje perder esa platica así no más?, no, no, no. Vaya que por lo menos lo examinen y le manden exámenes, así no se tome los químicos que le dan, pero por lo menos se da cuenta qué es y ya va a la fija con la yerbita que le funciona. Vamos home al hospital pa´ saber por lo menos que tenés; que esos millones que te han sacado en todo este tiempo del sueldito no caigan en saco roto”, le digo. Y ¡zas! el viejo se levanta como un resorte y entonces le ayudo a vestirse y salimos pa´l hospital como un rayo, en bombas, a la lata, a millón, como espectro que acarrea Luzbel…o sea, como alma que lleva el diablo. Y a voltear con el viejo y exámenes aquí y allí y luego pa´ Tabogo donde más especialistas que pa´estar seguros y descartar esto y aquello. En fin. Rutina de los galenos.


Afortunadamente dimos con un par de médicos que de lejos se ve que aman su profesión y respetan sus pacientes. Necesitamos muchos de estos. Porque es que hay unos que “no tratan personas, tratan dolencias. Para ellos los pacientes son una lista de síntomas”, como escribió alguien por ahí. Y otros pobres que olvidaron que “es mejor saber, que ser doctor” y terminaron estudiando algo que les impusieron, por aparentar o ganar plata y dejaron sus verdaderos sueños y su vocación guardados en la hoja de atrás de un viejo cuaderno de bachillerato. Terminaron graduándose de una profesión que detestan. La prima Lilia, que es enfermera, me contaba de un médico que quería ser músico y terminó siendo un médico mediocre que hace turnos que odia mientras consiente enfermeras llevándoles presentes pa´ que le ayuden a llenar las historias clínicas, expedientes y hagan todo su trabajo. ¡Que miedo ese matasanos! ¿Cuántos habrá como ese? Ojalá no muchos…


Hoy van a dejar al viejo en la clínica pa´ hacerle más chequeos. “Andate mijo y vení más tarde, voy a estar bien” dice don Ramón “dándome permiso” pa´ salir un rato a distraerme y yo le sobo su cabeza blanca que parece un copo de nieve. “Ok viejo, nos vemos luego, voy a aprovechar pa´ saludar al Hugo, un viejo parcero que hace rato no veo”.


-“¿Qué hubo marica?” ¿Y ese milagro? ¿Estás asustando? ¡”Marica qué bueno oirte!” ¿Estás acá professeur? ¡Ya te caigo marica! Me dice por el celu.


Y ahí está el Hugo, lo observo cuando se acerca a media cuadra, cuanto tiempo sin ver a este güevón, lo reconozco de lejos porque este es más alto que yo, casi dos metros (enrazao en guadua) y su pelo medio largo y enredado parecido al que tenía Fito en el Euforia. Y ahí a la entrada de la Luis Ángel Arango sólo se oye un par de amigos reencontrándose, un rolo y un paisa: -“¡Marica!” -“¡Guevón!” -“¡Marica!” -“¡Guevón!”. Nos abrazamos, nos damos par calvazos en la testa, nos reímos, caminamos, algunos puños en los hombros y subimos a la máquina del tiempo: Un par de críos mirando y comprando discos, libros, historietas y películas de segunda en una calle cualquiera de Tabogo, dos adolescentes barrosos y llenos de espinillas cantando rock en español en los buses en los trancones de la vieja Tabogo por el sólo placer de compartir unas notas de una vieja guitarra, un par de jóvenes sintiendo el dolor de perder un buen amigo en manos de la responsable muerte, dos treintones para quienes el tiempo en este instante gira a lo Benjamín Button. -“¡Marica!” -“¡Guevón!”, -“¡Marica!” -“¡Guevón!”…


Subimos al transmilenio mientras seguimos hablando mierda y recordando. El frío se filtra por una ventanilla y me alborota la renitis, ¡Aachussss! Se me sale un sonoro estornudo, mientras los pasajeros me miran estupefactos “¡Órale mi cuate! ¿Sería que te dio la porcina?” me interroga Hugo alzando la voz, con acento mejicano y poniendo cara de serio. “¡Pos órale!, si apenas llegamos ayer de nuestro querido México, ¿Será que voy a morir lejos de mi hogar? ¡Carnal!” le respondo siguiéndole la corriente al Hugo, hablando fuerte, fingiendo un acento mejicano y poniendo cara de preocupación. En ese momento en una estación para el transmilenio (donde venimos colgados como micos) y se abren las puertas y sale todo el mundo despavorido. Como espíritu que carga Belcebú, como esencia que traslada Leviatán, como alma que lleva el diablo…Unos tapándose la boca, otros escupiendo, otros conteniendo la respiración, otros ventilándose con lo que tengan a la mano: carteras, cuadernos, periódicos etc. otros inhalando por la boca y exhalando por la nariz. Se cierran las puertas y sólo quedamos Hugo y yo dentro del transmilenio, y el chofer al fondo que no se percató del suceso. Vuelve a arrancar el vehículo. Hugo y yo nos miramos y soltamos una risotada mientras nos damos calvazos y exclamamos: -“¡Marica!” -“¡Guevón!”…“¡Sos la cagada!”


Nos sentamos sin parar de reír. Un trasmilenio pa´ nosotros solos ja, ja, ja - “¡pero están todos sicociaos!” exclamo. “El poder de los medios” agrega el Hugo. Y recordamos cuando Orson Welles desató el pánico por allá en los años 30`s con su versión radial de “La Guerra de los Mundos” de H.G. Wells, la gente creyó que de verdad estaban siendo invadidos por extraterrestres. Todavía nos comemos todo lo que nos dicen los medios, así, enterito, sin digerirlo, sin indagar, sin preguntar, sin cuestionar…”Claro marica, y arman el mierdero mas hijueputa con una epidemia que no llega a los 150 muertos en todo el mundo, y teniendo en cuenta que contaron algunos fallecimientos causados por neumonía, como gripa porcina, ¡Qué biblias!", dice el Hugo. “Y los medios de comunicación que inflan el asunto. Digamos que sean 100 muertos sólo en Ciudad de México, pa´ una población de 20 millones del DF no es nada especial. Hay enfermedades y otras situaciones que matan a más gente, como la violencia, esa sí que es una pandemia bien jodida!”, agrego.


"Y ¿con qué fin harán eso? ¿Será para incrementar las ventas de algunas farmacéuticas como ROCHE y BAXTER? -quienes ofrecen tamiflú (millones de dosis vendidas a gobiernos asiáticos hace años cuando el brote de la gripa aviar y que el mismo gobierno de México reconoce que no es vacuna contra la porcina) además de mascarillas (que por cierto, no sirven de nada si no tienen filtros adecuados) y algunos cocteles vitamínicos con medicamentos mientras terminan la anunciada vacuna contra la porcina. ¿Tendrá que ver algo el pacto entre la farmacéutica SANOFI-AVENTIS y la BERMIX (Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México) durante la visita de Sarkozy a México para invertir la bobadita de 100 millones de euros en nuevos laboratorios para producir fármacos contra la influenza estacional o la pandémica semanas antes de la pandemia global? ¿Quién les leerá a los líderes mundiales las cartas, el tabaco o el chocolate para mostrarles lo que se avecina?” añade Hugo.


“Y se cuestiona uno tanto show. O será lo mismo que la gripa aviar por allá en Asia cuando también estaban teniendo problemas económicos y no pasó a mayores. Cortinas de humo muy comunes en estos tiempos modernos. Vaya uno a saber, yo ya no se qué creer. “Sea Dios verdadero y TODO hombre mentiroso” como dice la cucha cuando ella no le encuentra sentido a lo que dicen en las noticias. ¿Mató Oswald a Kennedy? ¿Pisó Armstrong la luna? ¿Existen los Ovnis?


“La vaina es que las verdaderas epidemias que se están viviendo no las mencionan. En África hay una epidemia de Meningitis tenaz, ya lleva casi dos mil muñecos (10 veces más que la supuesta porcina) y nadie dice nada, ¿será porque son negritos? ¿Porque por allá en ese continente olvidado es donde muchas farmacéuticas experimentan sus nuevos medicamentos? Te acordás de ¿El Jardinero Fiel?”, le digo al Hugo. “Proffeseur claro, ¡qué película marica!” contesta.


