sábado, 7 de julio de 2007

Final, final...¡No va mas!

Por: Fermín López


-“¿Tres uno?.Ganando Argentina, me imagino”, le digo a Pedro quien me hace señas para que me siente a ver lo que queda del juego, mientras recuerdo cuando no me perdía ningún partido; eso podía ser Sporting Cristal Vs Alianza Lima, Lanceros Vs Dinastía de Riosucio o Carniceros la 18 Vs Estilistas la 32…no perdonaba cotejo. Tiempos aquellos en que el fútbol invadía mis venas y cualquier objeto con forma esférica era disculpa para jugar al fútbol con mis amigos. Me aprendía los nombres de los mejores jugadores y siempre que jugaba -por lo general en el arco- imaginaba ser los guardametas que más admiraba: Julio César Falcioni, Héctor Oscar Quintabani, Sergio Goycochea, René Higuita o Lev Yashin (la legendaria araña negra). Siempre veía en la sección de deportes las tablas de posiciones, biografías, resúmenes y estrategias, hasta un día me topé con un excelente cuento escrito por el jugador argentino Jorge Valdano. Recuerdos que salen ahora a flote para comparar, como lo hace mi abuelo cuando habla del “Ballet Azul”, de Alfredo Di Stéfano, de Alfonso Pedernera, de Julio Cozzi o del 4 a 4 de la selección Colombia con la Unión Soviética en Chile 62…


“Pero eso es ¡mucha mula!” exclama Pedro mientras se levanta de su silla. “¿Y ese quien es?” le interrogo, pues hace mucho tiempo le perdí el interés a la selección Colombia y al fútbol, exactamente el día que mataron a Andrés, si, Andrés Escobar, el 2: el Caballero. ¡Que defensa central!, ¡que clase!, ¡que elegancia la de Francia!, ¡que calidad de jugador! “Andrés Escobar, ¿quien fue ese?”, dirán algunos; otros dirán: “Ah claro! Verdad! El viejo Andrés”. No es de extrañar, pues ya hace parte de la lista de colombianos asesinados y olvidados. “¡Mataron a Andrés Escobar!” nos decía Javier con un nudo en la garganta y la radio pegada a su oreja en el Nevado del Tolima, una noche de julio cuando un grupo de amigos decidimos desafiar la naturaleza y subir cerca de las nubes, muy cerca de donde debe estar Andrés mirando como su país se asesina entre si…


Me embolaté…que les estaba contando? Ah ya, que le pregunté a Pedro por el jugador al que llamó mula. “Ese es Rodayegua, consiguió plata y se le olvidó jugar” me responde Pedro, mientras se tapa los ojos con su mano izquierda y baja la cabeza moviéndola de un lado para otro mientras dice: “no, no, no….!que vergüenza este equipo colombiano!”. “¿Cual?” Le digo yo, mientras recuerdo el buen fútbol de hace muchos años antes de que se convirtiera en otro producto de ventas y cuando los jugadores figuraban por sus pases, amagues, inteligencia, goles, jugadas esplendorosas y no por cuantos millones valen, donde juegan o cuanto ganan por partido. - “¿Cual equipo? Ahí no hay nada”, le digo con la autoridad de estar viendo varios minutos y donde veo un Argentina con un esquema planteado y bien organizado y un Colombia mas perdido que el hijo de Lindbergh y parecido a un equipo que se arma de improviso en los partidos de barrio, la popular “recocha”.


“¿Todavía dan esas verracas propaganditas al lado de la pantalla? Que irrespeto con el televidente” le digo a Pedro al ver un anuncio publicitario y se me empieza a subir la bilirrubina cuando escucho al “Vilasco” narrar con ese acentico como si estuviera anunciando la segunda llegada de Cristo. “Pero este está que se descose, todavía tienen ¡esa maldita manía de narrar!, estos narradores de segunda!, no demora en decir: “¡Ay Dio Mio!” o “¡Póngame una cumbia!” -Jajaja suelta una risotada Pedro mientras dice: -“Es lo único que falta”. -“Ahora mete la cucharada el comentarista y a rajar con su lengua viperina. Quitale volumen a esa vaina mas bien” le indico, -“Es lo mejor”.


