domingo, 3 de febrero de 2008

Al lado del camino

Por: Fermín López

-“¡Oye Fermín! ¿Vas a asistir a la marcha del 4 de febrero?” Me pregunta Vanessa mientras se me sienta al lado en una manga donde hemos ido el domingo a recordar viejos tiempos. –“¿Esa que andan promoviendo contra las FARC?, no, ¡que pereza!, yo que voy a chupar sol o agua por allá”, le respondo mientras acostado bajo un árbol me tapo los ojos con un libro entreabierto de Spinoza y trato de quedarme dormido.



-“No es que yo defienda a esos maleantes”, le digo a Vanessa, -“esos hijueputas no merecen ni siquiera una marcha, apenas pa`que traigan unos carrotanques llenos de Baygón y los fumiguen, junto con los paracos, por plagas. O mejor dicho a las cabezas, porque recordemos que muchos militantes de ambos bandos son simples peones; jóvenes y niños campesinos que terminan en las filas, ya sean obligados, amenazados, por falta de oportunidades o por tener un arma y un uniforme que los haga sentir poderosos y reconocidos. ¿Ideología? ¡Ideología las polainas! Aquí la mayoría de los que empuñan un fusil no sabe ni porque pelean, y hablo de todos. Los que si saben son las cabezas que se tapan en millones de dólares con el narcotráfico y el estado que recibe platica del otro lado pa`la guerra. Que dejen ese jueguito de policías y ladrones. Aquí no hay buenos ni malos. Guerrilla, paracos, políticos, narcotráfico, grupos económicos, medios de comunicación, iglesia, todos se arropan con la misma cobija: “La siete tigres de la guerra”, mientras nosotros el pueblo les servimos de colchón, que digo de colchón, ¡somos las tablas! De nuestra guerra también chupan los gringos, cubanos, venezolanos, árabes, israelíes, irlandeses que comercian con armas. Oíme bien Vanessa: aquí en Locombia el mejor negocio es la guerra y no les conviene acabarla. Ve a la biblio y mira cuantos libros escritos del conflicto hay. O poné en google: el conflicto en Colombia a ver cuantas páginas te salen. Léelas. Por eso yo la verdad no creo en marchas, eso es tapar el sol con un dedo”.



-“Yo creo que es bueno hacernos oír”, me dice Vanessa. –“Pa`oirnos nosotros mismos tiempo sobra”, le replico. –“Todos los de la siete tigres se hacen los de la oreja mocha. Nuestros problemas son muy graves como para resolverlos con una marcha. Si acá no sirvieron las marchas por allá en los 60`s cuando se revolcó el mundo y se creía en la utopía, y el sonsonete de “el pueblo unido, jamás será vencido” no estaba tan trillado, mucho menos ahora que la guerra tomó ventaja y se volvió el mejor negocio de los que se hacen los orejimochos. Además con una marcha que se van a conmover esos genocidas fríos y sanguinarios".



Con ese cuentico de la paz vienen hace tiempo; desde que me conozco he escuchado lo mismo, cuando yo apenas era un crío y Belisario nos puso a pintar palomitas de la paz en las calles de Locombia, mientras el M-19 se le metía al palacio de justicia. De la paloma se inventaron una cintica verde, después que las imágenes violentas en las noticias las iban a pasar en blanco y negro, que el No Mas, que la camiseta, que esto, que aquello y así de artimaña en artimaña de una quimérica paz van pasando las generaciones mientras las bacterias siguen en la raíz y sólo limpiamos la hojas de esta hecatombe.