Cualquiera con tres dedos de frente sabrá que hay muchas enfermedades que se transmiten por el ambiente. Así que en vez de estar armando tanto escándalo con una conveniente gripe pa´ unos pocos (porque hay que saber que con tal de mantener un sistema los líderes mundiales cuando no provocan guerras provocan enfermedades) deberían educar y decirle a la gente que sean más precavidos todos los días porque se puede contagiar de cualquier enfermedad respiratoria como bronquitis, tuberculosis y el resfriado común, que es causado por mas de cien tipos de virus (veneno en latín) entre muchas otras infecciones. O sea, en resumen: no salga de su casa. O salga con un traje estilo astronauta donde nada le haga daño. O enfrente la realidad de un mundo loco transformado por el hombre donde es más probable que en cualquier momento usted va a adquirir alguna enfermedad natural o creada por la “extraordinaria mente humana” que lo llevará a su cita final: “…las últimas horas de los condenados, ¿Cuántos estarían ahora esperando la muerte?” repaso unas líneas de Malcolm Lowry. Aunque cada uno tiene su destino marcado. Recuerdo al abuelo cuando exclamaba con un aire tranquilo cierto día: “Yo pienso que el final mío va a ser la muerte” Ja, ja, ja nos reíamos todos de sus ocurrencias. Muy cierto ¿no? Ese es el final de todos. ¿Cómo? Eso será siempre el gran enigma…



Ah! Y no sólo están las infecciones respiratorias, hay que recordar que si uno no se cuida por ahí andan las ETS (enfermedades de transmisión sexual) asechando a la primera oportunidad. Que si uno no come bien, ni duerme bien, ni hace ejercicio, ni toma agua, ni come sano se le bajan las defensas y es más propicio a enfermarse. Tantas cosas como jartar comida chatarra, desesperarse hasta el estrés, y una cantidad de mierda que nos está matando tan jóvenes, ¡Como las hijueputas gaseosas! (-“hacete un favor parce!, no volvás a tomar gaseosas ni jugos embotellados” -me aconsejaba un amigo una semana después de que él entró a trabajar a una embotelladora de gaseosas- “¡eso es un veneno!”) Y se me viene la imagen de mi papá con 70 abriles y camina todavía derecho a paso largo sin asfixiarse y raspa olla a media noche y no le hace daño y es fuerte como un roble. Y nunca en su vida le he visto tomar una gasimba ni comida chatarra ni estresarse y se despierta al natural. Igual que el abuelo que ronda por las 90 ruedas, salvo algun impase como el de ahora. En cambio amigos de veinte y piola o treinta y tantos y ya no pueden comer después de las siete de la noche porque es trasnochada fija o ya tienen problemas de azúcar, colesterol, trigliseridos, presión y tanta complicación causada por los hábitos modernos. Y eso no lo dicen. Sólo dicen: “trabaja como una mula para que compres, compres y compres. No importa si te toca dormir poco, comer mal, vivir mal… ¡Produce!”. Pero no te advierten ni te enseñan como mantenerte sano.



Que mas peligro que el smog de los carros, el humo del cigarrillo, algunas sustancias cancerígenas que están impregnadas en objetos y electrodomésticos que usamos a diario. ¡Existen más de cien mil químicos sintéticos! Muchos de ellos comprobados como dañinos para nuestro cuerpo como los Retardantes de Fuego Brominados, un químico, una supertoxina usada para hacer las cosas más resistentes al fuego y presentes en electrodomésticos y aparatos que usamos a diario, ¡Una neurotoxina! Traducción: Tóxico para el cerebro. Encontrada incluso en colchones y almohadas. “La manipulación de este objeto puede causar cáncer”, le traducía a un amigo cuando leíamos el manual de un aparato cualquiera, allá en la letra que se lee con lupa y con la que los fabricantes se lavan las manos en caso de que los demanden. -“Ahí decía” dirá un pez gordo en caso de que lo atrapen.


“Y ¿Qué andás haciendo en Tabogo?” Me interroga Hugo. Le cuento lo del abuelo, que estaremos hasta el otro día. Me cuenta de su sol, su hija de ocho años que es su tesoro y con sólo pronunciar su nombre se le dibuja a mi amigo la esperanza en el rostro, esa que yo ya he perdido.


“¿Y vos? ¿Cómo va ese corazón?” señala. -“Bien”, le digo. -“Sigue bombeando sangre” –“Ja, ja, ja ¡marica! no cambiás. Hablame en serio, ¿seguís igual de esquivo? ¿No ha llegado la que te amarre?” – “Nada” exclamo mientras miro por la ventanilla del transmilenio y al fondo veo a Monserrate. –“Las que se acercan si mucho entran hasta el jardín y cuando les abro la puerta salen despavoridas con sólo ver la fachada, como si yo tuviera el ébola, la peste negra o la “A H1-N1”…“”Ja, ja, ja” nos reímos nuevamente. -“Deben ver una fachada como la casa de los Monsters o la de Psicosis” agrego. –“Lo que pasa es que ¡vos sos una ñámpira!” me dice mientras me da un puño en el hombro. “¿Una qué?” Inquiero. Y me explica que quiere decir ñámpira en la jerga de los ñeros. –“Ja, ja, ja tan guevón, el ñampira sos vos” le contesto y le doy un calvazo en la testa. –“Y ¿Que hubo de la pepigris? Porque esa si pasó del jardín, y yo creo que anduvo toda la casa, ¿Dónde anda?” Me interroga. –“A miles de kilómetros, hace rato que no hablamos. Aunque a veces creo que es la única que va a estar ahí esperando” Respondo, y ahora siento a Vanessa tan lejos y tan cerca...


Caen las estrellas a dos mil seiscientos metros de esta gran urbe, es hora de volver al hospital. Me despido del parcero y me empiezo a sentir solo otra vez. Le digo que me hubiera gustado estar mas tiempo pa´ hablar y recordar y conocer su nena y hacer un par de vueltas. Que espero volver pronto y que si me puede averiguar cuando le quede tiempo en la embajada como es la ida pa´ la France. “¿Te vas?” Me dice.- “No sé, de pronto me entraron ganas. Uno nunca sabe, son opciones” le digo. Lo acompaño a la estación del transmilenio. Par abrazos, par calvazos en la testa y par puños en los hombros. -“¡Marica!” -“¡Guevón!”. Saca de su morral un libro de Mark Twain y me lo obsequia. “La semilla encontró las más grandes aventuras que una disidente vida le hubiera podido dar…Por toda la suerte, amor y amistad que una travesura pueda seguir edificando, tu parce. Hugo”, dice la dedicatoria. Llega el “transmilleno” atestao de gente y empieza a parar lentamente, mientras Hugo exclama: “¡Uy! colgado como un mico ¡otra vez!”. –“¡Parce!”, le digo, -“…yo no te compré nada, lo siento”. Y entro con él en medio de los estrujones de la gente al vehículo, mientras le cojo el hombro derecho y le doy palmaditas en su pecho con mi mano izquierda “…pero te voy a mandar sentao en este trasmilenio y te lo voy a dejar desucupao pa´ vos solito, ese es mi regalo”. Y siento el aire frío que se cuela nuevamente por mi nariz y me alborota otra vez la renitis y ¡Aachusss!





domingo, 29 de marzo de 2009

Wind of Change

Por Fermín López


Ki ki ri kiii...suena mi despertador natural que se llama Claudio (en honor al gallo de los dibujos animados de la Warner Bros.), ¿recuerdan? Ese que siempre le daba palizas al perro con una tabla mientras le decía con un gracioso acento: “¡Oye chico, vamos chico, muévete chico!”. Son las cinco de la mañana, me doy vuelta pa´l rincón mientras me miento a mí mismo: “cinco minuticos más, cinco minuticos más, cinco minuticos… zzzzzzzz…”


Ahora son las seis y media cuando miro el reloj, y me levanto, es hora de empezar otro día aquí en la finca, primero voy por un poco de leña para prender el fogón. Pongo a hacer aguapanela mientras me ducho y el sol se filtra por el muro bajo del baño desde donde veo una lagartija que escala una guadua y observo el tajo que me toca desyerbar hoy. Según lo planeado y siguiendo el consejo del abuelo, en un par de días estará listo el pequeño terreno, para cuando caiga la luna nueva sembrar el fríjol.


Normalmente trabajo en las labores de la finca como desyerbar, sembrar, dar comida a Claudio, las gallinas y a cuatro patos: Lucas, Donald, Daisy I y Daysi II; también dedico el tiempo a estar pendiente de la huerta y una que otra vez reparar algún viejo cerco o uno de los clásicos puentes para pasar alambrados que se encuentran por esta vereda y que son de las cosas que mas recuerdo cuando venía a visitar a mi abuelo. El puente consiste en dos o tres guaduas juntas que suben hasta la altura del último alambre de púas, estas se apoyan en uno de los palos del cerco; de allí mismo al otro extremo bajan otras dos o tres guaduas que tienen transversalmente dos o tres palos para que no se vaya uno a resbalar cuando el puente está mojado, colombian technology. Bastante práctico el puentecito, y muy cómodo de usar, sobre todo para las mujeres y ancianos, y hasta pa´uno, es que eso de estarse agachando o haciendo maromas pa´ no pincharse las güevas es como jarto.


Trabajo hasta el medio día, luego a almorzar y trabajo otro rato por ahí hasta las tres de la tarde. Después me ducho y me siento a escribir, además de escribir mis bobadas, también escribo algunos artículos pa´la Internet y una que otra publicación pequeña, generalmente despacho todo por mail a veces desde el pueblo el fin de semana que salgo, o si es de urgencia voy hasta la casa de “el hacker”, así le puse a Tulio, un amigo que vive en una vereda de más arriba y que en su parcela alquiló un pedazo de tierra para ubicar una antena grande de señal y ahora tiene Internet en su portátil sin problemas.


