miércoles, 1 de octubre de 2008

Los mercaderes de la muerte

Por: Fermín López

-¡Ay Dios!-, exclamo tranquilo al volante del viejo willys mientras estaciono el cacharrito en la plaza de un pueblito de Antioquia. En una vereda a veinte minutos de allí vivo hace unos días. Casi no llego, esa carretera está a punto de perderse entre el lodo y la maleza, además las volquetas que deberían mandar cargadas de trabajadores y materiales pa´ que arreglen la vía están cargando reinas y borrachos en un pueblo vecino…colombian people.



¡"Güenas don Fermín!", me saluda don Toñito (un agraciado anciano que se parece a Geppetto) cuando entro a su granero que se encuentra bajando la plaza y que tiene a la entrada este poderoso letrero: "se bende panela, arros, frijoles, asukar, leche, queso, pomadas, machetes, cabuyas, oyas, alpargatas, baigón y otros comestibles"…



-Don Toñito, le regalo el don, ya le he dicho que me llamés Fermín, así, a secas…no es que me sienta viejo con el don sino que esa vaina es como de respeto, como de jerarquía, de experiencia. ¡Don!, usted don Toñito y los de su generación que le han aguantado el paso a esta vida tan dura y desde pelaos la cogieron por los cuernos. ¡Don!, mi papá y mis tíos, yo los veo en esas fotos cuando apenas tenían veinte años y que cara de patrones, uno con treinta años y esta cara de guevón... "Ja ja ja, este Fermín y sus ocurrencias" dice don Toñito mientras me estrecha la mano. Dice usted don y me acuerdo del Don: don Vito Corleone, el Padrino, ¿se acuerda? Le interrogo. -"¡Claro! La película que me emprestó hace unos días, muy güena! ¡Eso si era mafia!, qué organización, qué honor, qué respeto, qué elegancia, no como los de agora que eso es al que más cadenas de oro tenga colgadas del pescuezo, al que más tiros descargue, al que más lora dé por ahí con viejas tetonas, carros, rancheras y vallenatos a todo taco", me responde el cuchito echándose pa´ atrás de la cabeza un mechón largo de canas que cuelga de su calva.

Y ¿qué va a llevar Fermín? ¿Lo mismo de siempre? "Si don Toñito, el mercado pa´ la semana". -Y ¿cómo se ha sentido por acá? Me pregunta mientras pesa el maíz en una vieja báscula carcomida por los años. Muy bien, le digo. El cambio fue muy bueno. La ciudad está imposible. Allá todo el mundo es a toda mierda, donde sólo se ve la ley del codazo y sálvese quien pueda. Además que la plata ya no alcanza. Todo está por las nubes. Los servicios públicos llegan cada veinte días, y a veces cobrando cosas que no son o cobran de más y vaya pues haga el reclamo. Eso son filas y filas y filas de gente, parece Cuba. Además a las casas llegan a cada rato revistas de los grandes almacenes embaucando a la gente pa´ que compren y compren y compren y compren como si eso fuera la única razón de la existencia. Y uno que en vez de adquirir lo necesario termina comprando güevonadas que acaban en la basura o desechadas porque al otro mes ya salió otra vaina y eso es un círculo vicioso, una adicción legalizada. Y quiébrese el lomo como un burro para comprar lo que la televisión dice y todos como hipnotizados del trabajo al sillón de la tele y de ahí al hiperalmacén y otra vez pal trabajo y pal sillón de la tele y después pal hiperalmacén y otra vez pal trabajo y vuelve y gira "la rueda de la fortuna", y la plata que no alcanza, ¡que va a alcanzar con esa puta gastadera!, porque eso sí, los hiperalmacenes dan tarjetas, plazos, créditos, "facilidades" con tal de que no se les seque la tetica", le contesto sentado mientras mi mano izquierda sostiene mi rostro caído con la mirada perdida.