Esa gente tiene una lengua ponzoñosa y sin objetividad, lo único que les interesa es mantener su empleo y cobrar sus jugosos cheques. Por culpa de esos bastardos tenemos este fútbol tan podrido, ellos, ¡si! Ellos que desde sus micrófonos sembrando cizaña y discordia truncaron procesos, hicieron rodar cabezas de grandes técnicos y jugadores; creen tener la razón y saberlo todo de un deporte que ni practican. Y por culpa de ellos se ilusiona un país con nuestro fútbol que hace mas de diez años volvió al retroceso. ¡Traficantes de sueños!, engañadores que manipulan con falsas esperanzas, anunciando un equipo con bombos y platillos sólo para que Caracol y RCN ganen rating y millones con sus transmisiones y noticieros donde el fútbol ocupa la mayor parte del espacio para los deportes, allí ni se mencionan los logros del patinaje, judo, lucha libre u otras disciplinas deportivas. Aquí los cronistas y narradores del deporte solo quieren hablar de fútbol y la gran mayoría (excepto algunas pequeñísimas excepciones) no saben, óigame bien: no sa-ben.


No les interesan otros deportes, o si les toca hablar de ellos, le mezclan ese hijueputa tonito de narrador de fútbol que “¡me lo pela!” como diría un amigo. Todavía me acuerdo cuando María Isabel Urrutia estaba levantando las pesas para su medalla olímpica y estos mequetrefes transmitían como si fuera un partido de fútbol, ¡que desfachatez!”. ¿Como serán en una partida de ajedrez?, ya me los imagino ahí junto al micrófono: “…levanta el alfil señores, ¡que movimiento! ¿Si vieron esa mano?; ahora desplaza el alfil tres cuadros y queda en diagonal con el rey!, Atención el rey no puede moverse!, ¡no puede! pues esta rodeado por la reina y un caballo…a ver, ¡puede ser!, ¡puede ser! ¡Siiii! ¡Jaaaaqueeeee Maaaaateeeeeeee!!! ¡Ay Dió Mio! ¡Jaaaaaaque Mateeeeeee de Colombia!!!….¡póngame una cumbia.!!!”


Llega el segundo gol de Colombia y luego la puntada final de Argentina para su merecido triunfo. “Perdimos” dicen achicopalados los comentaristas. –“Pues claro”, le digo a Pedro. -“¿Que querían?, ¿Ganar con ese equipo?, ¿Que mas les pide el cuerpo?, esos jugadores llevan el fútbol en la sangre, pero tienen muy mala circulación".

Aquí en Colombia, el fútbol hace tiempo perdió su identidad. Los últimos equipos han sido el reflejo de nuestra sociedad, cada uno por su lado (directivos, futbolistas, periodistas, jugadores). Ya hay que dejar de ilusionarse con un deporte con en el que ocupamos los últimos lugares y difícilmente volveremos a esa privilegiada posición de hace tres lustros. Atrás quedaron para la historia las gambetas de Jhon Edison Castaño, la zurda de Jhon Jairo Trellez, los goles de Albeiro Uzurriaga (también asesinado), los cabezazos de Arnoldito Iguarán, las descolgadas de Osorio, los despejes del Chontico Herrera, la dupla Redín - Valderrama, el escorpión del genial Higuita, el gol del viejo Andrés en Wembley, el empate ante los alemanes en el mundial de Italia 90, el 5- 0 ante Argentina, la sinfónica de Maturana …Tiempos que no volverán gracias en gran parte a una manada de cronistas y comentaristas deportivos ineficaces, poco objetivos y venenosos. Ellos! Que se lavan las manos como Pilatos mientras reclaman sus 30 siclos de plata. Ellos tienen su gran cuota de culpa en el fracaso del fútbol colombiano.

Nuestra realidad es otra, no coma cuento, coma patinaje, tenis, golf, boxeo, ciclismo, béisbol, ajedrez, triatlón o cualquier otra disciplina deportiva, porque aquí señores, el fútbol ¡se murió!: “Final final…no va mas!”