Anteriormente a eso, de las seis de la tarde, después de comer, me ponía a leer, escuchar música o ver una peli hasta que me daba sueño. Pero los últimos días he estado yendo mucho a El Cedro, una finquita a unos veinte minutos caminando, en donde me he hecho buen amigo de Alexandra, una nena de unos veintitantos años, que tiene cinco vacas y es quien surte a la vereda de leche, queso y mantequilla.


Hoy la desyerbada me rindió más de lo que creía y no tengo ganas de escribir, además está haciendo buena tarde como pa´nadar un rato en el charco que queda de camino a El Cedro. Luego aprovecho y voy por la leche y el queso que se me acabaron y boto corriente un rato con Alexandra; además hoy es viernes y suelen reunirse allí otras personas que conocí poco antes de irme a ver el mar: Angélica, Julián, William, Tulio “el hacker” del que les hablé y “el loco de las guayabas”, como suelen llamar a Fercho.


Todos tenemos algo en común: estamos recién llegados y huyendo de la urbe y sus afanes, sólo llevamos unos cuantos meses viviendo por estos lares a excepción de Fercho, “el loco de las guayabas”, hombre callado y enigmático que también habitó la ciudad y quien debe su apodo a que permanece gran parte del tiempo acostado en una hamaca en el corredor de su finca con una vieja e inofensiva escopeta descargada cuidando un palo de guayabas, él si lleva mas de 10 años en la vereda.


El grupo es bien especial, “Dios los hace y ellos se juntan”, dice un viejo refrán. Alexandra es ingeniera industrial, Tulio, ingeniero de sistemas; Angélica, médica: Julián, maestro; William, pintor y Fercho…Fercho es “el loco de las guayabas”.


“Hola Fermín” dice Alexandra sonriendo mientras encierra las vacas. “¿Qué tal el viaje al Pacífico?, dice mientras se amarra una pañoleta en su cabeza. Le entrego un tarro con algunos huevos de gallina y de pato, luego ella coge un canasto y le ayudo a recoger la ropa que tiene extendida mientras nos desatrasamos. Me cuenta que en la vereda todo igual, calmado. Que la venta de leche ha bajado un poco y que se ha sentido un poco cansada últimamente, que espera darse unas vacaciones en un par de meses. “Si querés vamos al pacífico, conocí una playa bien especial”, le propongo. Antes de que se me olvide, le digo que me venda dos litros de leche y una libra de queso y que cuando me vaya a ir me los llevo. Entramos la ropa y después nos sentamos en el corredor a ver caer el sol y le pregunto si no se arrepiente de haber dejado la ciudad. “¡No!” dice sonriendo y llevando sus manos a la nuca respirando profundamente. “¿Y usted?” Me interroga. “¡Uy No!...yo también estoy feliz aquí“. “Vivir es elegir” agrega ella y ahora levanta los brazos y gira la cabeza a ambos lados cerrando los ojos sin dejar de sonreír.


Al rato aparecen Julián y Angélica quienes exclaman: “¡Apareció el perdido!” “¿Sí le hizo veranito en la playa? ¿Cuándo volvió? ¡Llegó bronciaito!” Son las siete de la noche y no demora en aparecer Fercho. Más atrás llegan Tulio y William que dice con un vozarrón: “¡Viejo Fermín! Guelconnn!” (welcome). Angélica y Julián trajeron unas cervezas, Tulio unos buñuelos, William trae plátanos y Fercho…guayabas. Alexandra y yo prendemos el fogón de leña, Julián y Angélica pelan plátanos y todos preparamos una merienda: trocitos de queso y guayaba de pasabocas, patacones con huevo de pato, buñuelos y aguapanela con leche. Todos alrededor de la mesa, menos Fercho, quien después de comer, en silencio corre su taburete hacia la esquina del corredor y se sienta a limpiar su vieja escopeta descargada y la mirada se le pierde en la oscura noche. En el reproductor de Alexandra que está a un volumen moderado empieza a sonar “Don´t Worry, Be Happy” de Bobby McFerrin.


Luego las cervezas y ¡a hablar mierda!, el deporte nacional. Algunos chistes huesos como el del pastuso que se encontró un recibo de los servicios públicos y fue y lo pagó, u otro que compró una patrulla de policía pa´trabajar por cuenta de él. Después de varios temas empezamos no se porqué a hablar del amor, y me corre un escalofrío por todo el cuerpo. “El perfecto amor viene del perfecto conocimiento” dice Tulio citando a Da Vinci. “Yo la verdad no creo en el amor…suena muy bonito, pero no creo, demasiado lindo para ser real.” expresa Alexandra muy segura de lo que dice sorbiendo un poco de su cerveza y yo envidio su certeza. Julián y Angélica (que son pareja) sólo se miran, con ese brillo en los ojos que parece decir más que las palabras y luego se besan mientras yo hago caras y me voy para el fogón y le agrego un poco de leña. William dice que de eso no se habla, que es mejor dejarlo por allá en algún lugar donde no sea violentado. “¿Y vos Fermín? ¿Crees en el amor?” Me interroga Tulio. -“En la ¿ciencia ficción?” digo. Ja, ja, ja se ríen todos menos Fercho que sigue con la mirada clavada en la noche. “A veces sí, a veces no”. Confieso sorprendiéndome a mí mismo de mi respuesta. “Por lo menos creo que ya aprendí a no huirle ni a esconderme de él, eso ya es mucho para mí, me acuerdo cuando mataba al tigre y me asustaba con las rayas. Aunque debo reconocer que para dejarlo volar soy el campeón nacional, la última vez lo dejé cruzar el Atlántico” digo revolviendo la segunda tanda de patacones y en el reproductor de Alexandra suena “No hay ni un corazón que valga la pena” de Miguel Bosé.


“El amor no se extingue nunca, porque se queda sin resolver durante años y, a veces de por vida” refunfuña Fercho con la mirada perdida y una voz áspera. Luego baja la cabeza, apoyando sus manos y su frente en el cañón de la inofensiva escopeta mientras todos en un sepulcral silencio volteamos a mirarlo. Con la cabeza agachada todavía agrega: “lo leí en alguna parte, hace tiempo, cuando leer era un escape”.


Por un momento dudo de la inofensiva escopeta y prefiero cambiar de tema. En estos casos cualquier tema es mejor que el amor, “mientras tratemos de descifrarlo siempre va a ser un dolor, un enigma, un problema, sólo hay que sentirlo, vivirlo…” las palabras de Vanessa cruzan como un relámpago por mi mente... “Bien jodida la crisis económica a nivel mundial, ¿oiga?” digo repartiendo la segunda ronda de huevos con patacones. “Se están quebrando los bancos y la General Motors, no se va a quebrar uno” agrega William. “Algunos dicen que la crisis puede ser igual o peor que la del crack del 29” dice Angélica. “Los viejos modelos económicos deben desaparecer” dice Tulio. “El problema es que el hombre sólo se ha preocupado de poseer”, expone Alexandra. “Y la gente que no quiere darse cuenta de la gravedad de la situación, la gente cree que vive en un comercial“, añade William. “Por estar pegados de Caracol y RCN" digo y luego continúo: "Todo se volcó hacia el dios dinero, que todo lo vale, todo lo compra y todo lo decide. Hace rato se perdió la humanidad..."


“La humanidad es de la estirpe del diablo: estúpida y criminal” vocifera Fercho levantando la mirada y poniendo la inofensiva escopeta en sus rodillas mientras saca del carriel un tabaco llevándoselo a la boca: “no es mía, lo recuerdo de alguna película, hace años, cuando evadía la realidad en alguna sala oscura” dice.


Tulio “el hacker” nos cuenta que anda haciendo una comunidad en la web con un japonés, un hindú, un francés y un australiano creando proyectos y haciendo foros donde se proponen nuevos modelos económicos en pequeños grupos y comunidades, modelos económicos más funcionales y menos letales, más equitativos y humanos. “En este tiempo es necesario en la economía un cambio de objetivos de acuerdo a nuestro tiempo” dice. “Y ojalá donde prevalezca un mejor comportamiento humano” agrega Julián. “Por ejemplo esa vaina de las multinacionales invadiendo regiones buscando mano de obra barata, desplazando a la gente de sus tierras, acabando con el medio ambiente y dejando pocas ganancias a las economías locales debe cambiar. Si la gente va exigir mejores salarios o protección ambiental, estos bastardos no dudan en llevarse su circo a otra parte, a otros países que les alcahueteen sus abusos” dice William. “¿Entonces? ¿Volver al socialismo de estado?” Dice Alexandra. “¡Peor!”, replico, eso tampoco funcionó, por algo colapsó”. Y ahora del reproductor salen las notas de “Se bastasse una bella canzone”, de Eros Ramazzotti cantando con el finao Luciano Pavarotti.