"Pues si está duro por aquí Fermín, que los servicios y los arriendos son baratos, que no hay buses porque el pueblo es tan chiquito que uno camina. O dada la situación en algunos veredas han vuelto al trueque, si no hay plata cambian panela por aguacates o maíz por leche; ¿qué será por allá que todo es pagando y tan costoso?." Dice don Toñito mientras pesa y empaca los fríjoles. –"Y no sólo eso", le respondo, "…sino el ritmo de vida. Uno allá es a las carreras y a veces no se tiene tiempo de comer o de dormir. "¿Cómo?" me dice el anciano abriendo los ojos mientras se rasca la barbilla. "Eso si es grave. Pa´mi primero el buche y mis ocho horas diarias de sueñito. Yo nunca he entendido lo de ese relojito que empieza a chillar y a interrumpir el sueño, si uno tiene que madrugar, pues se acuesta temprano. Cómo es de güeno levantarse uno voluntariamente" me dice mientras enciende su vieja pipa. -"Eso es cierto, don Toñito ¿quién putas se inventaría los horarios y ese aparato diabólico del despertador? Le digo sonriendo. "Sí, es que el sueño y la comida son fundamentales pa´ la salú; véame a mí con ochenta abriles y nunca he ido donde un médico ni me he tomao una pasta pa´ un dolor de cabeza" dice el cucho inflando pecho. "Y véame a mí con treinta años don Toñito y con el nochero lleno de remedios", le confieso mientras saco un bocadillo de un frasco que está sobre la vitrina llevándomelo a la boca, y agrego con la boca llena: "Essa ess la otrrra, sse ennferrrma unno y vayya quue lo atiendddan…". Trago el bocadillo y continúo: "… fuera de pagar un seguro bien caro, se alivia uno es como de rabia del servicio de salud tan malo y la deshumanización. "¡El carné de la EPS!", le gritaban a un pobre hombre inconciente en una camilla, con la cabeza ensangrentada y los ojos desorbitados y el desdichado más al lado de San Pedro porque a este lado no lo atendían hasta que mostrara su carné e ingresaran y verificaran en el "sistema" su EPS…colombian people. ¿Seguro? ¡Con este sistema de salud, segura la muerte!". -"¡Qué crueldad!", exclama el viejito y se sienta en un taburete al lado de una vieja vitrola y pone a sonar un tango: "..el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis, en el dos mil también…".

Saco otro bocadillo y me despido: "Gracias don Toñito, guárdeme ahí el costal con el mercado yo voy a comprar la carne y al Internet a mandar un trabajo y ya vuelvo pa´que juguemos dominó un ratico antes de irme pa´ la finca".

Camino por el pueblo contemplando un balcón lleno de flores y me timbra el celu. Es Vanesa, (¿la recuerdan? La de los ojos grises, el pelo rojo y que cuando aparece me desordena el pasado). ¡Hola! ¿Cómo vas? ¿Qué tal Toulouse?, le digo… ¡Ah! creo que no les he contado lo de la ida de Vanesa ¿cierto?...bueno a veces se me pasa contarles cosas que les pasa a mucha gente que por acá pasa: por estas líneas de palabras gastadas y repetidas que se han convertido en mi exorcismo. Creo que también los dejé en vilo con lo de la otra nena que me tenía en jaque, ¿la recuerdan? la que me empezó a mover el piso antes de que volviera Vanesa…bueno, pues esa también se fue. Todos nos estamos yendo, huyendo, no sé. En estos casos prefiero no ahondar en detalles. Entonces los actualizo así a las carreras: Vanesa. Beca. Música. Francia. "¿Te vas conmigo?" Dice ella. "Je ne parle pas français", le digo. "No importa", agrega. "Dejame yo aprendo el idioma y luego te caigo" respondo. "Tan bobo", me dice y se ríe. Caminamos una tarde por el centro. Un domingo hablamos escoltados por nuestros miedos. Un lunes le ayudo a empacar. Un martes la acompaño al aeropuerto. Un avión despegando. Un hombre cobarde y triste tira una nota al suelo y mete sus manos en los bolsillos. Fragmentos de lluvia. Un papel escrito a mano que dice: "mi ángel, mi todo, mi otro yo, unas cuantas palabras y a lápiz" (una frasecita de una peli sobre Beethoven). El papelito hundiéndose en un charco.