-"Aquí ha habido un sin fin de marchas, fuera de las tradicionales del disquito rayado de “esos son, esos son, los que roban la nación”, se han hecho otras cuando han caído compatriotas: Lara Bonilla, Carlos Pizarro, Carlos Mauro Hoyos, cuando liquidaron a la UP, cuando asesinaron a Guillermo Cano, Jorge Enrique Pulido, Luis Carlos Galán, Jaime Garzón…la lista de sacrificados es interminable: periodistas, policías, sindicalistas, campesinos, indígenas y miles de compatriotas anónimos asesinados o desaparecidos que no nombran las noticias porque no son “importantes”, y sus nombres son corroídos por la polilla y el olvido esperando la justicia; millares de compatriotas que viajaron con “…la brisa de la muerte enamorada, que ronda como un ángel asesino” le canto a Vane un pedazo de una canción de Fito Páez.



-“¿Y entonces que hacemos? Nos quedamos sentados sin hacer nada?” Me pregunta Vanessa mientras me quita el tratado teológico político de Spinoza de la cara poniéndolo en el césped y sus ojos grises me miran con rabia y la hacen ver mas linda. -“¿Que hacer? Esa es una muy buena pregunta. Sólo que como sabés yo ya perdí toda esperanza”, le respondo. –“Que marchen los que quieren hacerlo, es un derecho que tienen, no discuto eso, pero para mi”, le digo mientras me acerco a su cara y le acaricio la ceja izquierda, -“…no tiene sentido. Si muchos salen porque Caracol y RCN se los dicen sin tener idea de la complejidad del conflicto, y si Caracol y RCN les dicen que se tiren de cabezas por un barranco…los descalabrados son muchos. Otros salen por safarse del trabajo o el estudio. A ver si convocan a una marcha un domingo a las 8:00 de la mañana a ver cuantos salen; irán los que de verdad tienen convicción. Aquí ni siquiera conocemos las raíces y el laberinto de nuestros problemas. Primero hay que instruirnos. Si analizamos un poco, aquí habría que hacer marchas todos los días del año, no sólo contra el secuestro y la violencia, sino contra muchos más problemas: los desaparecidos, la pobreza, la corrupción, el hambre, la injusticia. Contra los medios de comunicación que se limitan a informar y no analizan, que comercian con el dolor ajeno. Por las mentiras y las falsas estadísticas. Contra la falta de oportunidades, pésima educación, mala salud, privatizaciones, salarios irrisorios, desempleo, atropello a los indígenas y negritudes, alto costo de vida, etc…-“En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos” entono otro pedacito de la melodía de Fito, y vuelvo al césped y quedo en posición fetal.



-“Hace 60 años un 7 de Febrero”, le digo a Vane “…hubo una protesta contra la violencia (recorderis de historia patria de la que no nos enseñan en el coquito: esa violencia azotaba la provincia y las áreas rurales, miles de muertos, liberales masacrando conservadores y viceversa con el beneplácito de la iglesia, y véalos ahora todos de pipí cogido; cuantas vidas humanas sacrificadas para que los que andaban peleando terminaran uña y mugres alternándose el poder. No me extrañaría que en unos años paracos y guerrillos esten junticos y amangüalados haciendo de las suyas mientras miles de sacrificados yacen en fosas comunes o archivos de la fiscalía)".



-"¿En que iba?" Me volteo y le pregunto a Vanessa que se acuesta a mi lado, y los dos boca arriba miramos las nubes mientras estas hacen diferentes formas en el cielo. –“Una vaca…” me señala con su mano izquierda, -“ibas en lo de la marcha del año 48”. –“Ah sí, mi abuelo cuenta que ese día salió mucha gente en silencio a agitar pañuelos en blanco, ¿oíste? Una marcha en silencio, que bonito, no como ahora que marchan con conciertos y cantantes y artistas famosos y la protesta se vuelve es una pachanga, un fashion. -..."en silencio", me contaba el abuelo mientras se le encharcaban los ojos y su espíritu parecía viajar en el tiempo”. –“¿Y que pasó?” Me pregunta Vanessa mientras señala una nube y dice –“¡Un oso!”. –-“¿Que pasó?, pues que dos meses y dos días después le dieron materile al pobre Jorge Eliécer que había encabezado la marcha y la había culminado con un discurso en la plaza de Bolívar de Bogotá. Y ese día a la una de la tarde cuando mataron a Gaitán se terminó de formar la chupamelame; mira un ornitorrinco macho del sur de Australia...”, le señalo con la mano derecha al firmamento. "¡Bobo!". Dice Vanesa riendo y dándome un golpecito en el brazo...