“Esa desproporción de los países industrializados (con su poderío económico y militar) y el resto del mundo pareciera acercarse a su fin con la actual crisis", dice Angélica. "Parece que es hora de hacer cambios drásticos, ojalá surja algo que en un tiempo traiga una prosperidad económica más equitativa y humana sin guerras, frenando el daño ambiental, sin contaminar ni agotar nuestros recursos, donde se de mas importancia a necesidades básicas como combatir el hambre, las enfermedades y cuidar nuestro planeta, antes que buscar riquezas y armarnos con bombas nucleares para encañonarnos nosotros mismos”. Alexandra complementa: “El ser humano con la tecnología que tiene debería disfrutar de mas tiempo para sí mismo, tener sus necesidades básicas cubiertas y evitar que su dignidad sea pisoteada con salarios de subsistencia donde el futuro es un enigma. Si en el planeta tenemos todo, no debería ser tan complicado…”



“Hacer cosas complicadas es fácil, el verdadero desafío es la simplicidad” dice Fercho lanzando una bocanada de humo y parándose del taburete poniéndose el sombrero, colgándose la escopeta en el hombro derecho, prendiendo una vieja linterna y tomando el camino hacia su casa despidiéndose con una mano en alto mientras dice: “lo escuché en una canción, hace mucho, cuando buscaba respuestas en alguna melodía”.



Sssssss se oye el viento mientras todos observamos a Fercho alejarse y cruzar la cerca de la finquita El Cedro y al fondo vemos el cielo estrellado mientras en el reproductor de Alexandra suena Scorpions con la Orquesta Filarmónica de Berlín tocando Wind of Change.






domingo, 25 de enero de 2009

Los Faraones Inmortales

Por: Fermín López


-“¡Por fin conocí el mar!, uno si es muy montañero”, le digo a Vanessa por el celular mientras me tomo una agüita de coco y miro a una despampanante morena en una playa del Pacífico. -“¡Ah! ¿No estás en la finca? Vos si andás más que el judío errante”, me dice Vane mientras se despide dizque porque tiene clase de piano temprano y en Toulouse ya es tarde (aunque le noto el tono de voz como si estuviera molesta). ¿Será que pensé en voz alta lo de la despampanante morena?, creo que la cagué…y tan bien que íbamos. -“Ok Vane, mucha suerte con tus cosas, la próxima vez te llamo yo, au revoir”. Cuelgo. La despampanante morena se me acerca y sorprendido le sonrío preguntándome mentalmente si es la loción (pero me acuerdo que loción no uso), la barba de tres días, o mi sombrilla (que parece puesto de perros de lo grande, con dibujos de El Príncipe de Egipto, la peli de Disney) la que le hizo acercarse. No tardo en averiguar el motivo de su aproximación. -“Bonita sombrilla, ¿puedo sentarme?” me dice y ahora veo la morena a contraluz. -“Claro, hacele” le digo.



Se sienta a mi lado y minutos más tarde saca un protector solar de su bolso, invitándome con su mirada coqueta a aplicarle un poco en el cuerpo. -“Y ¿vos que hacés?, ve” me interroga con un acento valluno. -“¿Moi? digo mientras una parte de mi cabeza piensa todavía en Vanesa. -“Perdón, ¿Yo?” le contesto concentrándome ahora en sus piernas y volviendo a tierra. -“Si vos, ¿a qué te dedicás?“. –“Pues no sé, a sobrevivir, supongo. También a llevar un poco la contraria viendo las cosas desde otra perspectiva y tratar de hacer lo que quiero, de eso se trata ¿no? de ser libres… Y ¿vos?”, le interrogo mientras mis manos se impregnan en crema preparándose para navegar en su piel canela. -“Terminando la U y ahora de vacaciones. ¿De donde venís, ve?” me dice ella sacando sus lentes de sol. -“De un pueblito de Antioquia, yo soy montañero neto, soy de Pereira, viví en Medellín un tiempo y hace unos meses me instalé en el pueblo que te digo, ya sabés algo más tranquilo y más barato; con la actual crisis económica las ciudades se acercan a un colapso, así que es mejor ir emigrando pa´l campo, a criar gallinas, sembrar plátano y coger guayabas mientras se pueda y antes de que los paracos, la guerrilla, los grupos económicos y el gobierno terminen apoderados de los pocos lotecitos que quedan, pues andan despachando a todo el mundo pa` la ciudad, a las buenas o a las malas, pobre gente, la del campo. Y termina todo el mundo viviendo en la ciudad, apeñuscaos, en cinturones de miseria, donde impera la ley del sálvese quien pueda, mientras los “perros bravos” de la finca Locombia se siguen apoderando de hectáreas y hectáreas y hectáreas de la tierra de miles de colombianos. Aquí seguimos con el Régimen Señorial”. –“¿El que?” pregunta la morena subiéndose sus gafas a la frente y mirándome como quien dice a éste se le zafó un tornillo. –“El Régimen Señorial, esa vaina que se inventaron los romanos y que luego en la edad media la impusieron la iglesia y los príncipes en Europa para extender en el siglo X el término SERVIDUMBRE. Muchos lo confunden con el feudalismo pero en el Régimen Señorial la gente aunque puede ser libre o esclava sigue siendo súbdita y empleada de los “señores”, que aquí en Locombia son los que te nombré anteriormente. Pero vea le resulté hablando de historia, que pena, y vos en vacaciones”. Le digo. Me mira y se ríe. Sale de la sombrilla ya lista para dorarse al sol y sigo sus caderas con mis ojos y me siento como un azteca en Tenochtitlán ofreciendo un sacrificio. Me acerco hasta ella, le quito el sostén y le aplico ahora un poco de protector solar en la espalda. Hablamos de esto, de aquello, cosas triviales, interesantes, mierdita, un par de chistes malos, risas etc. Jugamos con la arena, nos metemos al mar, vemos como cae el sol y finalmente nos baña la noche mientras recogemos conchas, piedras y caracoles de diferentes formas y colores.



Al otro día me dice que si la puedo acompañar al pueblo porque necesita un cajero automático. –“¡Uy! Qué pereza ir por allá” le digo. –“Perdóname la franqueza pero qué mamera moverme de acá ¡y a un cajero! ¡Peor!, ¿necesitás mucho dinero? mejor te presto”, le digo tirado en una hamaca viendo el paisaje como si estuviera apreciando un cuadro de Edward Hooper y agrego: -“ Pa` llegar allá y que el cajero no te dé plata y luego te descuenten como si te hubiera dado y no te dé recibo y el banco cerrao, y nadie contesta el teléfono y el vigilante te diga: “toca el martes en el banco donde tiene la cuenta, en horario de oficina señorita”…y se te dañen las vacaciones porque se te va a perder la platica; tiempo sobra. A un amigo se le robaron como seis palos, ¡si! seis millones de pesos, un cajero loco, y ahí quedaron sus vacaciones y sus ahorritos. Se los chupó el banco cuan personaje de Bram Stoker”. –“¿Entonces vos no tenés tarjeta, ve? Me interroga mientras pienso que cuando le diga lo paupérrimo que soy saldrá despavorida como el Correcaminos. –“¡No! Ni tarjeta, ni chequera, ni cuenta corriente, ni de ahorros, ni CDT, ni nada de eso. ¡Qué miedo! Bien escaso el dinero, harto trabajo que cuesta conseguirlo pa´ llevárselo a los bancos a que trabajen con él y se tapen en plata mientras que en cada diligencia que hace uno la van descontando (cuando debería ser obligación de la entidad que presta el servicio): que consulta del saldo ¡juáquete! se fue un viajao, que retiro del cajero, ¡chas! le hacen otro descuento, que una transacción ¡chuaz! venga pa´ acá, que solicitud de tal cosa ¡chángala! perdió, que tiene que pagar el talonario ¡Zas! mate, que la chequera vale tanto ¡Splast! esto es pa nosotros, que el cuatro por mil Pssst! pase a ver…Estornuda uno o se saca un moco dentro del banco y es uno azarado porque a lo mejor eso también tiene tarifa (debe estar estipulado allá en las letricas pequeñas que nunca se ve en los papeles que uno firma). Dentro de poco cobran la fila.




Poco a poco se van mermando sus ahorros. Todo lo paga uno. Y cuando usted va por su platica resulta que le debe al banco. Como le pasó a unos vecinos en la vereda donde vivo, que guardaron la platica del acueducto comunitario en un antro de estos, como dos milloncitos y cuando fueron al tiempo a retirar pa´ comprar unas vaquitas y hacer una reunioncita, ¡Oh sorpresa! le debían al banco como ciento cincuenta mil pesos. Bancos ¡HIDEPUTAS!, como diría Cervantes. A ver si comparten sus exuberantes ganancias. NA-DA. ¡Ni un puto centavo pa´ sus ahorradores! TO-DO PA E- LLOS. Yo mi poca plata no la llevo pa´l banco, eso es una pirámide legal. Esa gente no se toma un tinto de parte mía. ¡MALPARIDOS! Yo prefiero los escondites caseros como los abuelos: el colchón, un baúl, un cojín feo, el zarzo, una guadua…”.