¡Listo! actualizados. Entonces hablo con Vane por el celu, me cuenta de París, de la beca, de su pasión: la música. Le cuento de mi nueva casa, del pueblo donde una vez la traje a que conociera la finca del abuelo. Le digo que todo sigue igual, que Locombia no mejora, que todo el planeta va pa´l caño, que ¡esto se acabó! "¡Pesimista!", me dice. "Realista" le contesto. "¡Loco!", dice. "Anarquista", le aclaro. "Te extraño", me confiesa. "¿Aló? ¿Aló?" Le respondo, mientras al otro lado ella ríe y dice: "¡Vos no cambiás, sos un palo!"

Compro la carne y entro a una cafetería a comer algo. Lo que me faltaba: una noticia extra de Caracol o RCN, no recuerdo cual canal era, da lo mismo, iguales de dañinos y perversos. "¿Será lo de la caída del Dow Jones?" pienso. ¡Ingenuo!, esos de eso no saben, sólo saben de muertos y chismes. Es lo único que les interesa, es pa´ lo que les pagan. ¡Ah! y a veces cuando se "aparece" la Virgen en una puerta, en una pared o en una empanada… colombian people

Preciso, un muerto. Un niño. Otro de los tantos miles que enfilan la lista de nuestro país. Este apenas es el iceberg que asoma sobre los goles, la farándula y la política. Porque gracias a ese periodismo superficial, sensacionalista y mercantilista de estos dos canales, la montaña de muertos seguirá creciendo. Sólo falta que aparezca Pirry con su vocecita lastimera y su cara de comadreja dándoselas de cronista. Peor, sale la nota y el camarógrafo que se lambe por enfocar el cuerpo. Y los periodistas en el lugar de la noticia como gallinazos y demás aves carroñeras. Luego el zoom in al rostro de la madre. ¡Pobre mujer! Se me sube la bilirrubina y estoy a punto de lanzar el pocillo al cíclope que ahora introduce un tema musical de la película Corazón Valiente como diciéndole al televidente: "¡llorá pues hijueputa!", el dueño del local cambia el canal evitando que lance mi desayuno a la pantalla. Pero igual, el otro canal sigue la misma fórmula, sólo que con una pieza musical de piano que tiene el mismo mensaje: "¡lloren pues hijueputas!". ¡Qué irrespeto!, ¡Qué bajeza!, ¡Qué porquería! ¡Qué canallada! El solo hecho de la muerte de un niño es ya en sí una tragedia y una vergüenza para un país insensible con su infancia. El reflejo de una sociedad decadente. ¿Qué necesidad de volverla espectáculo? ¿El apetito de fama y un cheque con varios ceros les hizo borrar de la cabeza las palabras ética, análisis, investigación, humanidad, respeto al dolor ajeno? …¡Caracol y RCN!: ¿Porque no dejan descansar los muertos y a sus dolientes que los lloren en paz? ¡Mercaderes de la muerte!

martes, 8 de julio de 2008

En la tierra de las sombras

Por: Fermín López


Que si le puedo regalar un artículo hablando de Superman, me dice un viejo amigo entusiasta de las historietas por el chat. ¿Superman? Le respondo, ¿ese pobre héroe que terminó criticado, señalado y abucheado como los grandes mártires y hombres que nos demostraron que en medio de tanta mierda el hombre puede ser un mejor ser humano? -El mismo que vuela y salta me responde el parcero por la ventanita del messenger. Ok, le digo, veré que puedo hacer. –“Ah!...cortico mijo, que usted a veces se pega unas estiradas…”, me aclara mientras me manda un emoticón con una mano cerrada y el pulgar arriba y me acuerdo de mi amigo Junior, nativo de Juiz de Forá, el brasilero que siempre indicaba con la mano cerrada y el pulgar arriba cuando decía tudo bem.