Me acordé de la semana pasada que fui a la Telefónica a hacer un reclamo con el abuelo por 2.500 pesos de más que le estaban cobrando en la factura, -“…pueden ser 100 pesos", decía mientras levantaba su mano derecha con el índice hacia arriba y los otros dedos cerrados, -“no es la plata, es el hecho de que lo roben a uno de frente. De 100 en 100 se van tapando estos desgraciados cof cof cof…” decía el abue a viva voz dentro del edificio inteligente que anda estrenando la telefónica. –“¡Que inteligente este montón de concreto! ¡Vea que congestión tan verraca, de inteligente no tiene un ladrillo!”, protestaba el abuelo después de una hora en la fila para reclamar la ficha y eso que tocaba esperar por ahí otras tres horas para hacer el reclamo.-“Sentate abuelo que yo reclamo el turno”, le decía yo. –“Agilidad! Agilidad! Por Dios ¡que el tiempo vale y no es de ustedes!”, manoteaba el viejo mientras se sentaba en un murito de una ventana baja porque los puestos estaban al tope. Y la mayoría callados. De las cientos de personas que había allí sólo dos apoyaban al abuelo. Unos se hacían los bobos, algunos cuchicheaban, otros se reían y yo con mi desesperanza guardaba silencio y sacaba del morral un libro de Fernando Vallejo para leer mientras avanzaba la fila. -“¡Pero esa niña que está dando los turnos está muy biche!”, señalaba don Ramón (que así se llama mi abue) a la chica de los turnos que tenía una cara de quinceañera y se iba sonrojando –“…es que mírenle la carita no tiene ni dieciocho añitos. Y la pobre ahí sola, traigan a alguien que le ayude. ¡Agilidad por Dios! ¡Agilidad!...cof, cof ,cof…” –“Calmate abuelo que te va a dar un patatús”, le decía yo con señas desde el otro lado del local.



-“Un caso cotidiano como este muestra nuestra idiosincrasia”, me dice Vanessa. Así es aquí, cuando alguien protesta y quiere hacer valer sus derechos, sin cámaras de televisión, ni cantantes, ni publicidad, ni facebook, los demás bajamos la cara como corderos, nos reímos sin hacer nada o guardamos silencio. Pero si los grandes medios convocan salimos en desbandada a la calle sin ni siquiera documentarnos del problema. Y a los tres días parte y olvido. Muchos ni recuerdan a que salieron a la marcha de Julio del año pasado”. Expresa Vanessa mientras el atardecer nos pone más juntos.



La pincelada de la noche cubre el día y Vanessa y yo seguimos hablando -“Y dado el milagro que se acabe las FARC, vuelve y aparece otra plaga. ¿Se acabó la violencia cuando mataron a Sangre Negra, a El Cóndor, al Capitán Venganza, a Rodriguéz Gacha, a Pablito? ¿Dejamos de sufrir con la muerte de Jacobo Arenas, de Carlos Castaño? ¿Con la supuesta desaparición de algunos carteles de la droga? Nuestro conflicto tiene raíces más profundas”, le digo. –“Entonces ¿no me vas a acompañar a la marcha? Dice Vane abrazándome. –“No”, “…yo ya no pertenezco a ningún istmo, me considero vivo y enterrado”, le susurro al oído la canción de Fito abrazándola: “…me gusta estar al lado del camino, me gusta sentirte a mi lado, me gusta estar al lado del camino, dormirte cada noche entre mis brazos. Me gusta estar al lado del camino, es mas entretenido y más barato, al lado del camino”.