Sorprendentemente Isabel (que así se llama la despampanante morena) sigue ahí al saber que soy paupérrimo y se me sienta al lado de la hamaca sonriendo tímidamente y diciendo: “Eso es cierto, y vaya uno a prestar plata y tiene que demostrar que no la necesita, o cobran unos intereses elevados que termina la gente en la calle…y el estado persiguiendo las pirámides que si comparten sus ganancias con la gente. ¿Que pensás de lo de DMG?”



-“Pues la verdad yo sólo creo en la plata que te ganás vos mismo trabajando, con esfuerzo y dedicación. ¡Ah! Y haciendo lo que te gusta, creo que es lo más importante. Pero desafortunadamente el narcotráfico nos dejó esa cultura de la plata fácil, y es a toda escala ¿oiga?, desde el Senador de la República hasta el pelao del barrio más humilde, pasando por el colegial y el universitario. –“¿Qué vas a estudiar Alejo?” Le preguntábamos una vez a un primo en la fiesta de graduación. –“No sé ¿como que dará plata?, y ojalá rápido y sin tanto esfuerzo”, decía el condenado. -“¡No! pues andate de mula si eso es lo que querés! o aspirá a vicepresidente!" le dije indignado y agregué. –“Como se te ocurre decir eso ¡guevón!, ¡La plata no lo es todo! Mirá a tu papá zapatero y de lejos se le ve el amor por su trabajo, que además le da el sustento. Y tu mamá que cose y se parte el lomo pa´ seguirte dando estudio, ¡pero ante todo ama sus costuras! –“Pero es que yo aspiro a tener un carro bacano como el man de la novela de por la noche…” –“¿Otra vez viendo al diablo? ¿No te aconsejé que no vieras esos podridos canales de Caracol y RCN que lo único que hacen es meterte mierda en el cerebro? Mirá Alejito que tenés el mundo por delante, podés comértelo si querés. Hacer lo que soñás. ¿Qué te gusta? ¿los carros? Pensá en que algún día podés diseñarlos vos mismo, o repararalos, o transformarlos, o conducirlos….qué sé yo, pensá en estudiar algo que te va a dar un empleo que disfrutés. Imaginate que te despertás en la mañana, emocionado porque te vas pa´l trabajo que amás así el dinero no sea a montones, ni fácil. Y no que te despierte un puto reloj a hacer cosas que no te gustan y que vas a llevar como una cruz el resto de tus días. No vayás a formar la fila de frustrados de este país que un día decidieron renunciar a sus sueños para estudiar algo que les “diera plata” antes que pensar en que son hábiles y útiles y felices. ¡Plata! Eso NO ES lo más importante mijo, aprendete esto Alejo: Plata es el nombre del caballo del Llanero Solitario.” –“Ja ja ja, ¡estás loco Fermín! Te perdiste del tema…” dice Isabel jalándome una oreja.



-“¡Jueputa! Yo si hablo mucha mierda ¿no? A ver si me enruto de nuevo…¿en qué íbamos?...¡ah ya!” le contesto.



-“Esa vaina de las pirámides pasa acá cada rato. Gracias a nuestra cultura de la plata fácil de la que te hablaba. Pasan dos, cinco, diez años y la gente vuelve y cae en las pirámides. Ahora la cosa es mas dura, creo yo, pues como las “pirámides legales” o sea los bancos, no dan rendimiento, pues la gente confía sus ahorros al primero que le ofrezca una buena rentabilidad. Culpa del mismo Estado y los bancos ¿no? Además si analizás en este país todo funciona a partir de pirámides: ¿Qué es el sistema de salud sino una pirámide?, ¿las loterías? ¿las pensiones? Esa si que es una pirámide muy áspera. Vos guardando tu platica dizque pa´ tu pensión, ¿a los sesenta?, ¿sesenta y cinco años? No se…cada vez aumentan los años pa´uno pensionarse. Cuando el promedio de vida acá en Locombia va pa´atrás, yo creo que la generación nacida del setenta pa´cá no llegamos a los cincuenta. Con tanto estrés, tanta contaminación, viendo noticieros decadentes, durmiendo mal; tomando gaseosas y comiendo porquerías, y a deshoras, para trabajar como mulas porque el poseer se volvió la razón de la existencia…nunca veremos esa pensión. Esa platica se perdió. Yo por eso el dinero de la pensión lo meto en una alcancía y cada que puedo aprovecho me vuelo a pasear y conocer y no esperar una edad de jubilación que terminará embolatada en el ajetreo de la esclavitud moderna de estos locos tiempos…



Tonces no sé, por lo que oí del man de DMG deberían darle más bien un Nóbel de economía, pues poner a la gente a ganar plata en el Putumayo con electrodomésticos en vez de raspar hoja de coca, es una hazaña la hijueputa ¿no? El hombre es un genio. Ahora que el man estaba lavando plata, pues vaya usted a saber, a lo mejor el negocio sí era rentable, y si no, si lavaba dinero, pues por lo menos compartía las ganancias con la gente. Es que aquí también nos mata la doble moral. A ver si alguien decía algo cuando los carteles lavaban plata con empresas fachadas en los ochentas y los noventas donde todo el mundo comía. Desde los presidentes hasta los albañiles y guachimanes.



Ahora, sí la vaina era ilegal entonces ¿porqué tenía los documentos al día y pagaban impuestos y todo? Entonces que la DIAN devuelva todos los impuestos de estos años que DMG pagó. Ya los van a devolver ¿no? Definitivamente el man la cagó fue metiéndose con los banqueros de este país, jeques mimaos y vacas sagradas quienes realmente son los dueños de Locombia, país donde reina el amor al dinero. Sino vea las protestas tan verracas. Cuando es una masacre o un atropello al más mínimo derecho nadie dice nada, pero cuando es la plata, comen y matan del muerto. Eso confirma mi teoría que lo que le faltó al narcotráfico fue un ideólogo, un filósofo que guiara a Pablito y demás secuaces, porque tuvieron toda la plata pa´ darle el vuelco a este mierdero. Si en lugar de hacer inodoros de oro, sobornar políticos, comprar armas, mandar matar gente y hacer fiestas despilfarradoras hubiesen construido hospitales, escuelas, centros de investigación, ancianatos, hogares infantiles, carreteras, bibliotecas… pero no, terminaron bajo tierra enceguecidos por la Vanidad y el Poder que no ven más allá de su locura…



Habrá que esperar a ver que pasa con don David, que sorprendentemente nos demostró que aquí es imposible el sueño americano, todo lo del pobre es robao, pero también nos mostró que el sistema se puede tumbar, o por lo menos hacerlo tambalear sin secuestros, ni muertos, ni oxidadas revoluciones. Sólo se necesita una fórmula financiera, que le de duro a los bancos y los grupos económicos (los dueños de esta finca). Porque está demostrado, que lo único que les importa a los colombianos como al resto del planeta es la plata. No más.



Por ahora, seguirá un pueblo esclavo esperando su Moisés, trabajando de sol a sombra, construyendo con su trabajo y su dinero estas “pirámides legales” donde los únicos que ganan incalculables cifras son los dueños de los bancos: los Faraones Inmortales…de parte mía y millones de colombianos va este: ¡DOBLESTRIPLESCUATRUPLESQUÍNTUPLESHIJUEPUTAS!”.



La despampanante morena se ríe mientras el cielo pinta ahora un atardecer que suena a Eric Clapton cantando “I Shot the Sheriff”, la song de Marley. Isabel y yo quedamos hipnotizados disfrutando del paisaje mientras la brisa del mar hace sonar la madera de las pocas cabañitas rústicas de esta playita escondida en algún punto del Pacífico.




miércoles, 1 de octubre de 2008

Los mercaderes de la muerte

Por: Fermín López

-¡Ay Dios!-, exclamo tranquilo al volante del viejo willys mientras estaciono el cacharrito en la plaza de un pueblito de Antioquia. En una vereda a veinte minutos de allí vivo hace unos días. Casi no llego, esa carretera está a punto de perderse entre el lodo y la maleza, además las volquetas que deberían mandar cargadas de trabajadores y materiales pa´ que arreglen la vía están cargando reinas y borrachos en un pueblo vecino…colombian people.