Luego, mientras espero el metro en Alpujarra y miro a una paisita que me devuelve una sonrisa bajando las escalas al otro lado de la estación, empiezo a escarbar en los recuerdos de la infancia: Cuando me tiré del descanso de las escalas de la casa con una toalla amarrada en la nuca y los calzoncillos por fuera del pantalón y casi me descalabro; cuando sentado frente a la tele blanco y negro veía unos capítulos protagonizados por George Reeves (una vieja serie de los cincuenta) mientras mamá nos regalaba chocolate con pan (a mis tres hermanos y a mí…ah! Y a media docena de vecinitos que se daban cita en mi casa porque la tele iba con refrigerio incluido); cuando me cogía la tarde para llegar al colegio porque me quedaba frente al espejo sacándome el “corrusquito” para quedar peinado como Superman, o cuando casi ahorcamos a Coronel (el perro de la finca de mi abuela) con un mantel cuando jugábamos a los superhéroes y a Coronel le tocaba ser Kripto.



Mas tarde atravesando el puente de Bello miro la vieja estación, y sus trenes oxidados me recuerdan el: “más rápido que una locomotora”…y de pronto retumba la voz de mi abuelo cerca al occipital desconcentrándome del tema: “…cof, cof, cof…mijito la locomotora, ese maravilloso invento sentenciado a muerte en este país de mafias. Quien sabe que congresista tenía por ahí su guardadito de mulas, camiones y gasolineras o que amigotes movieron sus influencias para acabar con el caballo de acero…cof, cof, cof….es que eso no pasa sino aquí…que desperdicio de transporte. Mire por allá en otras partes del mundo que en vez de acabar con el trencito lo mejoraron y puede uno cruzar ciudades barato y sintiendo esa sensación de libertad que sólo se siente en el tren cuando uno saca la cabeza por la ventana y siente el viento en la cara y el sonido chu!, chu!, chu!... porque vaya uno a sacar la cabeza en un pullman y verá como es que le rosa la cabeza pero otro carro y sólo se oye el: -¡oiga viejo loco! esconda la cabeza que se la van es mochando-…cof, cof, cof…”


Al otro día me bajo del metro en Berrío y camino hacia las librerías y pregunto que donde puedo encontrar algunos comics y recuerdo cuando en Pereira iba con mi amigo Orlando a comprar las revistas de Memín y Superman con lo que ahorrábamos del “algo”, y luego nos sentábamos a leer y releer las historietas que coleccionábamos; entonces el frío del tiempo me recorre la espalda hasta llegar al cerebro que automáticamente me dibuja en la cara una sonrisa con aire de nostalgia y me veo reflejado en el vidrio de una vitrina como un viejo fantasma.


Sentado junto a una gordita de Botero, ojeo una revista de Paul Dini y Alex Ross con un dibujo hiperrealista que me hace creer que Superman si existe. ¿Y si existiera? Siempre ha existido ¿no? Hércules, Sansón, Arturo…también muchos otros con ideales de verdad y justicia (esos que vocifera nuestro héroe tildado de pelmazo y boy scout) que suenan tan ficticios en estos tiempos donde como escribiera Camus: “…vivir por encima de los otros sigue siendo la única manera de que los demás lo vean y lo saluden a uno…” ¡Ay Dios! los ideales, esos por los que han matado a más de uno, desde tiempos remotos alrededor de esta loca esfera.


Y es que junto con los tiempos, los valores van mutando ¿Ideales? ¿Que es eso?, preguntará un desprevenido periodista televisivo de noticias Caracol o RCN que no le llega ni a la uña del dedo meñique del pie a Clark Kent, el alter ego de Superman criado a finales de los años treinta en una remota granja de Kansas por dos viejos ancianos que le enseñaron que el ser humano a pesar de lo lacra que es, tiene esa misteriosa capacidad de redimirse y ayudar a los demás. Clark Kent, periodista de la vieja escuela de esos que difícilmente encontramos en el cíclope que escupe fútbol, política y farándula o en pasquines donde el chisme es la nueva pornografía, como escribiera Woody Allen.


Cae la noche y vuelvo a experimentar ese viejo placer de observar historietas (con las que aprendí a leer) antes de dormirme. Compré varias hoy para tratar de ponerme al día con mis héroes de antaño. Aunque siempre he preferido los héroes oscuros como Batman, incomprendidos como Hulk o fríos como Wolverine debo admitir que Superman, lejos de ser el “símbolo yanqui” con que suelen calificarlo, para mí ha significado esa chispita que brilla en la tierra de las sombras.

domingo, 3 de febrero de 2008

Al lado del camino

Por: Fermín López

-“¡Oye Fermín! ¿Vas a asistir a la marcha del 4 de febrero?” Me pregunta Vanessa mientras se me sienta al lado en una manga donde hemos ido el domingo a recordar viejos tiempos. –“¿Esa que andan promoviendo contra las FARC?, no, ¡que pereza!, yo que voy a chupar sol o agua por allá”, le respondo mientras acostado bajo un árbol me tapo los ojos con un libro entreabierto de Spinoza y trato de quedarme dormido.



-“No es que yo defienda a esos maleantes”, le digo a Vanessa, -“esos hijueputas no merecen ni siquiera una marcha, apenas pa`que traigan unos carrotanques llenos de Baygón y los fumiguen, junto con los paracos, por plagas. O mejor dicho a las cabezas, porque recordemos que muchos militantes de ambos bandos son simples peones; jóvenes y niños campesinos que terminan en las filas, ya sean obligados, amenazados, por falta de oportunidades o por tener un arma y un uniforme que los haga sentir poderosos y reconocidos. ¿Ideología? ¡Ideología las polainas! Aquí la mayoría de los que empuñan un fusil no sabe ni porque pelean, y hablo de todos. Los que si saben son las cabezas que se tapan en millones de dólares con el narcotráfico y el estado que recibe platica del otro lado pa`la guerra. Que dejen ese jueguito de policías y ladrones. Aquí no hay buenos ni malos. Guerrilla, paracos, políticos, narcotráfico, grupos económicos, medios de comunicación, iglesia, todos se arropan con la misma cobija: “La siete tigres de la guerra”, mientras nosotros el pueblo les servimos de colchón, que digo de colchón, ¡somos las tablas! De nuestra guerra también chupan los gringos, cubanos, venezolanos, árabes, israelíes, irlandeses que comercian con armas. Oíme bien Vanessa: aquí en Locombia el mejor negocio es la guerra y no les conviene acabarla. Ve a la biblio y mira cuantos libros escritos del conflicto hay. O poné en google: el conflicto en Colombia a ver cuantas páginas te salen. Léelas. Por eso yo la verdad no creo en marchas, eso es tapar el sol con un dedo”.



-“Yo creo que es bueno hacernos oír”, me dice Vanessa. –“Pa`oirnos nosotros mismos tiempo sobra”, le replico. –“Todos los de la siete tigres se hacen los de la oreja mocha. Nuestros problemas son muy graves como para resolverlos con una marcha. Si acá no sirvieron las marchas por allá en los 60`s cuando se revolcó el mundo y se creía en la utopía, y el sonsonete de “el pueblo unido, jamás será vencido” no estaba tan trillado, mucho menos ahora que la guerra tomó ventaja y se volvió el mejor negocio de los que se hacen los orejimochos. Además con una marcha que se van a conmover esos genocidas fríos y sanguinarios".



Con ese cuentico de la paz vienen hace tiempo; desde que me conozco he escuchado lo mismo, cuando yo apenas era un crío y Belisario nos puso a pintar palomitas de la paz en las calles de Locombia, mientras el M-19 se le metía al palacio de justicia. De la paloma se inventaron una cintica verde, después que las imágenes violentas en las noticias las iban a pasar en blanco y negro, que el No Mas, que la camiseta, que esto, que aquello y así de artimaña en artimaña de una quimérica paz van pasando las generaciones mientras las bacterias siguen en la raíz y sólo limpiamos la hojas de esta hecatombe.