¡"Güenas don Fermín!", me saluda don Toñito (un agraciado anciano que se parece a Geppetto) cuando entro a su granero que se encuentra bajando la plaza y que tiene a la entrada este poderoso letrero: "se bende panela, arros, frijoles, asukar, leche, queso, pomadas, machetes, cabuyas, oyas, alpargatas, baigón y otros comestibles"…



-Don Toñito, le regalo el don, ya le he dicho que me llamés Fermín, así, a secas…no es que me sienta viejo con el don sino que esa vaina es como de respeto, como de jerarquía, de experiencia. ¡Don!, usted don Toñito y los de su generación que le han aguantado el paso a esta vida tan dura y desde pelaos la cogieron por los cuernos. ¡Don!, mi papá y mis tíos, yo los veo en esas fotos cuando apenas tenían veinte años y que cara de patrones, uno con treinta años y esta cara de guevón... "Ja ja ja, este Fermín y sus ocurrencias" dice don Toñito mientras me estrecha la mano. Dice usted don y me acuerdo del Don: don Vito Corleone, el Padrino, ¿se acuerda? Le interrogo. -"¡Claro! La película que me emprestó hace unos días, muy güena! ¡Eso si era mafia!, qué organización, qué honor, qué respeto, qué elegancia, no como los de agora que eso es al que más cadenas de oro tenga colgadas del pescuezo, al que más tiros descargue, al que más lora dé por ahí con viejas tetonas, carros, rancheras y vallenatos a todo taco", me responde el cuchito echándose pa´ atrás de la cabeza un mechón largo de canas que cuelga de su calva.

Y ¿qué va a llevar Fermín? ¿Lo mismo de siempre? "Si don Toñito, el mercado pa´ la semana". -Y ¿cómo se ha sentido por acá? Me pregunta mientras pesa el maíz en una vieja báscula carcomida por los años. Muy bien, le digo. El cambio fue muy bueno. La ciudad está imposible. Allá todo el mundo es a toda mierda, donde sólo se ve la ley del codazo y sálvese quien pueda. Además que la plata ya no alcanza. Todo está por las nubes. Los servicios públicos llegan cada veinte días, y a veces cobrando cosas que no son o cobran de más y vaya pues haga el reclamo. Eso son filas y filas y filas de gente, parece Cuba. Además a las casas llegan a cada rato revistas de los grandes almacenes embaucando a la gente pa´ que compren y compren y compren y compren como si eso fuera la única razón de la existencia. Y uno que en vez de adquirir lo necesario termina comprando güevonadas que acaban en la basura o desechadas porque al otro mes ya salió otra vaina y eso es un círculo vicioso, una adicción legalizada. Y quiébrese el lomo como un burro para comprar lo que la televisión dice y todos como hipnotizados del trabajo al sillón de la tele y de ahí al hiperalmacén y otra vez pal trabajo y pal sillón de la tele y después pal hiperalmacén y otra vez pal trabajo y vuelve y gira "la rueda de la fortuna", y la plata que no alcanza, ¡que va a alcanzar con esa puta gastadera!, porque eso sí, los hiperalmacenes dan tarjetas, plazos, créditos, "facilidades" con tal de que no se les seque la tetica", le contesto sentado mientras mi mano izquierda sostiene mi rostro caído con la mirada perdida.

"Pues si está duro por aquí Fermín, que los servicios y los arriendos son baratos, que no hay buses porque el pueblo es tan chiquito que uno camina. O dada la situación en algunos veredas han vuelto al trueque, si no hay plata cambian panela por aguacates o maíz por leche; ¿qué será por allá que todo es pagando y tan costoso?." Dice don Toñito mientras pesa y empaca los fríjoles. –"Y no sólo eso", le respondo, "…sino el ritmo de vida. Uno allá es a las carreras y a veces no se tiene tiempo de comer o de dormir. "¿Cómo?" me dice el anciano abriendo los ojos mientras se rasca la barbilla. "Eso si es grave. Pa´mi primero el buche y mis ocho horas diarias de sueñito. Yo nunca he entendido lo de ese relojito que empieza a chillar y a interrumpir el sueño, si uno tiene que madrugar, pues se acuesta temprano. Cómo es de güeno levantarse uno voluntariamente" me dice mientras enciende su vieja pipa. -"Eso es cierto, don Toñito ¿quién putas se inventaría los horarios y ese aparato diabólico del despertador? Le digo sonriendo. "Sí, es que el sueño y la comida son fundamentales pa´ la salú; véame a mí con ochenta abriles y nunca he ido donde un médico ni me he tomao una pasta pa´ un dolor de cabeza" dice el cucho inflando pecho. "Y véame a mí con treinta años don Toñito y con el nochero lleno de remedios", le confieso mientras saco un bocadillo de un frasco que está sobre la vitrina llevándomelo a la boca, y agrego con la boca llena: "Essa ess la otrrra, sse ennferrrma unno y vayya quue lo atiendddan…". Trago el bocadillo y continúo: "… fuera de pagar un seguro bien caro, se alivia uno es como de rabia del servicio de salud tan malo y la deshumanización. "¡El carné de la EPS!", le gritaban a un pobre hombre inconciente en una camilla, con la cabeza ensangrentada y los ojos desorbitados y el desdichado más al lado de San Pedro porque a este lado no lo atendían hasta que mostrara su carné e ingresaran y verificaran en el "sistema" su EPS…colombian people. ¿Seguro? ¡Con este sistema de salud, segura la muerte!". -"¡Qué crueldad!", exclama el viejito y se sienta en un taburete al lado de una vieja vitrola y pone a sonar un tango: "..el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis, en el dos mil también…".

Saco otro bocadillo y me despido: "Gracias don Toñito, guárdeme ahí el costal con el mercado yo voy a comprar la carne y al Internet a mandar un trabajo y ya vuelvo pa´que juguemos dominó un ratico antes de irme pa´ la finca".

Camino por el pueblo contemplando un balcón lleno de flores y me timbra el celu. Es Vanesa, (¿la recuerdan? La de los ojos grises, el pelo rojo y que cuando aparece me desordena el pasado). ¡Hola! ¿Cómo vas? ¿Qué tal Toulouse?, le digo… ¡Ah! creo que no les he contado lo de la ida de Vanesa ¿cierto?...bueno a veces se me pasa contarles cosas que les pasa a mucha gente que por acá pasa: por estas líneas de palabras gastadas y repetidas que se han convertido en mi exorcismo. Creo que también los dejé en vilo con lo de la otra nena que me tenía en jaque, ¿la recuerdan? la que me empezó a mover el piso antes de que volviera Vanesa…bueno, pues esa también se fue. Todos nos estamos yendo, huyendo, no sé. En estos casos prefiero no ahondar en detalles. Entonces los actualizo así a las carreras: Vanesa. Beca. Música. Francia. "¿Te vas conmigo?" Dice ella. "Je ne parle pas français", le digo. "No importa", agrega. "Dejame yo aprendo el idioma y luego te caigo" respondo. "Tan bobo", me dice y se ríe. Caminamos una tarde por el centro. Un domingo hablamos escoltados por nuestros miedos. Un lunes le ayudo a empacar. Un martes la acompaño al aeropuerto. Un avión despegando. Un hombre cobarde y triste tira una nota al suelo y mete sus manos en los bolsillos. Fragmentos de lluvia. Un papel escrito a mano que dice: "mi ángel, mi todo, mi otro yo, unas cuantas palabras y a lápiz" (una frasecita de una peli sobre Beethoven). El papelito hundiéndose en un charco.

¡Listo! actualizados. Entonces hablo con Vane por el celu, me cuenta de París, de la beca, de su pasión: la música. Le cuento de mi nueva casa, del pueblo donde una vez la traje a que conociera la finca del abuelo. Le digo que todo sigue igual, que Locombia no mejora, que todo el planeta va pa´l caño, que ¡esto se acabó! "¡Pesimista!", me dice. "Realista" le contesto. "¡Loco!", dice. "Anarquista", le aclaro. "Te extraño", me confiesa. "¿Aló? ¿Aló?" Le respondo, mientras al otro lado ella ríe y dice: "¡Vos no cambiás, sos un palo!"