-"Aquí ha habido un sin fin de marchas, fuera de las tradicionales del disquito rayado de “esos son, esos son, los que roban la nación”, se han hecho otras cuando han caído compatriotas: Lara Bonilla, Carlos Pizarro, Carlos Mauro Hoyos, cuando liquidaron a la UP, cuando asesinaron a Guillermo Cano, Jorge Enrique Pulido, Luis Carlos Galán, Jaime Garzón…la lista de sacrificados es interminable: periodistas, policías, sindicalistas, campesinos, indígenas y miles de compatriotas anónimos asesinados o desaparecidos que no nombran las noticias porque no son “importantes”, y sus nombres son corroídos por la polilla y el olvido esperando la justicia; millares de compatriotas que viajaron con “…la brisa de la muerte enamorada, que ronda como un ángel asesino” le canto a Vane un pedazo de una canción de Fito Páez.



-“¿Y entonces que hacemos? Nos quedamos sentados sin hacer nada?” Me pregunta Vanessa mientras me quita el tratado teológico político de Spinoza de la cara poniéndolo en el césped y sus ojos grises me miran con rabia y la hacen ver mas linda. -“¿Que hacer? Esa es una muy buena pregunta. Sólo que como sabés yo ya perdí toda esperanza”, le respondo. –“Que marchen los que quieren hacerlo, es un derecho que tienen, no discuto eso, pero para mi”, le digo mientras me acerco a su cara y le acaricio la ceja izquierda, -“…no tiene sentido. Si muchos salen porque Caracol y RCN se los dicen sin tener idea de la complejidad del conflicto, y si Caracol y RCN les dicen que se tiren de cabezas por un barranco…los descalabrados son muchos. Otros salen por safarse del trabajo o el estudio. A ver si convocan a una marcha un domingo a las 8:00 de la mañana a ver cuantos salen; irán los que de verdad tienen convicción. Aquí ni siquiera conocemos las raíces y el laberinto de nuestros problemas. Primero hay que instruirnos. Si analizamos un poco, aquí habría que hacer marchas todos los días del año, no sólo contra el secuestro y la violencia, sino contra muchos más problemas: los desaparecidos, la pobreza, la corrupción, el hambre, la injusticia. Contra los medios de comunicación que se limitan a informar y no analizan, que comercian con el dolor ajeno. Por las mentiras y las falsas estadísticas. Contra la falta de oportunidades, pésima educación, mala salud, privatizaciones, salarios irrisorios, desempleo, atropello a los indígenas y negritudes, alto costo de vida, etc…-“En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos” entono otro pedacito de la melodía de Fito, y vuelvo al césped y quedo en posición fetal.



-“Hace 60 años un 7 de Febrero”, le digo a Vane “…hubo una protesta contra la violencia (recorderis de historia patria de la que no nos enseñan en el coquito: esa violencia azotaba la provincia y las áreas rurales, miles de muertos, liberales masacrando conservadores y viceversa con el beneplácito de la iglesia, y véalos ahora todos de pipí cogido; cuantas vidas humanas sacrificadas para que los que andaban peleando terminaran uña y mugres alternándose el poder. No me extrañaría que en unos años paracos y guerrillos esten junticos y amangüalados haciendo de las suyas mientras miles de sacrificados yacen en fosas comunes o archivos de la fiscalía)".



-"¿En que iba?" Me volteo y le pregunto a Vanessa que se acuesta a mi lado, y los dos boca arriba miramos las nubes mientras estas hacen diferentes formas en el cielo. –“Una vaca…” me señala con su mano izquierda, -“ibas en lo de la marcha del año 48”. –“Ah sí, mi abuelo cuenta que ese día salió mucha gente en silencio a agitar pañuelos en blanco, ¿oíste? Una marcha en silencio, que bonito, no como ahora que marchan con conciertos y cantantes y artistas famosos y la protesta se vuelve es una pachanga, un fashion. -..."en silencio", me contaba el abuelo mientras se le encharcaban los ojos y su espíritu parecía viajar en el tiempo”. –“¿Y que pasó?” Me pregunta Vanessa mientras señala una nube y dice –“¡Un oso!”. –-“¿Que pasó?, pues que dos meses y dos días después le dieron materile al pobre Jorge Eliécer que había encabezado la marcha y la había culminado con un discurso en la plaza de Bolívar de Bogotá. Y ese día a la una de la tarde cuando mataron a Gaitán se terminó de formar la chupamelame; mira un ornitorrinco macho del sur de Australia...”, le señalo con la mano derecha al firmamento. "¡Bobo!". Dice Vanesa riendo y dándome un golpecito en el brazo...