Compro la carne y entro a una cafetería a comer algo. Lo que me faltaba: una noticia extra de Caracol o RCN, no recuerdo cual canal era, da lo mismo, iguales de dañinos y perversos. "¿Será lo de la caída del Dow Jones?" pienso. ¡Ingenuo!, esos de eso no saben, sólo saben de muertos y chismes. Es lo único que les interesa, es pa´ lo que les pagan. ¡Ah! y a veces cuando se "aparece" la Virgen en una puerta, en una pared o en una empanada… colombian people

Preciso, un muerto. Un niño. Otro de los tantos miles que enfilan la lista de nuestro país. Este apenas es el iceberg que asoma sobre los goles, la farándula y la política. Porque gracias a ese periodismo superficial, sensacionalista y mercantilista de estos dos canales, la montaña de muertos seguirá creciendo. Sólo falta que aparezca Pirry con su vocecita lastimera y su cara de comadreja dándoselas de cronista. Peor, sale la nota y el camarógrafo que se lambe por enfocar el cuerpo. Y los periodistas en el lugar de la noticia como gallinazos y demás aves carroñeras. Luego el zoom in al rostro de la madre. ¡Pobre mujer! Se me sube la bilirrubina y estoy a punto de lanzar el pocillo al cíclope que ahora introduce un tema musical de la película Corazón Valiente como diciéndole al televidente: "¡llorá pues hijueputa!", el dueño del local cambia el canal evitando que lance mi desayuno a la pantalla. Pero igual, el otro canal sigue la misma fórmula, sólo que con una pieza musical de piano que tiene el mismo mensaje: "¡lloren pues hijueputas!". ¡Qué irrespeto!, ¡Qué bajeza!, ¡Qué porquería! ¡Qué canallada! El solo hecho de la muerte de un niño es ya en sí una tragedia y una vergüenza para un país insensible con su infancia. El reflejo de una sociedad decadente. ¿Qué necesidad de volverla espectáculo? ¿El apetito de fama y un cheque con varios ceros les hizo borrar de la cabeza las palabras ética, análisis, investigación, humanidad, respeto al dolor ajeno? …¡Caracol y RCN!: ¿Porque no dejan descansar los muertos y a sus dolientes que los lloren en paz? ¡Mercaderes de la muerte!

martes, 8 de julio de 2008

En la tierra de las sombras

Por: Fermín López


Que si le puedo regalar un artículo hablando de Superman, me dice un viejo amigo entusiasta de las historietas por el chat. ¿Superman? Le respondo, ¿ese pobre héroe que terminó criticado, señalado y abucheado como los grandes mártires y hombres que nos demostraron que en medio de tanta mierda el hombre puede ser un mejor ser humano? -El mismo que vuela y salta me responde el parcero por la ventanita del messenger. Ok, le digo, veré que puedo hacer. –“Ah!...cortico mijo, que usted a veces se pega unas estiradas…”, me aclara mientras me manda un emoticón con una mano cerrada y el pulgar arriba y me acuerdo de mi amigo Junior, nativo de Juiz de Forá, el brasilero que siempre indicaba con la mano cerrada y el pulgar arriba cuando decía tudo bem.



Luego, mientras espero el metro en Alpujarra y miro a una paisita que me devuelve una sonrisa bajando las escalas al otro lado de la estación, empiezo a escarbar en los recuerdos de la infancia: Cuando me tiré del descanso de las escalas de la casa con una toalla amarrada en la nuca y los calzoncillos por fuera del pantalón y casi me descalabro; cuando sentado frente a la tele blanco y negro veía unos capítulos protagonizados por George Reeves (una vieja serie de los cincuenta) mientras mamá nos regalaba chocolate con pan (a mis tres hermanos y a mí…ah! Y a media docena de vecinitos que se daban cita en mi casa porque la tele iba con refrigerio incluido); cuando me cogía la tarde para llegar al colegio porque me quedaba frente al espejo sacándome el “corrusquito” para quedar peinado como Superman, o cuando casi ahorcamos a Coronel (el perro de la finca de mi abuela) con un mantel cuando jugábamos a los superhéroes y a Coronel le tocaba ser Kripto.



Mas tarde atravesando el puente de Bello miro la vieja estación, y sus trenes oxidados me recuerdan el: “más rápido que una locomotora”…y de pronto retumba la voz de mi abuelo cerca al occipital desconcentrándome del tema: “…cof, cof, cof…mijito la locomotora, ese maravilloso invento sentenciado a muerte en este país de mafias. Quien sabe que congresista tenía por ahí su guardadito de mulas, camiones y gasolineras o que amigotes movieron sus influencias para acabar con el caballo de acero…cof, cof, cof….es que eso no pasa sino aquí…que desperdicio de transporte. Mire por allá en otras partes del mundo que en vez de acabar con el trencito lo mejoraron y puede uno cruzar ciudades barato y sintiendo esa sensación de libertad que sólo se siente en el tren cuando uno saca la cabeza por la ventana y siente el viento en la cara y el sonido chu!, chu!, chu!... porque vaya uno a sacar la cabeza en un pullman y verá como es que le rosa la cabeza pero otro carro y sólo se oye el: -¡oiga viejo loco! esconda la cabeza que se la van es mochando-…cof, cof, cof…”


Al otro día me bajo del metro en Berrío y camino hacia las librerías y pregunto que donde puedo encontrar algunos comics y recuerdo cuando en Pereira iba con mi amigo Orlando a comprar las revistas de Memín y Superman con lo que ahorrábamos del “algo”, y luego nos sentábamos a leer y releer las historietas que coleccionábamos; entonces el frío del tiempo me recorre la espalda hasta llegar al cerebro que automáticamente me dibuja en la cara una sonrisa con aire de nostalgia y me veo reflejado en el vidrio de una vitrina como un viejo fantasma.


Sentado junto a una gordita de Botero, ojeo una revista de Paul Dini y Alex Ross con un dibujo hiperrealista que me hace creer que Superman si existe. ¿Y si existiera? Siempre ha existido ¿no? Hércules, Sansón, Arturo…también muchos otros con ideales de verdad y justicia (esos que vocifera nuestro héroe tildado de pelmazo y boy scout) que suenan tan ficticios en estos tiempos donde como escribiera Camus: “…vivir por encima de los otros sigue siendo la única manera de que los demás lo vean y lo saluden a uno…” ¡Ay Dios! los ideales, esos por los que han matado a más de uno, desde tiempos remotos alrededor de esta loca esfera.


Y es que junto con los tiempos, los valores van mutando ¿Ideales? ¿Que es eso?, preguntará un desprevenido periodista televisivo de noticias Caracol o RCN que no le llega ni a la uña del dedo meñique del pie a Clark Kent, el alter ego de Superman criado a finales de los años treinta en una remota granja de Kansas por dos viejos ancianos que le enseñaron que el ser humano a pesar de lo lacra que es, tiene esa misteriosa capacidad de redimirse y ayudar a los demás. Clark Kent, periodista de la vieja escuela de esos que difícilmente encontramos en el cíclope que escupe fútbol, política y farándula o en pasquines donde el chisme es la nueva pornografía, como escribiera Woody Allen.


Cae la noche y vuelvo a experimentar ese viejo placer de observar historietas (con las que aprendí a leer) antes de dormirme. Compré varias hoy para tratar de ponerme al día con mis héroes de antaño. Aunque siempre he preferido los héroes oscuros como Batman, incomprendidos como Hulk o fríos como Wolverine debo admitir que Superman, lejos de ser el “símbolo yanqui” con que suelen calificarlo, para mí ha significado esa chispita que brilla en la tierra de las sombras.

domingo, 3 de febrero de 2008

Al lado del camino

Por: Fermín López

-“¡Oye Fermín! ¿Vas a asistir a la marcha del 4 de febrero?” Me pregunta Vanessa mientras se me sienta al lado en una manga donde hemos ido el domingo a recordar viejos tiempos. –“¿Esa que andan promoviendo contra las FARC?, no, ¡que pereza!, yo que voy a chupar sol o agua por allá”, le respondo mientras acostado bajo un árbol me tapo los ojos con un libro entreabierto de Spinoza y trato de quedarme dormido.



-“No es que yo defienda a esos maleantes”, le digo a Vanessa, -“esos hijueputas no merecen ni siquiera una marcha, apenas pa`que traigan unos carrotanques llenos de Baygón y los fumiguen, junto con los paracos, por plagas. O mejor dicho a las cabezas, porque recordemos que muchos militantes de ambos bandos son simples peones; jóvenes y niños campesinos que terminan en las filas, ya sean obligados, amenazados, por falta de oportunidades o por tener un arma y un uniforme que los haga sentir poderosos y reconocidos. ¿Ideología? ¡Ideología las polainas! Aquí la mayoría de los que empuñan un fusil no sabe ni porque pelean, y hablo de todos. Los que si saben son las cabezas que se tapan en millones de dólares con el narcotráfico y el estado que recibe platica del otro lado pa`la guerra. Que dejen ese jueguito de policías y ladrones. Aquí no hay buenos ni malos. Guerrilla, paracos, políticos, narcotráfico, grupos económicos, medios de comunicación, iglesia, todos se arropan con la misma cobija: “La siete tigres de la guerra”, mientras nosotros el pueblo les servimos de colchón, que digo de colchón, ¡somos las tablas! De nuestra guerra también chupan los gringos, cubanos, venezolanos, árabes, israelíes, irlandeses que comercian con armas. Oíme bien Vanessa: aquí en Locombia el mejor negocio es la guerra y no les conviene acabarla. Ve a la biblio y mira cuantos libros escritos del conflicto hay. O poné en google: el conflicto en Colombia a ver cuantas páginas te salen. Léelas. Por eso yo la verdad no creo en marchas, eso es tapar el sol con un dedo”.



-“Yo creo que es bueno hacernos oír”, me dice Vanessa. –“Pa`oirnos nosotros mismos tiempo sobra”, le replico. –“Todos los de la siete tigres se hacen los de la oreja mocha. Nuestros problemas son muy graves como para resolverlos con una marcha. Si acá no sirvieron las marchas por allá en los 60`s cuando se revolcó el mundo y se creía en la utopía, y el sonsonete de “el pueblo unido, jamás será vencido” no estaba tan trillado, mucho menos ahora que la guerra tomó ventaja y se volvió el mejor negocio de los que se hacen los orejimochos. Además con una marcha que se van a conmover esos genocidas fríos y sanguinarios".



Con ese cuentico de la paz vienen hace tiempo; desde que me conozco he escuchado lo mismo, cuando yo apenas era un crío y Belisario nos puso a pintar palomitas de la paz en las calles de Locombia, mientras el M-19 se le metía al palacio de justicia. De la paloma se inventaron una cintica verde, después que las imágenes violentas en las noticias las iban a pasar en blanco y negro, que el No Mas, que la camiseta, que esto, que aquello y así de artimaña en artimaña de una quimérica paz van pasando las generaciones mientras las bacterias siguen en la raíz y sólo limpiamos la hojas de esta hecatombe.



-"Aquí ha habido un sin fin de marchas, fuera de las tradicionales del disquito rayado de “esos son, esos son, los que roban la nación”, se han hecho otras cuando han caído compatriotas: Lara Bonilla, Carlos Pizarro, Carlos Mauro Hoyos, cuando liquidaron a la UP, cuando asesinaron a Guillermo Cano, Jorge Enrique Pulido, Luis Carlos Galán, Jaime Garzón…la lista de sacrificados es interminable: periodistas, policías, sindicalistas, campesinos, indígenas y miles de compatriotas anónimos asesinados o desaparecidos que no nombran las noticias porque no son “importantes”, y sus nombres son corroídos por la polilla y el olvido esperando la justicia; millares de compatriotas que viajaron con “…la brisa de la muerte enamorada, que ronda como un ángel asesino” le canto a Vane un pedazo de una canción de Fito Páez.



-“¿Y entonces que hacemos? Nos quedamos sentados sin hacer nada?” Me pregunta Vanessa mientras me quita el tratado teológico político de Spinoza de la cara poniéndolo en el césped y sus ojos grises me miran con rabia y la hacen ver mas linda. -“¿Que hacer? Esa es una muy buena pregunta. Sólo que como sabés yo ya perdí toda esperanza”, le respondo. –“Que marchen los que quieren hacerlo, es un derecho que tienen, no discuto eso, pero para mi”, le digo mientras me acerco a su cara y le acaricio la ceja izquierda, -“…no tiene sentido. Si muchos salen porque Caracol y RCN se los dicen sin tener idea de la complejidad del conflicto, y si Caracol y RCN les dicen que se tiren de cabezas por un barranco…los descalabrados son muchos. Otros salen por safarse del trabajo o el estudio. A ver si convocan a una marcha un domingo a las 8:00 de la mañana a ver cuantos salen; irán los que de verdad tienen convicción. Aquí ni siquiera conocemos las raíces y el laberinto de nuestros problemas. Primero hay que instruirnos. Si analizamos un poco, aquí habría que hacer marchas todos los días del año, no sólo contra el secuestro y la violencia, sino contra muchos más problemas: los desaparecidos, la pobreza, la corrupción, el hambre, la injusticia. Contra los medios de comunicación que se limitan a informar y no analizan, que comercian con el dolor ajeno. Por las mentiras y las falsas estadísticas. Contra la falta de oportunidades, pésima educación, mala salud, privatizaciones, salarios irrisorios, desempleo, atropello a los indígenas y negritudes, alto costo de vida, etc…-“En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos” entono otro pedacito de la melodía de Fito, y vuelvo al césped y quedo en posición fetal.



-“Hace 60 años un 7 de Febrero”, le digo a Vane “…hubo una protesta contra la violencia (recorderis de historia patria de la que no nos enseñan en el coquito: esa violencia azotaba la provincia y las áreas rurales, miles de muertos, liberales masacrando conservadores y viceversa con el beneplácito de la iglesia, y véalos ahora todos de pipí cogido; cuantas vidas humanas sacrificadas para que los que andaban peleando terminaran uña y mugres alternándose el poder. No me extrañaría que en unos años paracos y guerrillos esten junticos y amangüalados haciendo de las suyas mientras miles de sacrificados yacen en fosas comunes o archivos de la fiscalía)".



-"¿En que iba?" Me volteo y le pregunto a Vanessa que se acuesta a mi lado, y los dos boca arriba miramos las nubes mientras estas hacen diferentes formas en el cielo. –“Una vaca…” me señala con su mano izquierda, -“ibas en lo de la marcha del año 48”. –“Ah sí, mi abuelo cuenta que ese día salió mucha gente en silencio a agitar pañuelos en blanco, ¿oíste? Una marcha en silencio, que bonito, no como ahora que marchan con conciertos y cantantes y artistas famosos y la protesta se vuelve es una pachanga, un fashion. -..."en silencio", me contaba el abuelo mientras se le encharcaban los ojos y su espíritu parecía viajar en el tiempo”. –“¿Y que pasó?” Me pregunta Vanessa mientras señala una nube y dice –“¡Un oso!”. –-“¿Que pasó?, pues que dos meses y dos días después le dieron materile al pobre Jorge Eliécer que había encabezado la marcha y la había culminado con un discurso en la plaza de Bolívar de Bogotá. Y ese día a la una de la tarde cuando mataron a Gaitán se terminó de formar la chupamelame; mira un ornitorrinco macho del sur de Australia...”, le señalo con la mano derecha al firmamento. "¡Bobo!". Dice Vanesa riendo y dándome un golpecito en el brazo...



Me acordé de la semana pasada que fui a la Telefónica a hacer un reclamo con el abuelo por 2.500 pesos de más que le estaban cobrando en la factura, -“…pueden ser 100 pesos", decía mientras levantaba su mano derecha con el índice hacia arriba y los otros dedos cerrados, -“no es la plata, es el hecho de que lo roben a uno de frente. De 100 en 100 se van tapando estos desgraciados cof cof cof…” decía el abue a viva voz dentro del edificio inteligente que anda estrenando la telefónica. –“¡Que inteligente este montón de concreto! ¡Vea que congestión tan verraca, de inteligente no tiene un ladrillo!”, protestaba el abuelo después de una hora en la fila para reclamar la ficha y eso que tocaba esperar por ahí otras tres horas para hacer el reclamo.-“Sentate abuelo que yo reclamo el turno”, le decía yo. –“Agilidad! Agilidad! Por Dios ¡que el tiempo vale y no es de ustedes!”, manoteaba el viejo mientras se sentaba en un murito de una ventana baja porque los puestos estaban al tope. Y la mayoría callados. De las cientos de personas que había allí sólo dos apoyaban al abuelo. Unos se hacían los bobos, algunos cuchicheaban, otros se reían y yo con mi desesperanza guardaba silencio y sacaba del morral un libro de Fernando Vallejo para leer mientras avanzaba la fila. -“¡Pero esa niña que está dando los turnos está muy biche!”, señalaba don Ramón (que así se llama mi abue) a la chica de los turnos que tenía una cara de quinceañera y se iba sonrojando –“…es que mírenle la carita no tiene ni dieciocho añitos. Y la pobre ahí sola, traigan a alguien que le ayude. ¡Agilidad por Dios! ¡Agilidad!...cof, cof ,cof…” –“Calmate abuelo que te va a dar un patatús”, le decía yo con señas desde el otro lado del local.



-“Un caso cotidiano como este muestra nuestra idiosincrasia”, me dice Vanessa. Así es aquí, cuando alguien protesta y quiere hacer valer sus derechos, sin cámaras de televisión, ni cantantes, ni publicidad, ni facebook, los demás bajamos la cara como corderos, nos reímos sin hacer nada o guardamos silencio. Pero si los grandes medios convocan salimos en desbandada a la calle sin ni siquiera documentarnos del problema. Y a los tres días parte y olvido. Muchos ni recuerdan a que salieron a la marcha de Julio del año pasado”. Expresa Vanessa mientras el atardecer nos pone más juntos.



La pincelada de la noche cubre el día y Vanessa y yo seguimos hablando -“Y dado el milagro que se acabe las FARC, vuelve y aparece otra plaga. ¿Se acabó la violencia cuando mataron a Sangre Negra, a El Cóndor, al Capitán Venganza, a Rodriguéz Gacha, a Pablito? ¿Dejamos de sufrir con la muerte de Jacobo Arenas, de Carlos Castaño? ¿Con la supuesta desaparición de algunos carteles de la droga? Nuestro conflicto tiene raíces más profundas”, le digo. –“Entonces ¿no me vas a acompañar a la marcha? Dice Vane abrazándome. –“No”, “…yo ya no pertenezco a ningún istmo, me considero vivo y enterrado”, le susurro al oído la canción de Fito abrazándola: “…me gusta estar al lado del camino, me gusta sentirte a mi lado, me gusta estar al lado del camino, dormirte cada noche entre mis brazos. Me gusta estar al lado del camino, es mas entretenido y más barato, al lado del camino”.