Me acordé de la semana pasada que fui a la Telefónica a hacer un reclamo con el abuelo por 2.500 pesos de más que le estaban cobrando en la factura, -“…pueden ser 100 pesos", decía mientras levantaba su mano derecha con el índice hacia arriba y los otros dedos cerrados, -“no es la plata, es el hecho de que lo roben a uno de frente. De 100 en 100 se van tapando estos desgraciados cof cof cof…” decía el abue a viva voz dentro del edificio inteligente que anda estrenando la telefónica. –“¡Que inteligente este montón de concreto! ¡Vea que congestión tan verraca, de inteligente no tiene un ladrillo!”, protestaba el abuelo después de una hora en la fila para reclamar la ficha y eso que tocaba esperar por ahí otras tres horas para hacer el reclamo.-“Sentate abuelo que yo reclamo el turno”, le decía yo. –“Agilidad! Agilidad! Por Dios ¡que el tiempo vale y no es de ustedes!”, manoteaba el viejo mientras se sentaba en un murito de una ventana baja porque los puestos estaban al tope. Y la mayoría callados. De las cientos de personas que había allí sólo dos apoyaban al abuelo. Unos se hacían los bobos, algunos cuchicheaban, otros se reían y yo con mi desesperanza guardaba silencio y sacaba del morral un libro de Fernando Vallejo para leer mientras avanzaba la fila. -“¡Pero esa niña que está dando los turnos está muy biche!”, señalaba don Ramón (que así se llama mi abue) a la chica de los turnos que tenía una cara de quinceañera y se iba sonrojando –“…es que mírenle la carita no tiene ni dieciocho añitos. Y la pobre ahí sola, traigan a alguien que le ayude. ¡Agilidad por Dios! ¡Agilidad!...cof, cof ,cof…” –“Calmate abuelo que te va a dar un patatús”, le decía yo con señas desde el otro lado del local.



-“Un caso cotidiano como este muestra nuestra idiosincrasia”, me dice Vanessa. Así es aquí, cuando alguien protesta y quiere hacer valer sus derechos, sin cámaras de televisión, ni cantantes, ni publicidad, ni facebook, los demás bajamos la cara como corderos, nos reímos sin hacer nada o guardamos silencio. Pero si los grandes medios convocan salimos en desbandada a la calle sin ni siquiera documentarnos del problema. Y a los tres días parte y olvido. Muchos ni recuerdan a que salieron a la marcha de Julio del año pasado”. Expresa Vanessa mientras el atardecer nos pone más juntos.



La pincelada de la noche cubre el día y Vanessa y yo seguimos hablando -“Y dado el milagro que se acabe las FARC, vuelve y aparece otra plaga. ¿Se acabó la violencia cuando mataron a Sangre Negra, a El Cóndor, al Capitán Venganza, a Rodriguéz Gacha, a Pablito? ¿Dejamos de sufrir con la muerte de Jacobo Arenas, de Carlos Castaño? ¿Con la supuesta desaparición de algunos carteles de la droga? Nuestro conflicto tiene raíces más profundas”, le digo. –“Entonces ¿no me vas a acompañar a la marcha? Dice Vane abrazándome. –“No”, “…yo ya no pertenezco a ningún istmo, me considero vivo y enterrado”, le susurro al oído la canción de Fito abrazándola: “…me gusta estar al lado del camino, me gusta sentirte a mi lado, me gusta estar al lado del camino, dormirte cada noche entre mis brazos. Me gusta estar al lado del camino, es mas entretenido y más barato, al lado del camino”.